Por Ángela Peña
a.pena@hoy.com.do
Luis Salvador Estrella Sadhalá, Antonio Imbert Barrera, Roberto Rafael Pastoriza Neret, Huáscar Antonio Tejeda Pimentel y Pedro Livio Cedeño Herrera, cuyos nombres se habían esfumado de la prensa por el proceso de democratización que vivía la República, volvieron a las primeras páginas en la semana del siete al 13 de agosto cuando se anunció que el Estado se constituiría en parte civil contra “los asesinos del Benefactor”.
Se designó a Hernán Cruz Ayala para constituirse en parte civil “por sus condiciones morales y por ser amigo leal a toda prueba del ilustre conductor desaparecido”.
Le seguirían causa, además, a Modesto Eugenio Díaz Quezada, Miguel Ángel Báez Díaz, Bienvenido Tomás Báez Díaz, Luis Manuel Cáceres Michel (Tunti), Miguel Ángel Bissié, Rafael Franklin Díaz Montaño, Luis Pedro Taveras Liz, Juan Alberto Rincón Jáquez, Nazario Bienvenido García Vásquez, Luis Amiama Tió, Ernesto de la Maza, Manuel Antonio Durán Barrera y Marcelino Bienvenido Díaz Santana, sometidos también ante el tribunal criminal, “acusados de trama y atentado para derrocar el Gobierno”.
Mediante la misma providencia calificativa se acusó a Raudo Saldaña Soto, Américo Silvestre Martínez, Altaveira Saldaña Soto (Monjita), Manuel Enrique Tavares Espaillat, Rafael Arturo Batlle Viñas, Plinio Antonio Jacobo Polanco, Venancio Arzaga Santidrián, Danilo Augusto Díaz Lovelace, Freddy de Jesús Tavarez Liz, Ricardo Antonio Mejía León, Juan Tomás Díaz Astacio e Hilaria Balbuena, “por ocultación de reos”.
El juez de instrucción de la primera circunscripción del Distrito Nacional, Wilfredo Mejía Alvarado, “termino la sumaria del caso y apoderó a la jurisdicción del juicio”.
El Caribe y La Nación se dedicaron a relatar la participación de los inculpados en el ajusticiamiento como una bien hilvanada novela en la que algunos actores figuraban como “fallecidos”, otros, como Amiama, Imbert Barrera, Ernesto de la Maza y Díaz Astacio, eran declarados “prófugos”.
Los familiares de estos inculpados vivían la angustia de su encierro, incomunicados y sufriendo inenarrables torturas por sicarios bajo las órdenes de Ramfis que reservó a los directamente implicados en el tiranicidio como un manjar para saciar su hambre de venganza.
El 20 de agosto se informó que 21 de los mencionados constituyeron abogados para que les asistieran en su defensa. Al lado de los nombres de cada uno figuraban los doctores Antonio García Vásquez, Flavio Darío Espinal, Edmundo Batlle Viñas, Quírico Elpidio Pérez, Eduardo Sánchez Cabral, Freddy Prestol Castillo, Antonio del Rosario, Jottin Khoury (sic), Antonio Rosario, Antonio García, Rafael Rincón hijo, M. Acosta Torres, Wenceslao Troncoso Sánchez, Marco A. Cabral Bermúdez, Luis Manuel Cáceres, Carlino González. Como representante de César Estrella Shadalá y Ricardo Mejía León aparecía Federico Nina hijo pero éste desmintió que fuera apoderado para asumir la defensa de Estrella Sadhalá en comunicación a Abel Fernández, juez presidente de la Primera Cámara Penal del Distrito Nacional, afirmando que sus compromisos políticos y profesionales eran “incompatibles con la defensa de dicho acusado”.
El 20 de noviembre de 1961 se publicó que seis de los procesados se habían fugado el sábado 18 de ese mes cuando la guagua que los conducía desde el sitio donde fue ajusticiado el tirano hasta la cárcel de La Victoria había sido asaltada y muertos el conductor y dos custodios. Tres “rasos de la policía” fueron víctimas de esta farsa: Félix Calderón Castillo, José Fabriciano Cruz Cuaba y Pedro María Romero Alcántara. En la guagua iban, supuestamente, Pastoriza, Pedro Livio, Tunti, Huáscar, Modesto Díaz y Estrella Sadhalá.
La falsa historia afirmaba que el vehículo fue emboscado por desconocidos que le dispararon en un lugar solitario a cinco kilómetros de Villa Mella, y que recibió 16 impactos de proyectiles de diverso calibre. La crónica era ilustrada con la guagua “asaltada”. Para dar credibilidad al invento se dijo que la policía inició una intensa persecución a los fugados y al lugar se trasladaron Fabio Tomás Rodríguez, procurador fiscal del Distrito Nacional, y Julio C. Campillo Porro, médico legista, y otras autoridades que dispusieron el traslado de los cadáveres al hospital “Marión”. El 21 de noviembre Porfirio Basora, procurador general de la República, negó que ordenara el descenso.
Los héroes fueron asesinados en una de las fincas de los Trujillo conocida como “Hacienda María”, ubicada en San Cristóbal. “Allí, medio ebrios, Ramfis y algunos de sus compañeros dispararon a sangre fría contra los reclusos, después de amarrarlos en palmas y cocoteros cercanos a la playa. Los cadáveres de los seis hombres asesinados nunca serían localizados”, escribió Miguel Guerrero en “Los últimos días de la Era de Trujillo” (1991). Se dice que fueron lanzados al mar. Inmediatamente después del asesinato, Ramfis y sus cofrades fueron al muelle de Haina para abordar la fragata en que salieron del país.
Guerrero recoge esta versión sobre el suceso: El mayor de la policía, Américo Dante Minervino, jefe de la penitenciaría de La Victoria, declaró el 13 de abril de 1962 que recibió órdenes del jefe de la policía de trasladar a los seis acusados al lugar donde cayó Trujillo. Después de llevarlos al lugar de la supuesta emboscada, Minervino los condujo a la Hacienda donde les esperaban Ramfis y sus amigos. Una vez perpetrado el asesinato, el oficial trasladó de vuelta a los policías que servían de escolta y en medio del trayecto estos fueron asesinados “para eliminar así testigos comprometedores”.
“No aspiro a nada”. Esta semana fueron disueltos el Partido Laborista Dominicano y el Partido Nacionalista, presididos por Julio César Ballester Hernández y Fabio A. Mota, respectivamente, surgidos para evitar que se fundara en el país una agrupación “de tendencia comunista”. Habían participado en los comicios de 1960 para elegir los gobernadores provinciales, síndicos municipales y regidores del Ayuntamiento.
Balaguer dispuso distribuir más de 350 mil tareas de terrenos cultivados a personas de escasos recursos y anunció que ningún miembro de la familia Trujillo sería candidato a la presidencia en 1962.
Un grupo de damas inauguró un monumento en el lugar donde fue ajusticiado su líder. Josefa Sánchez de González, Cristiana Peynado de Aybar Mella, Carmen Mendoza de Cornielle, María Natalia Reyes estuvieron en el comité organizador que impulsó la construcción en mármol de Carrara, simbolizando una capilla en cuyo centro llevaba incrustada una cruz de bronce. Fue el homenaje de “la mujer” en gratitud por incontables beneficios que recibió de Trujillo, “especialmente la concesión de los derechos civiles y políticos”, significaron.
Petán Trujillo desmintió que aspirara a la presidencia de la República y atribuyó el chisme a políticos “infelices que medran en la intriga y la infamia”. “No aspiro a nada”, aclaró, “soy un soldado de la nación”, escribió alegando que el país marchaba bien con Balaguer. Concluyó con una indescifrable frase: “El que no conozca matemáticas, es hora de que aprenda”.
Pies de fotos: Rafael Segura
Salvador Estrella Sadhalá
098
Roberto Pastoriza
106
Tunti Cáceres
076
Pedro Livio Cedeño
076
Huáscar Tejeda
Modesto Díaz
Wilfredo Mejía Alvarado
Firma la Providencia Calificativa
Hernán Cruz Ayala
Representaría el Estado
Monumento donde cayó el tirano
152
Federico Nina hijo
Destacar:
El Caribe 8 de agosto
La Nación 7 de agosto
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