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jueves, 12 de abril de 2012

La guerra sucia


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Abril 2012, 12:11 PM
La guerra sucia
Escrito por: Chiqui Vicioso (luisavicioso@hotmail.com)
Extraño país el nuestro, que permite que un intelectual menor de otro país
llegue y denueste a sus ciudadanos, como si estos no tuvieran familia. Es lo
que acaba de suceder con Piero Gleijeses, un malhumorado y rencoroso intelectual
que vino en plena guerra de 1965 a entrevistar a jóvenes enfrascados en una
guerra muy desigual, para escribir su libro sobre la gesta de abril.
Precedido de una dudosa reputación, fue recibido con recelo por varios de los
dirigentes principales de la gesta, entre ellos Fidelio Despradel, y 47 años
después regresa a destilar su rencor de contrariado pequeñoburgués.
Nada importante si no fuera porque regresa cuando despega Alianza País
(¿coincidencia?), una fuerza a la que Fidelio ha dedicado los últimos años de su
vida y de la cual soy candidata.
Es el inicio de la guerra sucia, instigada por un viejo dirigente, hombre
contradictorio y vacilante, cuyo nombre no revelo por consideración a su
familia. Es la guerra sucia de la envidia que ha corroído desde siempre a
ciertos sectores de la "izquierda dominicana", incapaz de articular una solución
creativa y gramsciana a la crisis generalizada del país.
Mis guerras, como se sabe, han sido literarias: contra la misoginia, el
elitismo, la exclusión y la supuesta apoliticidad de que alardean muchos
literatos. No tengo armas para esta guerra sucia, a ahora que di un paso al
frente para apoyar la decencia en la política y el predominio de las ideas.
Hago responsables de lo que nos pueda suceder a quienes intentaron, trayendo
a Gleijeses, manchar nuestro esfuerzo enjuiciando la trayectoria de uno de los
más nobles dirigentes políticos dominicanos.
Hago responsables de lo que nos pueda suceder a quienes presentan a Manolo
Tavárez Justo como un líder pusilánime acorralado por un grupo de jóvenes que
podían ser sus hijos o hermanos menores, y no como un hombre que cumplió con la
palabra empeñada cuando dijo "sabemos dónde están las escarpadas montañas de
Quisqueya".
Hago responsables de lo que nos pueda suceder a quienes en pasadías con
puercos y cerveza han planificado y anunciado el asesinato de Fidelio, por su
firmeza irrenunciable y sus denuncias de las claudicaciones de quienes aceptan
dinero de los mismos que masacraron nuestras luchas.
Y a ustedes, solo les pido que no se dejen confundir y confíen en nosotros.
Paz y bien.

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