Me acuerdo que en mi pueblo una vez hubo dignidad (1)
a) Conversación en la capilla:
A raíz de llegar los héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo el 14 de junio de 1959, una parte de la juventud universitaria se llenó de entusiasmo, ante el ejemplo dado por esos dominicanos que habían ofrendado sus vidas por la patria. Acuciados por esta inquietud, y aprovechando las vacaciones de verano, Rafael Taveras (Fafa), Antonio Ezequiel González y Francisco Aníbal González (Pachico) 1 se reunieron el domingo, 5 de julio del año 1959, en la casa de Antonio Ezequiel, en la comunidad de Conuco, en Salcedo.
Tres años antes, las palabras de una educadora habían encendido la chispa del patriotismo en Pachico González, quien entonces era un joven de 16 años, estudiante del segundo año del bachillerato. Recuerda que la profesora María Teresa Brito cultivaba una gran amistad con Minerva Mirabal. Y un domingo, estando la maestra de visita en la casa de Patria Mirabal, colindante con la de Pachico, éste se acercó y la señorita Brito les dijo a él y a Minerva: -Miren, jóvenes, en ustedes descansa el porvenir de la patria.
En aquel domingo de julio, ahora en el hogar de Antonio Ezequiel, la frase de la señorita Brito se había convertido en fuego sagrado. Así, durante varias horas los jóvenes discutieron sobre la forma de aportar algún esfuerzo a la lucha para liberar al pueblo de la dictadura trujillista.
Ya a las cinco de la tarde, arribaron a dos conclusiones: primero, que para integrarse a esa causa, debían acercarse a los seminaristas, con la intención de conocer la actitud que ellos tenían en ese sentido; y segundo, que para poder llevar a cabo el movimiento y que no fueran detectados en lo inmediato, tenían que realizar una manifestación política a favor de Trujillo.
Esta última decisión fue adversada por Pachico González; pero al final, Fafa Taveras lo convenció de que esa estrategia era correcta, porque si no, cualquier actividad causaría suspicacia en las autoridades y en los agentes del SIM. Animados por tal iniciativa, los jóvenes salieron de la casa de Antonio Ezequiel y se dirigieron a la capilla de San José de Conuco, ya que intuyeron que los seminaristas podrían encontrarse ahí.
En efecto, los religiosos acababan de llegar. Entre éstos, se hallaban Juan González, Tobías Cruz, Vinicio Disla y Ramón de Jesús Pons Bloise (Monchú). Cuando el grupo les habló acerca de sus intenciones, uno de los seminaristas dijo que ellos terminaban de bajar de las lomas de Constanza, y que venían aterrorizados porque aquello era tierra arrasada. Sin muchos rodeos, concluyeron que estaban dispuestos a unirse a los estudiantes universitarios. Enseguida, se decidió que al día siguiente se reunirían en la iglesia de Tenares, donde había un sacerdote que los seminaristas conocían como antitrujillista y que tenía un liderazgo dentro de la juventud deportista cristiana. Se trataba del padre Ercilio de Jesús Moya.
Encerrados en un aposento de la casa curial, los estudiantes y los seminaristas sostuvieron un encuentro no sólo con De Jesús Moya, sino también con el padre Daniel Cruz, quien se encontraba de visita en la parroquia con el propósito de impartir un retiro. Luego de discutir algunos aspectos, el padre Cruz les dijo que él contaba con varias personas de Moca y de Santiago, las cuales podría ponerlas en contacto con el grupo. Asimismo, los estudiantes les comunicaron la decisión de efectuar una manifestación de apoyo a Trujillo, propuesta que fue acogida por los sacerdotes.
Al día siguiente, el grupo visitó al señor Basilio Camilo, quien era el gobernador de la provincia de Salcedo. De entrada, los jóvenes le dijeron que ellos estaban interesados en cultivarse durante las vacaciones, intercambiando ideas y dando conferencias, preferiblemente en la escuela pública Dr. Rafael Trujillo Molina. También, le expresaron que para desarrollar tales propósitos, aunarían sus esfuerzos con los seminaristas. Al final, le indicaron que otro de sus objetivos era realizar una manifestación política a favor del Generalísimo Rafael Leonidas Trujillo Molina, Benefactor y Padre de la Patria Nueva.
Por supuesto, el gobernador aceptó. De una vez, llamó al presidente del Partido Dominicano, para que avalara el proyecto de los universitarios. Ese mismo día, las autoridades se comprometieron a darles fondos para los gastos de publicidad en los periódicos. Sin tardanza, formaron el comité que habría de presidir a la Acción Clero Cultural. Estuvo integrado por Vicente González Garrido, como presidente, porque, según acota Pachico González, era el más intelectual de los universitarios salcedenses; asimismo, por Sofía Rojas, como vicepresidenta; y completaron la directiva, Fafa Taveras, Antonio Ezequiel González y Francisco Aníbal González.
1 Entrevistado el 8 de junio de 2006.
Continuara...
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