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domingo, 25 de abril de 2010

El Ayer para el Hoy y el Mañana Por José Antinoe Fiallo Billini

Se agradece al Dr. José Antinoe Fiallo Billini en envio de esta colaboración.
Redacción unojotacuatro.blogpot.com



LA REVOLUCIÓN DE ABRIL:

El Ayer para el Hoy y el Mañana




Debemos hacer un esfuerzo por pensar de manera profunda, pero creativa, por qué se produjo y cuál es la significación histórico-política de la Revolución de Abril de 1965, con la intención de que ello sirva al presente y al futuro, es decir, un pasado que puede estar en el hoy y el mañana de los que ahora y en el tiempo por venir vivimos y viviremos en la sociedad dominicana.


Una Crisis Histórica

Una primera cuestión que debemos esforzarnos y preocuparnos por despejar es el significado de la crisis del régimen de Trujillo desde finales de la década de los cincuenta. ¿Qué implicó el que la Tiranía de Trujillo hiciera una crisis que llevó al ajusticiamiento de su cabeza política?

Probablemente hay, entre otros, dos componentes a resaltar: la reactivación y emergencia de la oposición radical-democrática, expresado esto en la organización clandestina 14 de Junio, por un lado, y por el otro, el inicio de divisiones o fracturas del grupo dominante o hegemónico, lo que se manifestó en las diferencias de Trujillo con el Imperialismo Norteamericano y en el llamado complot del 30 de Mayo que culminó con la muerte de la cabeza de la Tiranía y que fue organizado por trujillistas disidentes con apoyo norteamericano.

¿Qué nos dice, en primer lugar, esto como proceso?

Bueno, pues que estaba en curso, paso a paso una crisis de hegemonía, es decir de las capacidades de ascendencia del grupo dirigente sobre el conjunto de la sociedad, incluyendo la habilidad de dar coherencia a la dominación y opresión. Por otro lado, la emergencia de una contra/hegemonía como componente de esa crisis, lo que quiere decir que comenzaron a surgir factores intencionales de desarticulación y debilitamiento de las capacidades de ascendencia, control y opresión de las mayorías nacionales y populares.



Pongámosnos Claros Sobre Eso que se Llama

la Sociedad Civil

La contra hegemonía es una respuesta desde unos lugares, espacios, territorios; es una intención, unos proyectos, unas prácticas, unas acciones, unas mediaciones, unas organizaciones, unos imaginarios (lo que la gente o agrupamientos sociales cree que pasó, cree que pasa y cree que pasará) no desde el Estado o el gobierno (la sociedad política) sino desde fuera de ellos, alrededor de ellos, pero interactuando con ellos y ella.

Desde 1961, surgieron sindicatos obreros, organizaciones campesinas, agrupamientos estudiantiles y profesionales, clubes barriales, partidos e instituciones políticas, organizaciones de mujeres, nuevas expresiones y formas religiosas oficiales y no formales, en suma, intenciones, proyectos, prácticas, acciones, mediaciones e imaginarios de las clases medias urbanas y de las clases populares nacionales desde sus territorios, espacios y luchas.

Eso fue posible al sumarse la intención y la lucha con la crisis de hegemonía que fue debilitando la sociedad política y fortaleciendo la emergencia de la sociedad civil como lugar natural de la contra/hegemonía de lo popular y nacional y de debilitamiento, por el conflicto, del Estado, del gobierno, de la política tradicional hegemónica en su conjunto.

Varios gobiernos se sucedieron (Balaguer, Consejo de Estado, Bosch y los Triunviratos) y cada gobierno significó un paso de debilitamiento de la dominación y la hegemonía. Balaguer y el Consejo de Estado fueron continuidad y conflicto y fractura crítica de la burocracia trujillista y la nueva burguesía emergente; Bosch, populista que acentuó la crisis con un intento de democratización limitada que afectaba la nueva burguesía pro/norteamericana pretendiendo ciertas reformas desde arriba y sin movilización social; los Triunviratos como muros de contención de la emergencia de la sociedad civil, armas de una facción burguesa contra otras y por lo tanto de profundización de la crisis de la sociedad política.
Rodeados y en Crisis Adentro


La emergencia y desarrollo de la sociedad civil, con predominio de lo popular, populista y democrático-radical, con un desarrollo conflictivo, a veces precario por la inexperiencia en el arte político de la contra hegemonía, comenzó a trabar y dificultar la acción estatal, gubernamental de la sociedad política en el sentido impositivo, autoritario, de la clase burguesa y la burocracia heredera del trujillismo.



Los órganos de seguridad o inteligencia fueron desmantelados parcialmente, reestructurados precariamente bajo protectorado yanki, luego se fueron dividiendo en compartimientos o grupos y terminaron neutralizándose entre ellos (los ojos y oídos, con visión parcial o casi taponados). En el caso del ejército, una parte del cuerpo de oficiales medios, apropiados de un saber sobre la política armada más adecuado a una práctica populista y democrática, cuestionaron y reflexionaron la práctica militar concebida como garante de la sociedad política (Estado y gobierno) autoritaria, alejada de la vida social cotidiana que alimenta la sociedad civil.

Sostenían una especie de proyecto en ciernes de reforma político-militar donde se concebía la corporación militar en un proceso de cierta ruptura con la separación del cuerpo social y con funciones más civiles en relación al conjunto del Estado, gobierno o sociedad política.


Una Causa de Fondo de la
Revolución de Abril


Mientras la sociedad civil se desarrollaba y en su dinámica cercaba a un Estado o sociedad política que no podía recomponerse, reestructurarse de manera democrática con cierta permanencia, elementos estatales de esa misma sociedad política se desplazaban para articular alianzas con elementos o componentes de la sociedad civil, con mediaciones de la sociedad civil o desde la sociedad civil.

Se perdía la hegemonía desde el Estado cuando militares democratizadores abrían un canal intraestatal a la contra/hegemonía, se ganaba contra hegemonía cuando ésta establecía un canal de comunicación con elementos o factores de desequilibrio de la contra hegemonía. La contra/hegemonía, es decir, la capacidad de ascendencia de lo democrático y popular que es la sociedad civil, debilita la sociedad política con su acción la división de esta, y se fortalece con su expansión alrededor del Estado y en el Estado con algunos factores o componentes de su crisis (es decir del Estado) que se incorporan a la dinámica que ella, como expresión clasista, de sujetos y de nación, desarrolla a lo largo de ese período.

Si bien es cierto que el proceso es complejo, y que, podría parecer que los grandes sujetos de la Revolución de Abril son los militares constitucionalistas y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), ello no es tan simple y sencillo, y podríamos decir que tampoco es cierto como afirmación absoluta.

Emerge, se desarrolla y expande la sociedad civil, surgen organizaciones políticas como el PRD que se plantea reformar desde arriba, es decir, un grupo ilustrado encabezado por un “jefe” que conduce a la democratización, sea pactando con Balaguer en 1962 (ganar una elección no es gobernar obedeciendo al pueblo) o con un golpe de Estado en abril de 1965.

En esa lógica los militares constitucionalistas serán un componente para apoyar la reforma política como resultado electoral conducido por un “jefe” carismático (Bosch) o los ejecutores de un golpe para restaurar un gobierno electoralmente escogido y derrocado.

Pero la dialéctica sociopolítica y sociocultural es mucho más compleja, y por lo tanto le complicó la realidad a los esquemas o proyectos de democratizar y reformar desde arriba.

No es casual que a pesar de que se produce el 24 de abril de 1965 primero como alzamiento militar con apoyo civil, pero fundamentalmente como alzamiento militar, entre el 25 y 26 de abril se produce una especie de crisis en la expresión político-operativa de la contra/hegemonía, cuando el PRD y una parte de las fuerzas militares alzadas no pueden empujar a fondo el proceso insurreccional.

El PRD como partido populista tradicional concebía la política como un ejercicio de líderes carismáticos y Estado o gobierno (sociedad política) en cierta medida, aunque tenía raíces en la sociedad civil y hacía oposición a partir de componentes de la sociedad civil, la capacidad de actuar en desenlaces estaba referida al referente del orden y el control de la sociedad política en armonía con la hegemonía en la sociedad civil.

En el caso de los militares constitucionalistas estaba la doctrina y el saber convencional militar, asociado al equilibrio interior de la política y la política armada, sin que necesariamente otro saber y otra política armada tuviera que contemplarse en el desenlace de confrontaciones.

¿Cuándo la Revolución de Abril, avanza, se profundiza, se despliega? Lo hace cuando de una u otra manera, elementos, tanto de la vieja sociedad política en crisis como de la sociedad civil emergente, confluyen en puntos de acercamiento más asociados a lo democrático, a lo civil, a lo no convencional, a la emergencia o eclosión de fuerzas masivas donde convergen intenciones y espontaneidades, donde lo armado se redistribuye y no se especializa y donde lo político democrático se hace evidente y asumido por lo militar: el militar se reconoce como político y el político civil se arma, se hace militar, un reencuentro total de la naturaleza de los y las ciudadanos y ciudadanas.

No pretendemos mitificar, sabemos limitaciones y limitantes. Pretendemos decir que cuando el poder, las capacidades de hacer, decidir, controlar, planear, se produce en asociaciones y articulaciones más horizontales (lo que no es perfección) se potencian y activan los procesos, y ello permitió al 27 de abril de 1965 redesplegar la revolución de abril y ello explica la intervención norteamericana o yanki del 28 de abril de 1965.

Probablemente si ese punto de encuentro de la crisis de hegemonía en sus componentes más íntimos y sensibles (lo militar) y el despliegue de la contra hegemonía y la estrategia insurreccional del Movimiento Catorce de Junio (1J4) y otras fuerzas de izquierda se hubiera producido más tempranamente el curso de la historia pudiera haber sido otro. Transformar el alzamiento militar en una insurrección masiva desde la sociedad civil, donde lo militar alzado que escindió la sociedad política y lo insurreccional civil desde la sociedad civil convergieran, podría haber sido una expresión democratizadora radical para esa época, y de hecho, como proceso comenzó aunque no culminó.

Ello no sucedió así, pero es una lección y un referente. Fueron los comandos constitucionalistas, con militares, religiosos, civiles, mujeres, haitianos, homosexuales, obreros, campesinos, moradores/as de los barrios, jóvenes, los que dieron una dimensión democrática y popular, un sostén de sociedad civil “constitucionalista” con más poder que los órganos convencionales de la “constitucionalidad” y que se abrió un cierto espacio a pesar de esquemas convencionales de ciertos sectores de izquierda referidos a la conducción o dirección política y a la estrategia armada en la diversidad.
Alguna Experiencia


Los procesos son complejos. Ellos abren caminos y esos caminos se recomponen frecuentemente. Las relaciones entre las sociedades política y civil son relaciones de conflicto cuando la sociedad civil se articula mínimamente como territorio de contra/hegemonía que a su vez debilita las hegemonías en las transiciones políticas. Las transiciones no son lineales, tienen diversidades de rutas, pero hay una cierta relación en la estrategia de fortalecer la sociedad civil comprendida como espacio de intereses clasistas y políticos no opresoras y la estrategia de desequilibrar y buscar resquicios e intersecciones en la sociedad política, que es espacio hegemónico-dominador que debe debilitarse.

Debemos construir intenciones de intervención sociopolíticas concebidas como estrategias de reactivación y expansión de la sociedad civil, vale decir, de capacidades de ascendencia política y moral sobre conjuntos sociales y a partir de intereses de mayorías populares, y colocar esa reactivación y expansión en un punto de encuentro con el proceso político de la cotidianidad dominicana.

Acercar una parte de la sociedad política a los territorios, espacios e imaginarios de la sociedad civil para preparar un “momento más horizontal” de articulación de todos y todas las ciudadanos y ciudadanas en igualdad de ejercicios y de dotación de medios de sobrevivencia y salvaguarda de ellos y ellas y de la nación.



Nota: este texto fue publicado originalmente en el periodico CARIBE SOY en su numero Marzo-Abril de 1997 en sus paginas 4 y 5 en Santo Domingo, Republica Dominicana.

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