http://www.hoy.com.do/areito/2011/3/26/368463/Primer-maestro-y-defensor-de-la-Patria
José Manuel Machado, rector de la Universidad, junto al vicerrector Jaime Álvarez Dugan, Rafael Ramos, secretario general, el profesor Carlos Cornielle y la plana mayor de la Guardia Universitaria, frente al Palacio Nacional. Reproducida por Rafael Segura Foto 1 de 2 26 Marzo 2011, 8:19 PM
“Primer maestro” y defensor de la Patria
Escrito por: ÁNGELA PEÑA
Aunque las celebraciones del Día del Estudiante acapararon el interés nacional porque en la fecha se inauguró el Club Universitario y se fundó la Asociación Nacional de Estudiantes, ANE, en la semana del 12 al 18 de marzo de 1961 María Martínez de Trujillo sorprendió al país con la negativa a aceptar que le erigieran un busto. Pero más inaudita fue la denuncia de “El Jefe” de que en el Banco Agrícola existía un monopolio en la venta del arroz, que él se aprestaría a descontinuar para que todo el interesado en dedicarse al negocio pudiera ejercerlo libremente. Otra noticia de impacto se produjo el 13 de marzo: la creación en el Banco Central de una sección comercial que atendería cuentas de ahorro, depósitos a plazo fijo “y cualesquier otras cuentas, así como en general, realizar con el público todas las demás operaciones propias de los bancos comerciales…” La República estaba saturada de esculturas y retratos de casi todos los miembros de la familia Trujillo pero Caonabo Dolores Reyes Durán, presidente de una subjunta del Partido Dominicano, propuso la erección de un busto de la Primera Dama en el ensanche “Nuestra Señora de los Ángeles”. Ella rechazó la idea, proponiendo que se donara el dinero a la “Sociedad Amigos de los Desamparados”. “Yo me sentiría más feliz viendo salir de un rancho miserable a esas familias que contemplando un busto mío”, replicó la consorte del Generalísimo, en gesto considerado falso por quienes conocían en la intimidad a la encumbrada señora. Causó extrañeza la actuación del “Benefactor” en el supuesto monopolio del arroz, y aún se ignoran los motivos de su declaración, ya que tenía centralizadas todas las instituciones. El 16 de marzo había revelado que traería un experto asiático que aplicara sus técnicas en cultivos para que el producto pudiera venderse a un precio más bajo. Club Universitario. Con más esplendor que todas las fechas que Trujillo consagró en el calendario dominicano fue celebrado el 13 de marzo, “Día del Estudiante”. El Rector AD Vitam de la Universidad de Santo Domingo y Primer Maestro, como fue declarado el sátrapa, no sólo recibió con pose más digna de un galán de cine que de un educador el enaltecedor discurso que le dedicó Iván L’Official, mayor de la Guardia Universitaria “alineado marcialmente frente a la sede del Ejecutivo”, sino que bailó “con suma gracia” dos merengues, uno con Yolanda Tavárez y otro con Rhadis Abreu Blondet, a petición de ellas, en la ostentosa inauguración del club que “donó” en Güibia y del cual fue madrina su consorte. El dictador casi entraba en los 70 años de edad, pero lucía vigoroso recibiendo en la mañana el homenaje de la Guardia Universitaria y declarando: “Contad con mi brazo para blandir mi espada dondequiera que fuera necesario, y con mi cerebro y mi inteligencia para defender el porvenir de la Patria, que son ustedes”. En la noche dio tan rítmicos pasos a los acordes de la orquesta “Generalísimo Trujillo” dirigida por Goyo Rivas, que todos hicieron ronda para aplaudirlo. Le acompañaron en la inauguración José René Román Fernández, Luis Enrique Montes de Oca Desangles, Marcos Antonio Jorge Moreno, Mélido Marte y Virgilio Álvarez Pina. El padre Leopoldo Carpio impartió la bendición y José Manuel Machado, rector de la Universidad, y su esposa Dora, recibieron a los invitados. 16 “damitas” representantes de las ocho facultades de la Universidad, leyeron pensamientos de exaltación al “insigne guía de la clase estudiantil”. La orquesta de la Guardia Universitaria ofreció “varias selecciones” y luego el conjunto electrónico de Paolo Soprani puso a bailar a los presentes entre brindis de cerveza, refrescos y bocadillos. Hasta el 13 de marzo de 1961 el local fue sede del Casino del Caribe. Trujillo lo entregó a la Universidad para “solaz esparcimiento” de sus estudiantes. La primera edificación, de madera, había sido de 1924 cuando se inauguró como “Club de Güibia”, pero el ciclón de San Zenón la arrasó en 1930 y fue reconstruida en blocks y concreto a finales de ese año como “Casino de Güibia”, informó el ingeniero Antonio J. Guerra. Recordó que para la reinauguración de 1961 “se resanaron techos y vigas (las varillas afloraban por la corrosión marina), se cambió el portaje y se colocó el letrero indicando “Club Universitario”, acompañado de las cinco estrellas del Generalísimo. A 20 metros de la orilla había una torreta de concreto con un trampolín, que desapareció”. El arquitecto Rafael Hernández manifestó que la obra fue realizada por Guillermo González, con terrazas que se abrían a la playa y que durante un tiempo funcionó allí el Centro de Investigaciones de Biología Marina, que dirigía Idelisa Bonnelly de Calventi. Cuando fue director de Educación Física de la UASD, el ingeniero Hamlet Hermann llevaba estudiantes a nadar con instructores y a realizar prácticas de judo y karate. Allá se trasladaban también asambleas y otras reuniones de la ya Universidad Autónoma. El Club, afirmó Guerra, duró en buen estado hasta la guerra de abril de 1965, después “cayó en un deterioro progresivo, aunque había mesas de ping pong y se daban clases de natación y submarinismo”. Desde 1966 funcionó ahí la primera escuela de karate del país, iniciada por José Ramón (Cuqui) Reyes Chardón. Hoy el Club Universitario luce descuidado y prácticamente abandonado. Además de visitas a Julia Molina para entregarle flores, y desfiles escolares con baterías y redoblantes, el 13 de marzo se fundó la Asociación Nacional de Estudiantes en asamblea celebrada en el Palacio del Partido Dominicano. Miguel Ángel Jiménez, secretario de Educación, orientó los trabajos en los que fue asambleísta Ana Joaquina Bacó Ramírez. Formaron el comité central los jóvenes Abraham Selman Hasbún, presidente; Rafaela Niobe Taveras Peña, vicepresidenta; Belkis Virtudes Vélez, secretaria de actas; Pablo Garrido Poueriet, secretario de correspondencia; Luz Marina Aybar, tesorera; Roberto Rojas Mata, Gisela Germania Lenderborg Urraca, Milagros Rafaela Soto Lluberes, Adle Antonio Ramírez Payano y Nelly Ruiz Biaggi, vocales. Jiménez dijo que la ANE se creó con el fin de que todos los escolares de primaria y secundaria mantuvieran buena disciplina y dedicación al estudio “y por tanto al conocimiento de nuestra historia, en la cual se destaca el inmenso valor patriótico que representa el rectorado cívico del Ilustre Generalísimo Doctor Rafael Leónidas Trujillo Molina”. El presidente de la Asociación expresó que trabajarían “porque la sociedad sea digna de la Era inmortal que vive la República y durante la cual ha recibido la juventud dominicana la más noble protección y los más elevados estímulos del Primer Maestro de la República…”.
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lunes, 28 de marzo de 2011
Revista Ahora dedicada a la Guerrilla del 1963
Hola
Este numero de la Revista Ahora esta dedicado a la Guerrilla del 1963. Hay varios artículos y documentos. de esta gesta.
http://biblioteca.funglode.net.do/rahorafb/HTML/No.0524/
Luego les enviaremos otros números dedicados a la Guerra Patria del 1965 y otros acontecimientos.
Saludos.
Redaccion 1J4
Este numero de la Revista Ahora esta dedicado a la Guerrilla del 1963. Hay varios artículos y documentos. de esta gesta.
http://biblioteca.funglode.net.do/rahorafb/HTML/No.0524/
Luego les enviaremos otros números dedicados a la Guerra Patria del 1965 y otros acontecimientos.
Saludos.
Redaccion 1J4
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Guerrilla del 1963,
Revista Ahora
domingo, 20 de marzo de 2011
Balaguer: “Trujillo es el décimo trinitario”
La Guardia Presidencial rinde honores a Balaguer al salir del Congreso.
Reproducidas por Rafael Segura
Foto 1 de 3
12 Marzo 2011, 8:10 PM
REPORTAJE
Balaguer: “Trujillo es el décimo trinitario”
Escrito por: ÁNGELA PEÑA
El discurso que pronunció el “Presidente” Joaquín Balaguer el 27 de febrero de 1961 en el Congreso Nacional para depositar las memorias del año anterior, es histórico no sólo porque fue la última gran oratoria dedicada a exaltar supuestos logros del régimen sino porque superó en exageración todos los lisonjeros adjetivos que hasta ese momento se habían creado para engrandecer al tirano.
La memorable alocución lo refleja como el zorro político que demostró ser hasta su muerte.
Este parlamento no parece pronunciado por el hombre que tenía conocimiento del disgusto general por las desapariciones, destierros y crímenes tan horrendos como el asesinato de las hermanas Mirabal y de la trama que se fraguaba para eliminar al sátrapa, según se ha afirmado después del tiranicidio.
Balaguer, de quien supuestamente el mismo Trujillo decía que era más astuto que él, no pensó en sus aspiraciones para el futuro y se jugó su porvenir en esta proclama que llenó primeras páginas y mereció elogiosos editoriales en la semana del 26 de febrero al 4 de marzo. Se ajustó al momento sin dejar entrever señales de sus ambiciones.
No actuó por ignorancia, sabía lo que hacía, como puede inferirse de las Memorias publicadas tras el ajusticiamiento. “El hombre, en esa época, se rebajó hasta el punto de convertirse en un títere. El sentimiento de la dignidad desapareció totalmente. El culto a Trujillo se exageró hasta el punto de que el nombre de Duarte y el de los demás fundadores de la República dejaron de ser ofrecidos a la veneración del público y se les desterró de las aulas escolares”, escribió Balaguer, habiendo sido inspirador y exponente de esa conducta. Su discurso del 27 de febrero de 1961 es el mejor ejemplo.
El colmo de la adulación. Balaguer dijo que Trujillo no formó parte de los nueve trinitarios que fundaron la sociedad secreta pero lo declaró “el Décimo Trinitario” porque “recogió la antorcha de Duarte y avivó su llama para impedir que nuestra generación la recogiera extinguida sobre los campos cubiertos con los escombros de las instituciones”.
Aseguró que el sátrapa era “el más grande creador de riquezas que ha existido en la historia dominicana” y que al “Jefe” le debíamos “la hazaña de redimirnos de esa miseria cuatro veces seculares”.
Para él, fue a partir de 1930, con el ascenso de Trujillo, cuando se reafirmó la nacionalidad y se venció la pobreza. “Es por esto también nuestro libertador, y por eso, cuando conmemoramos el 27 de febrero, hay que volver la vista a él para saludarlo como el Prócer que nos dio con la prosperidad la Independencia integral, la soberanía verdadera, la libertad auténtica”. No conforme con opacar a Duarte, redujo prácticamente a Mella al decir que las páginas de las Memorias no estaban “henchidas de trabucazos relampagueantes ni cortadas por ráfagas de cólera” y que “Trujillo había ganado “las únicas batallas que no han costado sangre a la República y han cubierto sus pendones de gloria inmarcesible”.
Atacó a los exiliados antitrujillistas y “los actos de agresión internacional” contra la República, y aunque reconoció que se había afectado la economía, se mostró optimista porque “la Era de Trujillo se inició con un ciclón y ha vivido desde entonces avanzando como una ave de tormenta entre vientos huracanados”. Citó entre esos vientos a la expedición de Cayo Confites, el terremoto de 1946, “los incidentes fronterizos” de 1937, definiéndolos como “nubes de verano que dejaron el cielo más azul”.
Reveló una supuesta misteriosa alianza entre Trujillo y Dios y destacó que “ese pacto inviolable es el secreto de los grandes guías, de los supremos conductores, de los caudillos victoriosos”. Reiteró que el tirano era “un protegido del destino” y que en toda su trayectoria habían intervenido “factores providenciales, divinos”.
Lo llamó “el astro inmortal”, “el gran repúblico”, “el constructor por antonomasia”. Resaltó la presunta democracia imperante, la paz y la libertad de cultos, a pesar de los ataques oficiales a los obispos. Por eso se cuidó de poner como ejemplo de esa libertad el levantamiento de la prohibición “legal” que existía contra los Testigos de Jehová y denunciar la “ayuda dispensada continuamente a la Iglesia desde el 16 de agosto de 1930”.
Enumeró presuntos progresos en obras públicas, agricultura, industria, comercio, trabajo, salud, asistencia social, las conquistas de tener aduanas propias, autonomía económica, solidez en los bancos del Estado, firmeza en la moneda dominicana y un vasto plan de construcciones. No obvió enfatizar la invasión “unas veces violenta y otras veces pacífica de Haití”, problema resuelto por “el Benefactor “con el establecimiento de una política de respeto recíproco entre las dos naciones”, significó.
“Que no se equivoquen los ilusos que alimentan en el exterior la idea de que el orden que hoy impera en el país puede ser subvertido como si 30 años pasaran en vano sobre la conciencia de un pueblo… como si fuera posible violentar por medios humanos el curso de la historia”, manifestó, y recordó “el lema del héroe, inmortalizado por Longfellow: ¡Adelante, siempre adelante!”.
Balaguer conoció a Trujillo en la campaña política que promovió su candidatura junto a Estrella Ureña, en 1930, y redactó el Manifiesto del Movimiento Cívico contra el Presidente Horacio Vásquez. En los recorridos era presentado como “el orador más joven del Partido Republicano”. Desde entonces no se separó más del tirano. El último gran discurso de lisonjas lo pronunció ante el cadáver de su líder, en 1961.
Nacido en Navarrete el 1 de septiembre de 1906 ocupó el primer cargo de “la Era" en 1930 y desempeñó elevadas posiciones hasta agosto de 1960 cuando fue juramentado como “Presidente de la República” para “suavizar” las sanciones impuestas al país.
La muerte de Trujillo, el 30 de mayo de 1961, le sorprendió en esa función. Salió de la República el 7 de marzo de 1962 luego de asilarse en la Nunciatura Apostólica y retornó el 25 de junio de 1965. Gobernó el país desde 1966 a 1978 y de 1986 hasta 1996. Falleció el 14 de julio de 2002.
Confesó en sus Memorias que uno de los secretos en la vida pública consiste en saber esperar. “Quien se impacienta, acicateado por sus ambiciones, corre el riesgo de tropezar y se expone innecesariamente al fracaso…”.
Reproducidas por Rafael Segura
Foto 1 de 3
12 Marzo 2011, 8:10 PM
REPORTAJE
Balaguer: “Trujillo es el décimo trinitario”
Escrito por: ÁNGELA PEÑA
El discurso que pronunció el “Presidente” Joaquín Balaguer el 27 de febrero de 1961 en el Congreso Nacional para depositar las memorias del año anterior, es histórico no sólo porque fue la última gran oratoria dedicada a exaltar supuestos logros del régimen sino porque superó en exageración todos los lisonjeros adjetivos que hasta ese momento se habían creado para engrandecer al tirano.
La memorable alocución lo refleja como el zorro político que demostró ser hasta su muerte.
Este parlamento no parece pronunciado por el hombre que tenía conocimiento del disgusto general por las desapariciones, destierros y crímenes tan horrendos como el asesinato de las hermanas Mirabal y de la trama que se fraguaba para eliminar al sátrapa, según se ha afirmado después del tiranicidio.
Balaguer, de quien supuestamente el mismo Trujillo decía que era más astuto que él, no pensó en sus aspiraciones para el futuro y se jugó su porvenir en esta proclama que llenó primeras páginas y mereció elogiosos editoriales en la semana del 26 de febrero al 4 de marzo. Se ajustó al momento sin dejar entrever señales de sus ambiciones.
No actuó por ignorancia, sabía lo que hacía, como puede inferirse de las Memorias publicadas tras el ajusticiamiento. “El hombre, en esa época, se rebajó hasta el punto de convertirse en un títere. El sentimiento de la dignidad desapareció totalmente. El culto a Trujillo se exageró hasta el punto de que el nombre de Duarte y el de los demás fundadores de la República dejaron de ser ofrecidos a la veneración del público y se les desterró de las aulas escolares”, escribió Balaguer, habiendo sido inspirador y exponente de esa conducta. Su discurso del 27 de febrero de 1961 es el mejor ejemplo.
El colmo de la adulación. Balaguer dijo que Trujillo no formó parte de los nueve trinitarios que fundaron la sociedad secreta pero lo declaró “el Décimo Trinitario” porque “recogió la antorcha de Duarte y avivó su llama para impedir que nuestra generación la recogiera extinguida sobre los campos cubiertos con los escombros de las instituciones”.
Aseguró que el sátrapa era “el más grande creador de riquezas que ha existido en la historia dominicana” y que al “Jefe” le debíamos “la hazaña de redimirnos de esa miseria cuatro veces seculares”.
Para él, fue a partir de 1930, con el ascenso de Trujillo, cuando se reafirmó la nacionalidad y se venció la pobreza. “Es por esto también nuestro libertador, y por eso, cuando conmemoramos el 27 de febrero, hay que volver la vista a él para saludarlo como el Prócer que nos dio con la prosperidad la Independencia integral, la soberanía verdadera, la libertad auténtica”. No conforme con opacar a Duarte, redujo prácticamente a Mella al decir que las páginas de las Memorias no estaban “henchidas de trabucazos relampagueantes ni cortadas por ráfagas de cólera” y que “Trujillo había ganado “las únicas batallas que no han costado sangre a la República y han cubierto sus pendones de gloria inmarcesible”.
Atacó a los exiliados antitrujillistas y “los actos de agresión internacional” contra la República, y aunque reconoció que se había afectado la economía, se mostró optimista porque “la Era de Trujillo se inició con un ciclón y ha vivido desde entonces avanzando como una ave de tormenta entre vientos huracanados”. Citó entre esos vientos a la expedición de Cayo Confites, el terremoto de 1946, “los incidentes fronterizos” de 1937, definiéndolos como “nubes de verano que dejaron el cielo más azul”.
Reveló una supuesta misteriosa alianza entre Trujillo y Dios y destacó que “ese pacto inviolable es el secreto de los grandes guías, de los supremos conductores, de los caudillos victoriosos”. Reiteró que el tirano era “un protegido del destino” y que en toda su trayectoria habían intervenido “factores providenciales, divinos”.
Lo llamó “el astro inmortal”, “el gran repúblico”, “el constructor por antonomasia”. Resaltó la presunta democracia imperante, la paz y la libertad de cultos, a pesar de los ataques oficiales a los obispos. Por eso se cuidó de poner como ejemplo de esa libertad el levantamiento de la prohibición “legal” que existía contra los Testigos de Jehová y denunciar la “ayuda dispensada continuamente a la Iglesia desde el 16 de agosto de 1930”.
Enumeró presuntos progresos en obras públicas, agricultura, industria, comercio, trabajo, salud, asistencia social, las conquistas de tener aduanas propias, autonomía económica, solidez en los bancos del Estado, firmeza en la moneda dominicana y un vasto plan de construcciones. No obvió enfatizar la invasión “unas veces violenta y otras veces pacífica de Haití”, problema resuelto por “el Benefactor “con el establecimiento de una política de respeto recíproco entre las dos naciones”, significó.
“Que no se equivoquen los ilusos que alimentan en el exterior la idea de que el orden que hoy impera en el país puede ser subvertido como si 30 años pasaran en vano sobre la conciencia de un pueblo… como si fuera posible violentar por medios humanos el curso de la historia”, manifestó, y recordó “el lema del héroe, inmortalizado por Longfellow: ¡Adelante, siempre adelante!”.
Balaguer conoció a Trujillo en la campaña política que promovió su candidatura junto a Estrella Ureña, en 1930, y redactó el Manifiesto del Movimiento Cívico contra el Presidente Horacio Vásquez. En los recorridos era presentado como “el orador más joven del Partido Republicano”. Desde entonces no se separó más del tirano. El último gran discurso de lisonjas lo pronunció ante el cadáver de su líder, en 1961.
Nacido en Navarrete el 1 de septiembre de 1906 ocupó el primer cargo de “la Era" en 1930 y desempeñó elevadas posiciones hasta agosto de 1960 cuando fue juramentado como “Presidente de la República” para “suavizar” las sanciones impuestas al país.
La muerte de Trujillo, el 30 de mayo de 1961, le sorprendió en esa función. Salió de la República el 7 de marzo de 1962 luego de asilarse en la Nunciatura Apostólica y retornó el 25 de junio de 1965. Gobernó el país desde 1966 a 1978 y de 1986 hasta 1996. Falleció el 14 de julio de 2002.
Confesó en sus Memorias que uno de los secretos en la vida pública consiste en saber esperar. “Quien se impacienta, acicateado por sus ambiciones, corre el riesgo de tropezar y se expone innecesariamente al fracaso…”.
lunes, 7 de marzo de 2011
Mensaje de Fredy Cabreja
Fredy Cabreja
paraUnojcuatro
7 de marzo de 2011 22:59
7 de Marzo del 1961,una fecha para recordar........
Distinguidos Sres. de 1J4,es para mi un honor poder dirigirme a la unica voz nacional dominicana que no se olvida de los hechos historicos dominicanos,hoy enterrados por los pseudos patriotas que dicen ser los unicos que tienen la formula para resolver los problemas de nuestra querida QUISQUEYA!.
Esos politiqueros no son mas que mercaderes de situaciones sociales que cada dia entierra en el lodo cloacal a nuestra otrora candida pero educada sociedad.
El 7 de marzo del 1961 me hace recordar al grupo de macorisanos que ingresaron a "La40" ese dia ,cuando ya Andres Vitini Pepen,Pedrito Piña y un servidor teniamos varias semanas encerrados en la celda #12 de las mazmorras de "La 40" y precisamente los muchachos de San Pedro de Macoris los habian ubicados frente a nuestra celda.
Esto lo hago para corroborar con todo lo dicho por Jose Arturo Rosario,a quien apodamos "España",porque creo es nativo de ese pais europeo,o lo fueron sus padres y tambien para que puedan comprobar que todo lo que he escrito sobre mi estadia en La Victoria y La 40 fueron experiencias verdaderas aun siendo un adolescente,con apenas 18 años de edad para esa epoca.Ustedes tienen archivados varios escritos mios,si los "desempolvan" veran que muchas de las remembranzas de "España" coinciden con las mias.
Pero de sus compañeros ,el se olvido de "madrigal",o quizas a mi se me olvido el nombre verdadero de este compañero de carcel,tambien deseo corregirle o talvez sea el quien lo haga de que el vehiculo en que nos llevaron a La Vctoria;por cierto,cuando ya estaba anocheciendo,era una "pisa y Corre",hoy mini o microvan con un letrero que decia:SERVICIO INTERAMERICANO DE EDUCACION,no panamericano,aunque ambos terminos significan lo mismo y era guiado por un sr. estadounidense,al que el vulgo llama: "Americano".Pero quizas mi vision estaba borrosa en aquellos momentos por las palizas recibidas,otra cosa que recuerde en la "40",habia un bañito con un inodoro y una duchita,la "la lata" para hacer las necesidades fisiologicas" las encontramos cuando llegamos a las celdas del "pasillo" de La Victoria en la noche del 21 o 23 de Marzo del 1961.Tambien que si el puede recordar,en la celda de La "40" donde estaba con mis compañeros ,la habiamos bautizados como:La Radio celda # 12,porque todos los dias haciamos musica con tenedores y cucharas y poniamos a cantar a los miembros de las demas mazmorras.Chequeen mis anteriores escritos no publicados y comprueben que hay de cierto!
Me ineresaria comunicarme con Jose Arturo para saber como estan los "muchachos" y que por cierto en la decada de los 80' me vi con uno de los hermanos Nivar,quien tenia un pequeño comercio,eso fue cuando yo vivia en la Romana y para el y para todos los que me acompañaron en esa odisea mi telefono es: 1-201-991-0066 y mi "email":peritoforestal@yahoo.com
Con Todo el Respeto que Merecen mis Compañeros y la Patria;
Mario Rodriguez Cabreja (Fredy Cabreja)
New Jersey,Estados Unidos(No "America")
paraUnojcuatro
7 de marzo de 2011 22:59
7 de Marzo del 1961,una fecha para recordar........
Distinguidos Sres. de 1J4,es para mi un honor poder dirigirme a la unica voz nacional dominicana que no se olvida de los hechos historicos dominicanos,hoy enterrados por los pseudos patriotas que dicen ser los unicos que tienen la formula para resolver los problemas de nuestra querida QUISQUEYA!.
Esos politiqueros no son mas que mercaderes de situaciones sociales que cada dia entierra en el lodo cloacal a nuestra otrora candida pero educada sociedad.
El 7 de marzo del 1961 me hace recordar al grupo de macorisanos que ingresaron a "La40" ese dia ,cuando ya Andres Vitini Pepen,Pedrito Piña y un servidor teniamos varias semanas encerrados en la celda #12 de las mazmorras de "La 40" y precisamente los muchachos de San Pedro de Macoris los habian ubicados frente a nuestra celda.
Esto lo hago para corroborar con todo lo dicho por Jose Arturo Rosario,a quien apodamos "España",porque creo es nativo de ese pais europeo,o lo fueron sus padres y tambien para que puedan comprobar que todo lo que he escrito sobre mi estadia en La Victoria y La 40 fueron experiencias verdaderas aun siendo un adolescente,con apenas 18 años de edad para esa epoca.Ustedes tienen archivados varios escritos mios,si los "desempolvan" veran que muchas de las remembranzas de "España" coinciden con las mias.
Pero de sus compañeros ,el se olvido de "madrigal",o quizas a mi se me olvido el nombre verdadero de este compañero de carcel,tambien deseo corregirle o talvez sea el quien lo haga de que el vehiculo en que nos llevaron a La Vctoria;por cierto,cuando ya estaba anocheciendo,era una "pisa y Corre",hoy mini o microvan con un letrero que decia:SERVICIO INTERAMERICANO DE EDUCACION,no panamericano,aunque ambos terminos significan lo mismo y era guiado por un sr. estadounidense,al que el vulgo llama: "Americano".Pero quizas mi vision estaba borrosa en aquellos momentos por las palizas recibidas,otra cosa que recuerde en la "40",habia un bañito con un inodoro y una duchita,la "la lata" para hacer las necesidades fisiologicas" las encontramos cuando llegamos a las celdas del "pasillo" de La Victoria en la noche del 21 o 23 de Marzo del 1961.Tambien que si el puede recordar,en la celda de La "40" donde estaba con mis compañeros ,la habiamos bautizados como:La Radio celda # 12,porque todos los dias haciamos musica con tenedores y cucharas y poniamos a cantar a los miembros de las demas mazmorras.Chequeen mis anteriores escritos no publicados y comprueben que hay de cierto!
Me ineresaria comunicarme con Jose Arturo para saber como estan los "muchachos" y que por cierto en la decada de los 80' me vi con uno de los hermanos Nivar,quien tenia un pequeño comercio,eso fue cuando yo vivia en la Romana y para el y para todos los que me acompañaron en esa odisea mi telefono es: 1-201-991-0066 y mi "email":peritoforestal@yahoo.com
Con Todo el Respeto que Merecen mis Compañeros y la Patria;
Mario Rodriguez Cabreja (Fredy Cabreja)
New Jersey,Estados Unidos(No "America")
Mensaje de Minerva Lopez
COMPANEROS DEL 14 DE JUNIO HOY MAS QUE NUNCA DEBEMOS UNIRNOS.
cOMPANEROS CATORCISTAS,VERDADEROS SEGUIDORES MANUEL AURELIO TAAVAREZ JUSTO,HOY MAS QUE NUNCA DEBEMOS RETOMAR CON FIRMEZA LOS IDEALLES DE ESE EJEMPLO DE DECORO Y DIGNIDAD .DEBEMOS MANTENERNOS UNIDOS ,COMUNICADOS Y RECOPILANDO LOS DATOS DE ESOS HOMBRES Y MUJERES,PARA TRANSMITIRSELO A LOS JOVENES DE HOY.MANOLO DEBE SEGUIR VIVO EN LA MEMORIA DE LOS DOMINICANOS Y DOMINICANAS.VIVA ,MANO.VIVA.VIVA.
MINILOPEZ.
cOMPANEROS CATORCISTAS,VERDADEROS SEGUIDORES MANUEL AURELIO TAAVAREZ JUSTO,HOY MAS QUE NUNCA DEBEMOS RETOMAR CON FIRMEZA LOS IDEALLES DE ESE EJEMPLO DE DECORO Y DIGNIDAD .DEBEMOS MANTENERNOS UNIDOS ,COMUNICADOS Y RECOPILANDO LOS DATOS DE ESOS HOMBRES Y MUJERES,PARA TRANSMITIRSELO A LOS JOVENES DE HOY.MANOLO DEBE SEGUIR VIVO EN LA MEMORIA DE LOS DOMINICANOS Y DOMINICANAS.VIVA ,MANO.VIVA.VIVA.
MINILOPEZ.
El 7 de Marzo de 1961. Una fecha para recordar
http://espanol.groups.yahoo.com/group/panfleterosdesantiago/message/1240
Hoy/Wilson Morfe
5 Marzo 2011, 11:51 PM
El 7 de Marzo de 1961
Una fecha para recordar
LOS PANFLETEROS. Los pueblos no pueden olvidar su historia. Es un acto de justicia recordar a Los Panfleteros de Santiago y a otros jóvenes que desde un liceo de San Pedro de Macorís combatieron a la tiranía de Trujillo
Escrito por: José Arturo Rosario
El día 29 del mes de enero pasado el prestigioso periódico HOY nos trajo una información titulada “Honran a los Panfleteros de Santiago”. Me sentí más que satisfecho por tan merecido reconocimiento a un grupo de jóvenes que aportó todo por la Patria sin esperar recompensas materiales y decididos a entregar sus vidas en aras de la libertad del pueblo dominicano, sojuzgado en esos momentos.
Estos jóvenes panfleteros cumplieron una arriesgada labor como un acto de resistencia que hería sensiblemente a la tiranía de Trujillo y la hacía reaccionar con extrema crueldad.
Quiero compartir con la sociedad dominicana a través de los lectores una experiencia transcurrida hace cincuenta años, pero que permaece fresca todavía en nuestra memoria.
Ocurrieron estos hechos a que voy a referirme en los años de 1959 y 1960, cuando con apenas quince años comenzábamos a conspirar contra la dictadura que nos oprimía.
Comenzamos por lanzar panfletos en las calles de San Pedro de Macorís, incluso hacia el interior de automóviles de funcionarios del gobierno trujillista, en las iglesias y en otros lugares de concentración de personas. Cuando ingresamos al liceo José Joaquín Pérez el grupo del que formamos parte se fortaleció al contacto con estudiantes de mayor edad, que aunque no distribuían panfletos, estaban en contra del tirano, muy activos en esos momentos haciendo labor en el plantel para auspiciar una misa semiclandestina a la memoria de las hermanas Mirabal, asesinadas el año anterior. Entre los alumnos que procuraban este homenaje póstumo recordamos a Papito Rojas, Luis Soto; también a los hermanos Laureano (Laíto) y Nelson Marrero, hoy subdirector de este periódico, y al bien recordado Rafael Ramírez Báez “Nito”, fallecido hace algunos años.
Entre los que ya para esa época confeccionábamos los panfletos estaba el joven Rafael Nivar Uribe “Dingo”. Ambos lanzábamos los hojas en diferentes calles. Con la participación también de Chuchy González, Vinicio Castillo, Moncho Canto y Tony Canto. La distribución la hacíamos de manera individual para asegurarnos de no caer juntos en las garras de la dictadura. En la secundaria se agregó a nuestra lucha a un hermano de Rafael Nivar “Dingo”.
Concomitante con nuestro accionar, se producía el enfrentamiento de la Iglesia con el Gobierno por las pretensiones del tirano de ser declarado Benefactor de la Iglesia Católica. Éramos muchachos que nos reuníamos cerca del templo y hacíamos comentarios contra el régimen a propósito de la pastoral de los obispos en contra del tirano, encabezados estos por Monseñor Panal y Monseñor Oreilly. Al parecer alguien advirtió al cura párroco de San Pedro Fray Atanasio CF de Vega sobre nuestras críticas a Trujillo y enseguida escribió una carta de denuncia al gobernador de la provincia, doctor Juan E. Silva, quien a su vez la remitió al coronel Neit Rafael Nivar Seijas, comandante de la plaza del Ejército en esos momentos.
Un día se presenta sorpresivamente al aula donde me encontraba mi hermano mayor Pepe. En el extremo superior derecho de la pizarra se veía la fecha en que estábamos: 7 de marzo del 1961. Mi hermano pidió permiso a la profesora y en un aparte me susurró: “se llevaron preso a Dingo la gente del Servicio de Inteligencia Militar”. Esta noticia me estremeció porque en ese instante tenía los bolsillos llenos de panfletos. Un pensamiento cruzó mi mente y fue el de deshacerme de tan mortal evidencia; pero no me dio tiempo a reaccionar con rapidez pues al instante el aula estaba ocupada por los esbirros del SIM.
Cuando me llevaron frente a Nivar Seijas encontré a Dingo sangrando profusamente y con el rostro algo desfigurado. Luego trajeron a Moncho Canto y al hermano de Dingo, Gabriel Antonio.
Nos mantuvieron en la fortaleza petromacorisana, llamada Méjico, hasta las 5 P.M. cuando llegó desde Santo Domingo el coronel Figueroa Carrión que se encargaría de llevarnos al servicio de inteligencia en la capital.
Entramos al despacho de Johnny Abbes García a las 7:00 P.M. Enseguida este preguntó a Figueroa Carrión cuáles eran los más comprometidos, señalándonos a Dingo y a mí. Su orden fue “llévenlos a la 5 x 8 y dénles un coliseo de película”.
Nos llevaron a la cárcel de La Cuarenta en una furgoneta con un rótulo que decía “Servicio Panamericano de Educación”. Después de tomarnos los datos personales, nos condujeron al salón de tortura donde había una silla de madera forrada de cobre. Un hombre desnudo sentado en ella, había perdido el control de su esfínter y evacuado por efecto de las torturas. Primero sentaron a Dingo, que casi enloqueció por efecto de la corriente recibida. Al día siguiente llevaron a La Cuarenta a Manuel Martínez, quien nos había prestado una yola para confeccionar los panfletos navegando en el Río Higuamo para no comprometer a nuestras casas familiares en la conspiración.
Esos torturadores eran bestias que disfrutaban en hacer su trabajo, como si la naturaleza los hubiera diseñado para eso.
En la celda había un solo inodoro lleno de excrementos, por lo cual continuamente teníamos que hacer nuestras necesidades en la misma lata en que nos traían de comer.
Después de un mes, una noche nos trasladaron al penal de La Victoria, nos alojaron en celdas solitarias donde habían otros presos confinados, los cuales al saber que habíamos llegado desde La Cuarenta, nos preguntaban cómo habíamos dejado aquel infierno. Entre ellos estaba un muchacho de San Pedro, Hugo Soñé. Me preguntó por su familia. Él era uno de los presos incomunicados, pues en cualquier momento lo retornaban a La Cuarenta o a la Isla Beata en el litoral Sur. Una mañana nos trasladaron al Palacio de Justicia de Ciudad Nueva donde en una pantomima de juicio nos condenaron por “propaganda subversiva en contra del régimen legalmente constituido”.
Cuando nos llevaron de vuelta a La Victoria nos alojaron en un enorme pabellón donde había cientos de presos políticos. A mí me habían condenado a un año y 300 pesos de multa. En el momento me sentí feliz, pues era muy joven y consideré que un año pasaba rápido. Pero me enteré de que a Pepito Bosch Gaviño también lo habían condenado a un año y 300 pesos de multa, que él de inmediato pagó. Al momento de yo llegar ya tenía 5 años preso, y cada vez que le preguntaba al coronel Horacio Frías que cuándo lo iban a soltar, le respondía que el día en que su hermano Juan Bosch volviera al país. Es decir que yo tampoco tenía esperanza de salir de allí.
Recuerdo que éramos tan jóvenes, que cuando llegamos al pabellón escuchamos al prisionero Moncho Imbert Rainieri, decir “¡coño, ya Trujillo los está sacando de la cuna!”. Allí conocí a hombres a los que Trujillo no había concedido amnistía, como a otros, y que eran miembros del Movimiento 14 de Junio, como José Fernández Caminero, Amiro Pérez Mera, Cristóbal Gómez Yangüela, Che Espaillat, Jose A. Sánchez Sanlley “Papito”, asesinado junto a Segundo Imbert Barrera pocos días después del ajusticiamiento de Trujillo. Recuerdo la mañana en que se los llevó Horacio Frías y jamás supimos de ellos. También a los hermanos Sánchez Córdoba, Miguel Lama Mitre y a los hermanos Estévez. A Manolo Tavárez lo conocí a los pocos días de muerto Trujillo, que lo llevaron a La Victoria. No volví a verlo allí.
Yo fui panfletero en San Pedro de Macorís con apenas 15 años; jamás había escrito sobre este papel que jugué por la Patria y que me provocó tanto dolor a mí y a mi madre, la cual durante mi encierro en La Cuarenta iba casi cada día a donde Jhonny Abbes García quien solía decirle que ella había perdido el juicio, pues él nunca me había visto en su vida.
Alguien dijo que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla. Por eso admiro el glorioso pueblo de Santiago, por haber erigido un monumento en honor a esos panfleteros, que ofrendaron sus vidas.
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Hoy/Wilson Morfe
5 Marzo 2011, 11:51 PM
El 7 de Marzo de 1961
Una fecha para recordar
LOS PANFLETEROS. Los pueblos no pueden olvidar su historia. Es un acto de justicia recordar a Los Panfleteros de Santiago y a otros jóvenes que desde un liceo de San Pedro de Macorís combatieron a la tiranía de Trujillo
Escrito por: José Arturo Rosario
El día 29 del mes de enero pasado el prestigioso periódico HOY nos trajo una información titulada “Honran a los Panfleteros de Santiago”. Me sentí más que satisfecho por tan merecido reconocimiento a un grupo de jóvenes que aportó todo por la Patria sin esperar recompensas materiales y decididos a entregar sus vidas en aras de la libertad del pueblo dominicano, sojuzgado en esos momentos.
Estos jóvenes panfleteros cumplieron una arriesgada labor como un acto de resistencia que hería sensiblemente a la tiranía de Trujillo y la hacía reaccionar con extrema crueldad.
Quiero compartir con la sociedad dominicana a través de los lectores una experiencia transcurrida hace cincuenta años, pero que permaece fresca todavía en nuestra memoria.
Ocurrieron estos hechos a que voy a referirme en los años de 1959 y 1960, cuando con apenas quince años comenzábamos a conspirar contra la dictadura que nos oprimía.
Comenzamos por lanzar panfletos en las calles de San Pedro de Macorís, incluso hacia el interior de automóviles de funcionarios del gobierno trujillista, en las iglesias y en otros lugares de concentración de personas. Cuando ingresamos al liceo José Joaquín Pérez el grupo del que formamos parte se fortaleció al contacto con estudiantes de mayor edad, que aunque no distribuían panfletos, estaban en contra del tirano, muy activos en esos momentos haciendo labor en el plantel para auspiciar una misa semiclandestina a la memoria de las hermanas Mirabal, asesinadas el año anterior. Entre los alumnos que procuraban este homenaje póstumo recordamos a Papito Rojas, Luis Soto; también a los hermanos Laureano (Laíto) y Nelson Marrero, hoy subdirector de este periódico, y al bien recordado Rafael Ramírez Báez “Nito”, fallecido hace algunos años.
Entre los que ya para esa época confeccionábamos los panfletos estaba el joven Rafael Nivar Uribe “Dingo”. Ambos lanzábamos los hojas en diferentes calles. Con la participación también de Chuchy González, Vinicio Castillo, Moncho Canto y Tony Canto. La distribución la hacíamos de manera individual para asegurarnos de no caer juntos en las garras de la dictadura. En la secundaria se agregó a nuestra lucha a un hermano de Rafael Nivar “Dingo”.
Concomitante con nuestro accionar, se producía el enfrentamiento de la Iglesia con el Gobierno por las pretensiones del tirano de ser declarado Benefactor de la Iglesia Católica. Éramos muchachos que nos reuníamos cerca del templo y hacíamos comentarios contra el régimen a propósito de la pastoral de los obispos en contra del tirano, encabezados estos por Monseñor Panal y Monseñor Oreilly. Al parecer alguien advirtió al cura párroco de San Pedro Fray Atanasio CF de Vega sobre nuestras críticas a Trujillo y enseguida escribió una carta de denuncia al gobernador de la provincia, doctor Juan E. Silva, quien a su vez la remitió al coronel Neit Rafael Nivar Seijas, comandante de la plaza del Ejército en esos momentos.
Un día se presenta sorpresivamente al aula donde me encontraba mi hermano mayor Pepe. En el extremo superior derecho de la pizarra se veía la fecha en que estábamos: 7 de marzo del 1961. Mi hermano pidió permiso a la profesora y en un aparte me susurró: “se llevaron preso a Dingo la gente del Servicio de Inteligencia Militar”. Esta noticia me estremeció porque en ese instante tenía los bolsillos llenos de panfletos. Un pensamiento cruzó mi mente y fue el de deshacerme de tan mortal evidencia; pero no me dio tiempo a reaccionar con rapidez pues al instante el aula estaba ocupada por los esbirros del SIM.
Cuando me llevaron frente a Nivar Seijas encontré a Dingo sangrando profusamente y con el rostro algo desfigurado. Luego trajeron a Moncho Canto y al hermano de Dingo, Gabriel Antonio.
Nos mantuvieron en la fortaleza petromacorisana, llamada Méjico, hasta las 5 P.M. cuando llegó desde Santo Domingo el coronel Figueroa Carrión que se encargaría de llevarnos al servicio de inteligencia en la capital.
Entramos al despacho de Johnny Abbes García a las 7:00 P.M. Enseguida este preguntó a Figueroa Carrión cuáles eran los más comprometidos, señalándonos a Dingo y a mí. Su orden fue “llévenlos a la 5 x 8 y dénles un coliseo de película”.
Nos llevaron a la cárcel de La Cuarenta en una furgoneta con un rótulo que decía “Servicio Panamericano de Educación”. Después de tomarnos los datos personales, nos condujeron al salón de tortura donde había una silla de madera forrada de cobre. Un hombre desnudo sentado en ella, había perdido el control de su esfínter y evacuado por efecto de las torturas. Primero sentaron a Dingo, que casi enloqueció por efecto de la corriente recibida. Al día siguiente llevaron a La Cuarenta a Manuel Martínez, quien nos había prestado una yola para confeccionar los panfletos navegando en el Río Higuamo para no comprometer a nuestras casas familiares en la conspiración.
Esos torturadores eran bestias que disfrutaban en hacer su trabajo, como si la naturaleza los hubiera diseñado para eso.
En la celda había un solo inodoro lleno de excrementos, por lo cual continuamente teníamos que hacer nuestras necesidades en la misma lata en que nos traían de comer.
Después de un mes, una noche nos trasladaron al penal de La Victoria, nos alojaron en celdas solitarias donde habían otros presos confinados, los cuales al saber que habíamos llegado desde La Cuarenta, nos preguntaban cómo habíamos dejado aquel infierno. Entre ellos estaba un muchacho de San Pedro, Hugo Soñé. Me preguntó por su familia. Él era uno de los presos incomunicados, pues en cualquier momento lo retornaban a La Cuarenta o a la Isla Beata en el litoral Sur. Una mañana nos trasladaron al Palacio de Justicia de Ciudad Nueva donde en una pantomima de juicio nos condenaron por “propaganda subversiva en contra del régimen legalmente constituido”.
Cuando nos llevaron de vuelta a La Victoria nos alojaron en un enorme pabellón donde había cientos de presos políticos. A mí me habían condenado a un año y 300 pesos de multa. En el momento me sentí feliz, pues era muy joven y consideré que un año pasaba rápido. Pero me enteré de que a Pepito Bosch Gaviño también lo habían condenado a un año y 300 pesos de multa, que él de inmediato pagó. Al momento de yo llegar ya tenía 5 años preso, y cada vez que le preguntaba al coronel Horacio Frías que cuándo lo iban a soltar, le respondía que el día en que su hermano Juan Bosch volviera al país. Es decir que yo tampoco tenía esperanza de salir de allí.
Recuerdo que éramos tan jóvenes, que cuando llegamos al pabellón escuchamos al prisionero Moncho Imbert Rainieri, decir “¡coño, ya Trujillo los está sacando de la cuna!”. Allí conocí a hombres a los que Trujillo no había concedido amnistía, como a otros, y que eran miembros del Movimiento 14 de Junio, como José Fernández Caminero, Amiro Pérez Mera, Cristóbal Gómez Yangüela, Che Espaillat, Jose A. Sánchez Sanlley “Papito”, asesinado junto a Segundo Imbert Barrera pocos días después del ajusticiamiento de Trujillo. Recuerdo la mañana en que se los llevó Horacio Frías y jamás supimos de ellos. También a los hermanos Sánchez Córdoba, Miguel Lama Mitre y a los hermanos Estévez. A Manolo Tavárez lo conocí a los pocos días de muerto Trujillo, que lo llevaron a La Victoria. No volví a verlo allí.
Yo fui panfletero en San Pedro de Macorís con apenas 15 años; jamás había escrito sobre este papel que jugué por la Patria y que me provocó tanto dolor a mí y a mi madre, la cual durante mi encierro en La Cuarenta iba casi cada día a donde Jhonny Abbes García quien solía decirle que ella había perdido el juicio, pues él nunca me había visto en su vida.
Alguien dijo que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla. Por eso admiro el glorioso pueblo de Santiago, por haber erigido un monumento en honor a esos panfleteros, que ofrendaron sus vidas.
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