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jueves, 25 de diciembre de 2014

Museo Memorial conmemora 51 aniversario del asesinato de Manolo Tavarez Justo.

Museo Memorial conmemora 51 aniversario del asesinato de Manolo Tavárez Justo Manolo Tavárez Justo. HERMANAS MIRABAL, República Dominicana.- La Casa Museo Hermanas Mirabal y el Museo Memorial de la Resistencia Dominicana (MMRD) conmemoraron el 51 aniversario del asesinato del líder de la agrupación política Movimiento 14 de Junio, Manuel Aurelio (Manolo) Tavárez Justo y de sus compañeros. El acto tuvo lugar en la Casa-Museo Hermanas Mirabal, en la provincia del mismo nombre y asistieron representantes de las fundaciones patrióticas, así como autoridades provinciales. La Casa-Museo Hermanas Mirabal es una extensión del Panteón de la Patria donde posan los restos de Manolo Tavárez Justo, Patria, Minerva y María Teresa Mirabal. La Agrupación Politica 14 de Junio se levantó en armas luego del golpe de Estado que derrocó el gobierno Constitucional del profesor Juan Bosch. Se acogieron al cese al fuego propuesto por el gobierno ilegal del Triunvirato, pero fueron fusilados junto a sus compañeros de guerrilla a pesar de que les habían dado garantías de que sus vidas serían respetadas. La directora del Museo, Luisa De Peña durante el acto relató que ‘‘el 21 de diciembre de 1963, al caer la tarde un comando especial comandado por Dario Díaz Gil bajo las órdenes del general retirado Ramiro Matos González, jefe militar de la operación antiguerrillera, asesinó a un grupo de 15 integrantes del 14 de Junio en franca violación a la Convención de Ginebra”. La masacre tuvo lugar en el Alto de la Diferencia, en Las Manaclas, San José de las Matas. Manolo muere a la edad de 32 años. Tambien señaló que ‘‘a la luz de la nueva Constitución que reconoce los crímenes de lesa humanidad como imprescriptibles se depositó una querella el año pasado frente a la Procuraduría General de la República y a pesar del compromiso expresado por el Procurador Domínguez Brito la misma ha sido congelada en una gaveta.’’ Consideró que ‘‘la supuesta lucha contra la impunidad parece un circo montado con fines electorales, pues teniendo en sus manos todos los elementos para iniciar una investigación, la primera en el país por crímenes de lesa humanidad, no hacen nada.’’ El general Ramiro Matos es el padre del actual jefe del Ejercito Dominicano y ha sido señalado como implicado en otros hechos por las Fundaciones Patrióticas como los fusilamientos de los expedicionarios de Constanza, Maimón y Estero Hondo en 1959. Comenta a través del sitio 200 caracteres disponibles O comenta usando Facebook No hay comentarios desde nuestra web... Sé el primero en dejar uno!

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Los 51 Años del Asesinato de Manolo Tavarez Justo

Voz Editorial - Los 51 Años del Asesinato de Manolo Tavárez Justo Detalles Publicado el Lunes, 22 Diciembre 2014 11:58 Escrito por Antonio María Antonio María. 22-12-2014 - La llama de la libertad de la nación dominicana no se apaga desde que fue encendida el 14 de Junio de 1959, en Constanza, Maimón y Estero Hondo por los jóvenes de la Raza Inmortal, de los cuales formaron parte 11 mártires francomacorisanos. El doctor Manuel Aurelio Tavárez Justo (Manolo) al alzarse a las escarpadas montañas de Quisqueya el 28 de Noviembre del año 1963 a través de 6 frentes guerrilleros, reivindicó la bandera de lucha de los jóvenes de la Raza Inmortal y su Proyecto Liberador. Manolo y sus compañeros del Movimiento Revolucionario 14 de Junio (El 1J4), fracasó en su intento liberador el 21 de Diciembre de 1963, cuando tras la garantía de sus vidas por parte del Gobierno de facto del Triunvirato, el grupo decidió entregarse a los militares en las Lomas de Las Manaclas, de San José de las Matas, quienes cobardemente procedieron a eliminarlos. Al haberse cumplido ayer 51 años de la caída de Manolo y los jóvenes del 1J4, cabe destacar que en el presente histórico se registra una represión moral e institucional, que coloca al país en peores condiciones que las imperantes previo al ascenso al poder del profesor Juan Bosch el 27 de Febrero de 1963. La máxima responsabilidad recae en los tres partidos mayoritarios que han sido gobierno en los últimos años, auspiciadores y dueños de una corrupción rampante cuyo dineral alcanzaría para lucirnos ante el mundo con niveles excepcionales en materia de economía, educación, salud y alimentación. Las semillas libertarias que sembró Manolo en las Lomas de las Manaclas, están ahí y éstas pueden germinar a los pies de nuestra juventud de manera libre y desafiante. ¡Que los ideales de Manolo y los jóvenes del 1J4 nunca mueran, mucho menos en esta época, donde reina la corrupción y el transfuguismo ¡¡¡

domingo, 21 de diciembre de 2014

UN 21 DE DICIEMBRE FUSILARON A TAVAREZ JUATO Y OTROS 15 EN LAS MANACLAS

INICIO PORTADA UN 21 DE DICIEMBRE FUSILARON A TAVÁREZ JUSTO Y OTROS 15 EN LAS MANACLAS Manolo Tavárez Justo Un 21 de diciembre fusilaron a Tavárez Justo y otros 15 en Las Manaclas Por: Redaccion AlmomentoFecha: diciembre 21, 2014En: Portada10 Comments Por HECTOR TINEO – Un día como hoy, en 1963, tropas del Ejército Regular fusilaron en Las Manaclas, al doctor Manuel Aurelio -Manolo- Tavárez Justo y a 15 compañeros que lo acompañaron en el movimiento guerrillero que había iniciado el 28 de noviembre de 1963. Una versión da cuenta de que Manolo Tavárez Justo y sus compañeros fueron arrestados en el momento que iban a entregarse desarmados acogiéndose a una promesa del Gobierno de facto del Triunvirato que había prometido respetarles las vidas si abandonaban las armas. Sin embargo, sus captores los fusilaron en el lugar de la detención. El 19 de diciembre de 1963, el triunviro ingeniero Manuel Enrique Tavares Espaillat, había anunciado que la guerrilla sufrió 16 bajas y el Ejército Regular dos. Acusó al movimiento guerrillero que lideraba Tavarez Justo, de tratar de establecer en la República Dominicana “una dictadura comunista, análoga a la que oprime al pueblo fraterno de Cuba”. No obstante, el miembro del Triunvirato dio seguridades a los guerrilleros de que si abandonan su lucha y se entregan a las autoridades, sus derechos serían respetados. En opinión de Tavares Espaillat “es innecesario reiterarles que sus vidas y derechos serán religiosamente respetados”. En el momento que hizo el anuncio ya se conocían las noticias sobre las muertes de los guerrilleros Francisco Bueno Zapata, Pipe Faxas, Luis Ibarra Ríos y el guía guerrillero del Frente de Las Manaclas, Comandante Enrique Jiménez Moya, Domingo Sánchez Bisonó (El Guajiro) El 19 de diciembre de 1963, el triunviro dijo que los focos de insurrección habían sido dominados, “a excepción del que opera en El Rubio”. Aseguró que las autoridades militares habían tomado 87 prisioneros, 58 armas largas, ametralladoras, fusiles máuser, pistolas, y revólveres. De su lado, familiares de los guerrilleros solicitaron al Gobierno de facto del Triunvirato que declarara una tregua para los insurrectos, a fin de que puedan entregarse sin poner sus vidas en riesgo. La petición también fue apoyada por el Partido Revolucionario Social Cristiano. El Gobierno de facto del Triunvirato también anunció el día 19 de diciembre de 1963, que suspendió las garantías individuales a los detenidos inculpados de delitos de subversión, por lo que no podrán obtener libertad provisional, con o sin fianza. El doctor Manolo Tavarez Justo, Comandante del Frente, Enrique Jiménez Moya, y sus compañeros, fueron detenidos por miembros del Ejército Nacional, a cinco kilómetros del caserío de Las Manaclas, en el municipio de San José de Ocoa. Del grupo que se acogió a la promesa que había hecho el Triunvirato de garantizarle la vida si se entregaban desarmados, sólo sobrevivió Emilio Cordero Michel, quien formaba con otros guerrilleros la Comisión de Avanzada que negociaría la rendición de los guerrilleros con los militares. Al salir a la carretera, la comisión gritó que iba a entregarse y a pesar de mostrar prendas blancas, fueron ametrallados por militares que viajaban en un jip. Los integrantes del otro grupo de guerrilleros que permanecían ocultos con el doctor Tavarez Justo, fueron apresados y fusilados en el acto. Los guerrilleros que fueron fusilados junto al doctor Manolo Tavarez Justo fueron Leonte Schott Michel, Alfredo Peralta Michel, Rubén Díaz Moreno, Jesús Antonio (Tony) Barreiro Rijo, Juan Ramón (Monchi) Martínez, Manuel de los Reyes (Reyito) Díaz Herrera y el doctor Federico José Cabrera, quien era el médico del frente guerrillero Enrique Jiménez Moya. También fueron fusilados Jaime Ricardo Socías, Fernando Arturo (Papito) Ramírez Torres, Carlos Manuel Fondeur, Rubén Alfonso (Fonsito) Marte Aguayo, Caonabo Abel, Antonio (Manchao) Filión y José Daniel Fernández Santos. La versión de Tulio H Arvelo El historiador Tulio H Arvelo, publicó la versión que da cuenta del acto de fusilamiento y echó por el suelo la versión del Gobierno de facto de que el grupo de guerrilleros que acompañaba a Manolo Tavarez Justo, murió en combate. Arvelo, explica los hechos en una historia que publicó en la Revista Ahora, número 737 del 26 de diciembre del 1977, en las páginas 65, 66, 67 y 68. En contenido es el siguiente: El 21 de diciembre de 1963, el Dr Manuel Aurelio Tavarez Justo (Manolo), y catorce compañero más perecieron en Las Manaclas. Inmediaciones de San José de las Matas a manos de efectivos del Ejército Nacional. Según el parte oficial el grupo murió en combate. Pero sus compañeros sobrevivientes aseguran que fueron asesinados después de rendirse atendiendo un llamado que hizo por la Radio el ingeniero Manuel Tavares Espaillat, miembro del Triunvirato en el poder prometiendo que se le respetaría la vida. Tavarez Justo y sus compañeros habían iniciado un foco guerrillero el 26 de noviembre de 1963, conjuntamente con otros cinco grupos que operarían en La Horma. Berrenda. Bahoruco. El Limón y Los Quemados, diseminados en el Norte, en el Este y en el Sur del territorio nacional. El motivo de la acción estuvo claramente expuesto en la Proclama al Pueblo, al decir ´la hora llama a la restitución y mejoramiento del régimen constitucional derogado por el golpe de Estado. Se refiere a la asonada que derrocó el gobierno constitucional del Presidente Juan Bosch el 25 de septiembre de 1963. La proclama no limita el alcance del movimiento a esos objetivos. Considera que esas metas enriquecen las perspectivas de la revolución que nosotros auspiciamos. Más adelante aclara este concepto cuando dice ´y transformado este combate constitucional y antigolpista en una resistencia por la revolución reivindicadora que es nuestra misión fundamental. El foco guerrillero de Las Manaclas, estaba compuesto por 29 combatientes de lo que solamente ocho salvaron la vida. A través de relatos de los sobrevivientes se conocen los últimos momentos en la vida de los mártires del 21 de diciembre del 1963. Aunque hay divergencia en sus versiones, todos coinciden en que a última hora decidieron acogerse a las garantías del ingeniero Tavárez Espaillat. Estaban agotados Un informe de Luís Peláez, sobreviviente de Las Manaclas rendido a la dirección del Movimiento Revolucionario 14 de Junio (1J4), publicado en la edición del 26 de febrero de 1973 de la revista ¡AHORA!, dice que el día 19 el estado de la tropa era de agotamiento progresivo. Los comestibles se habían terminado y los esfuerzos para abastecerse eran inútiles porque habían fallado las medidas tomadas antes de subir a las montañas. Los almacenamientos de provisiones habían desaparecidos y las bodegas y carnicerías instaladas en lugares estratégicos habían sido incautadas por el Gobierno. El día 20, sigue el informe, castigados por el hambre y el frió se planteó por primera vez considerar las garantías dadas por el Ingeniero Tavarez Espaillat. En una reunión celebrada en la noche, la mayoría opinó que debían acogerse a ellas. Cinco se opusieron aduciendo el temor de que las intenciones de los militares golpitas fueran contrarias a las aparentemente expresadas por el miembro del Triunvirato. Tampoco Tavarez Justo, era partidario de la entrega. La reunión se disolvió sin que se llegara a un acuerdo. La decisión final se tomaría al día siguiente. El 21 a las cinco de la mañana ya estaban en pie. Aunque no se hizo una nueva reunión formal, las conversaciones entre grupos habían convencido a Tavarez Justo a decidirse por la entrega. Con esa adhesión comenzaron los preparativos para rendirse a las autoridades. A las 10.30 a.m., a José Daniel Ariza, Luís Peláez, Josesíto Crespo Polón y Pitifia, los cinco opuestos a la rendición, se les permitió marcharse. En una entrevista hecha al doctor Emilio Cordero Michel, sobreviviente del grupo, en el número seis de la Revista ¿Qué?, en 1971, hay más detalles de las últimas horas de los héroes y mártires de Las Manaclas. La rendición Se acordó que la rendición se haría de día y ante un oficial del Ejército. Se comisionó a un grupo comandado por Cordero Michel e integrado además por Leonte Schott Michel, Alfredo Peralta Michel, y Juan Ramón Martínez (Monchi) para que fueran a arreglar la entrega. A las cinco horas de camino se encontraron con un jeep del que se apearon dos soldados armados de ametralladoras. Uno abrió fuego matando en el acto a Schott Michel, a Peralta Michel y a Martínez. Cuando el soldado homicida recarga su arma para disparar sobre Cordero Michel, que había resultado ileso de sus primeras ráfagas, el otro soldado se la quitó increpándolo de asesino y evitando que lo matara. En esa misma entrevista está el siguiente detalle: Fidelio Despradel, Marcelo Bermúdez, Juan García Arias (Chanchan), y Domingo Bisonó (El guajiro), habían abandonado el grupo de Manolo del 15 al 16 a cumplir una misión. Eso salvó la vida a los tres primeros. El guajiro murió al ser reconocido en una bodega por el segundo alcalde del lugar. Allí fue herido de una puñalada. Despradel, Bermúdez y García fueron capturados más tarde. Los caídos en Las Manaclas fueron Dr. Manuel Aurelio Tavarez Justo. Ing. Jaime Rafael Ricardo Socias. Dr. José Cabrera González. Juan Ramón Martínez (Monchi). Jesús Antonio Barreiro Rijo (Tony). José Daniel Fernández Matos. Ing. Rubén Días Moreno (Rudy). Agr. Domingo Sánchez Bisonó. Manuel de Jesús Founder, Leonte Antonio Schott Michel, Fernando Arturo Martínez Torres, Antonio Filión (Manchao), Caonabo Abel Manuel de los Santos Reyes Díaz (Rayito) Alfredo Peralta Michel (Alfredito) Francisco del Carmen Bueno Zapàta, Rubén Alfonso Marte Aguayo (Fonsito) En la Horma, entre San José de Ocoa y Valle Nuevo, murieron. Hipólito Rodríguez Sánchez (Polo). Jefe del grupo de los Quemados, Adolfo González y Negro Rodríguez de Jesús. En esa misma zona fueron capturados Arsénico Ortiz Fernández (cubano), Francisco Peralta Trinidad, Arturo Romero, José Rafael Pérez Modesto, Gonzalo Pérez Cuevas, José Altagracia Suazo, y la Dra. Carmen Lora Iglesias (Piky) En Loma Colorada, jurisdicción de San Francisco de Macorís, fueron capturados. José Chaljub Mejía, Luís Adolfo Domínguez, Dr. Abel Rodríguez del Orbe, José Anibal Guzmán, Cruz Peralta y Homero Hernández, (este último sería muerto años después por una patrulla de la Policía Nacional, en una calle de Santo Domingo) En el Calvario de Nagua, fueron capturados Manuel de Jesús Checo, Dr. Nathanael Díaz González, Emil Elías Esmurdoc Ariza, Juan Lantigua Javier, Aquiles Reynoso Paulino, Oscar Edgard Cabral Rodríguez, Ramón Euclídez Morillo Martínez y Reyes Saldaña. En Villa Nizao, Enriquillo, capturaron a José Antonio Moquete Capell. Juan José Javier Reyes. Gil Alberto Pérez Rijo (Belisario). Lilo Coss Batista, Dr. José Dionisio Bautista Fabián, Ángel Luís Pertnella Ceballo (de nacionalidad española) y Federico Cuello Dávila. Enn El Fondo, Polo, Barahona, fueron capturados el Ing. Jaime Capell Bello. Dr. Enrique Batista Gómez. José Hungría Sánchez. Raymundo Cuevas Sena y Nelio Hernández Bautista. En la Región Este murieron: Rafael Faxas Canto (Pipe). Herniquillo Almánzar, Caqui Meléndez y Minaya Fernández. En Pedro Sánchez, fueron capturados El Dr. José Antonio Contando y Cristóbal Romás (Cristobita) En la Región Septentrional, murió Félix Jerónimo Escaño Peña y fueron capturados. Edmundo Díaz. Ing. Daniel Matías. Francisco Tello. Dr. Sostenes Peña Jáquez (más tarde muerto en el asalto a San Francisco de Macorís durante la Guerra de Abril de 1965) y el Dr. Juan Miguel Román (muerto heroicamente en el asalto al Palacio Nacional durante la Guerra de Abril de 1965) En Los Quemados, Bonao. fueron capturados el Dr. Juan José Matos Rivera. Marcelino Grullón Jiménez. Teódulo Radhames Guerrero, Dr. Bienvenido Aquino Pimentel, Benito Alejo Germán Vargas, Arquímedes Pagan Feliz, Eduardo Rosa Aristy, Ing. Manuel Lulo, Antonio Mirabal Jiménez, Julio Lora Genao, Freddy Reyes, Marcelino Antonio Rosado, José Romero Bello Suriñach, Julio Enríquez Montandón, Marcelino Antonio Vargas Jaquez, Zoilo Batista, Hugo Alberto García Muñoz, Ángel Rafael Abud y Manuel de Regla Medrano. El motivo del fracaso es uno de los puntos más tratados en artículos entrevistas, y otros medios de publicidad por los sobreviviente del movimiento guerrillero. Señalan muchos de los sobrevivientes ´ que el aislamiento de las masas fue un factor principal que impidió el triunfo. Así como la falta de una línea política, es decir la estrategia y la táctica para desarrollar la lucha guerrillera, estas consideraciones fueron expresadas por Emilio Codero Michel, y corroborada por Josesito Crespo, del frente de la Las Manaclas, que comandaba Manolo Tavarez Justo. José Daniel Ariza, otro combatiente del Frente de Las Manaclas, acorde con la falta que significó la ausencia del apoyo popular dijo que la línea política que se siguió fue incorrecta y que el pueblo es el único sabio y si le indicamos un camino errado no nos sigue, demostrándonos que estamos equivocados. Los cadáveres de los mártires de Las Manaclas fueron enterrados en una fosa común, la mayoría de ellos fueron sacados y trasladados a sus respectivas localidades de donde eran oriundos. Manuel Aurelio Tavarez Justo, fundador del Movimiento Revolucionario 14 de Junio (IJ4), y Comandante Supremo de los Frentes Guerrilleros de noviembre del 1963, reposa en el cementerio de la ciudad de Salcedo, de la Provincia Hermanas Mirabal, junto a su esposa Minerva Mirabal. NOTA. Hemos querido refrescar la memoria a los dominicanos que vivieron esos momentos y a los jóvenes que solo le ha llegado con muchas distorsiones esta heroicas jornadas de hombres y mujeres que sintieron que la libertad de esta nación había sido mancillada por el gorilismo imperante en esa época, sintiendo el llamado de la Patria, no el llamado que se le quiere atribuir a tránsfugas. El valor de estos que ayer siguieron a unos de los hombres con mayor sentimiento y quien fuera cobardemente asesinado por las hordas sangrientas del gorilismo de ese entonces. El valor de aquellos al igual que los inmortales de las jornadas de Constanza, Maimón y Estero Hondo. Recordemos siempre a nuestros héroes. (Tulio H Arvelo) Fuente: DiarioDominicano.com http://www.diariodominicano.com/cultura/2014/12/21/186900/el-dia-que-fusilaron-a-manolo-tavarez-justo-y-a-companeros ALMOMENTO.NET publica los comentarios de sus lectores, tal como fueron escritos, sin someterlos a censura previa ni corrección. 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El Moreno queria ser guerillero

Por ÁNGELA PEÑA a.pena[@]hoy.com.do Foto Napoleón Marte. “Ver el cadáver de Marino en Bruselas fue un mal momento, difícil, duro. No quise volver más, me dediqué a visitar a Miriam en el hospital, quería despejar rumores, comentarios de que eran amantes. Los retrataron desnudos y ellos vivían separados, eso es mentira, El Moreno era respetuoso, Otto, el esposo de ella, era su mejor amigo, íntimo de mi casa”. Víctor Horacio, conocido en el mundo deportivo como Micky Nazario, es el hermano de Maximiliano Gómez que viajó a identificar el cuerpo inerte del dirigente del MPD. Lloró al advertir que “comenzaba a deteriorarse”, al igual que le brotaron lágrimas de impotencia cuando lo miró “amarrado, rodeado por 40 militares en el Palacio de Justicia” en los días previos a su salida y prorrumpe en interminable llanto mientras conversa sobre la vida del revolucionario para quien fue como un padre. “Miriam estaba atada a la cama. Me conocía muy bien, abría los ojos como quien dice: ¡Pero mira a Micky! Y nunca dijo una palabra. No estaba en coma, estaba saludable”, narra Micky quien con los años ha escuchado versiones sobre el hecho. Hay una que hace suya porque piensa que “las personas cambian o las obligan a transformarse, las utilizan”. Mientras esperaba que embalsamaran al difunto la policía belga lo perseguía. Preguntaba a los agentes cómo murió su hermano y cuando ellos contestaban que asfixiado por gas reaccionaba: “¡No! ¡Él era muy poderoso, muy fuerte, era un atleta, a él no lo mataban así!.. Llegábamos a discutir… Allá fue donde empecé a tener dudas sobre las causas del deceso”. Se empleó en investigar “y recibí informaciones de todo tipo”. Sentía tristeza, dolor, enojo. Amaba al Moreno, lo admiraba desde que era un niño, lamentaba que “habiendo dado su vida por este país quisieran desacreditarlo de esa forma”. Era tan querido “que hasta el enemigo lo ocultaba. Creían tanto en él y él confió en los demás que probablemente su misma gente lo mató o cooperó para que lo hicieran”. “Pensábamos que iba a estar más seguro fuera que estando preso aquí”. Pero se equivocaron. Peña Gómez dio a la familia la noticia de la defunción. “Llamó a mi casa y yo no sé de dónde aparecieron esos pasajes para ir a buscarlo”, expresa significando la turbación que invadió a todos pese a que desde que lo apresaron “sabíamos que estaba en peligro”. Trajo a Santo Domingo a los hijos de Miriam Pinedo y en el aeropuerto lo abordaron los periodistas. “¡Balaguer es el responsable de esa muerte! Lo dije muchas veces y en voz alta”, relata. Por unos amigos salvó la vida. “Gracias a Dios tenía residencia norteamericana y tuve que emigrar después del entierro”. Es el propietario de una modesta tienda en la que se destaca el retrato de su hermano pero conserva otros con mucho celo porque son reliquias que pocos conocen. “Quería ser guerrillero”. “El Moreno tenía un pensamiento en el que nosotros no estábamos: ser revolucionario. Sus cosas no las decía, jugaba pelota pero su mente estaba en otra parte”, manifiesta José Santos Benítez, alias Hino Hino, deportista de las ligas Anís Confite, Jabón Hispano y Farmacia Andreíta, que nació el 26 de agosto de 1936 y está ciego. Era soldador en el ingenio Porvenir donde El Moreno era “mecánico”. “Paró el ingenio y caímos presos porque fuimos a Santa Fe y también lo paramos, nos cayeron atrás como 500 guardias y nos llevaron a México”, la cárcel. En la prisión exclamaron: “¡Estos son los comunistas!” pero “se presentó Marino con un general y nos soltaron a todos”, cuenta, manifestando que “Marino quería ser guerrillero, y nos defendía”. La huelga organizada por Gómez “era en protesta por el abuso”. Micky acota que Maximiliano “se subía en una tarima y decía a los obreros: “¡Eso que te están pagando no es lo justo, te están explotando!”. Micky nació el 16 de abril de 1937. Su papá era Tomás Nazario Echevarría, puertorriqueño, que murió cuando él tenía seis años. Los demás hermanos son Máximo Horacio, Hilda, Maritza y Marina. “Yo era como un padre, había aprendido a ganar el peso y en mis hombros estaba la estabilidad de mis otros hermanos”, declara. A Maximiliano lo acogió como su hijo. “Él estudió en la Escuela Número 3. Yo aprendí a coser desde los 12 años, soy también sastre”, significa mostrando su máquina de 50 años que trajo desde Broadway. En ese oficio introdujo al Moreno cuando se trasladaron a la Erciná Chevalier (Juana Saltitopa) de la capital. Trabajaron en la sastrería de los hermanos Capellán donde Maximiliano fue aprendiz pero escapaba para el local del 14 de Junio “y ahí se dedicó de lleno a la política”. Igual pasó con la pelota. Lo muestra en una foto junto a Rafael Charles (Don Plin), Quique Linares y Ovidio Polanco. Jugaba “out fielder” y primera base. “Tenía más condiciones que yo, heredó un tamaño como el de su papá, tenía mucha naturaleza para el béisbol pero no quiso ser pelotero”. Micky, exaltado al Salón de la Fama de San Pedro de Macorís, es gloria que jugó con todos los equipos nacionales y viajó alrededor del mundo contratado por las más reconocidas agrupaciones deportivas internacionales. De niño practicaba en La Arena, La Bajadita y La Normal. Narrar su historia es deuda. De la vida política de su hermano conocía poco. “Cuidaba tanto de mí que esas intimidades no me las comunicaba, las supe después que lo mataron. Me protegió, sabía que yo tenía que ir a Estados Unidos para mandar el money order a mi mamá”. Con sombrero no solo por el invierno sino porque se cansó de usar gorra, tiene conocimiento de que se disfrazaba de mujer para ir a Macorís, que viajó a China y a Cuba donde “tuvo problemas con Fidel porque no le gustaba el sistema, y no se equivocó, era dictatorial, aunque los cubanos han llegado lejos”. El último encarcelamiento del líder los unió. En el juicio “me le acerqué y me dijo: ‘yo estoy bien’, con esa tranquilidad… Se me salieron las lágrimas”. Al sacarlo “estrellé mis gafas, del coraje, sabía que era una injusticia lo que se cometía”. “El Moreno, jovencito, luchando por esta tierra, no buscaba nada para él, todo era para su país… y envenenarlo”, lamenta entre sollozos. La familia, empero, es de temperamento rebelde. Lo heredan de Mariana, nacida en Las Pajas. “Estuvo presa, resistió una huelga de hambre con Carmen, la esposa del Moreno… Vio su hijo preso, encadenado, muerto… y ni una lágrima. Coño, ¡qué guapa era mi mamá!”.

sábado, 20 de diciembre de 2014

La increible batalla del Hotel Matum

La increíble batalla del Hotel Matum Por Lipe Collado. 20 de diciembre de 2014 - 12:09 am - 1 Comentario Lipe Collado Nació en San Carlos, Ciudad Trujillo, R.D. Estudió periodismo y derecho. En el pasado, profesor de la UASD, UCE y otras instituciones; periodista de Radio Mil, Radio Comercial y otras radiodifusoras, y de los diarios El Sol y La Noticia; columnista de El Sol, La Noticia y Hoy. Premio Nacional de Periodismo 2003. Autor de 35 libros, con 106 ediciones. Increíble. Sí, increíble, aún a la vuelta de 49 años. Una batalla informal, ¡terrorífica batalla! Y dentro y derredor de un hotel de Santiago, de una ciudad aldeana, denominado “Matum”. Cruel ironía: Matum en lengua de los Taínos, la arawaca, significaba bueno, generoso… Treinta militares constitucionalistas –“con órbitas entre las piernas”-, armados de fusiles automáticos, combatieron con tesón durante seis horas en defensa de sus vidas y de las de más de mil personas –niños y niñas, viejos y viejas, adolescentes y maduros, casi todos de extracción media y humilde- que habían ido allí a agasajarlos luego de una misa en la Iglesia La Altagracia y una ofrenda en el Cementerio Municipal, al cumplirse el 19 de diciembre de 1965 el séptimo mes de la muerte en combate, en la capital, del coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez. Era domingo. Se había iniciado el invierno dominicano. A eso de las diez de la mañana, luego de acciones provocadoras de parte de tropas “leales” ordenadas por oficiales de Estados Unidos que nos habían invadido desde el 28 de abril de aquel año, aproximadamente 300 soldados –llegarían a sumar 500, ¡500 contra 30!- los sitiaron por los cuatro flancos accionando con sus fusiles automáticos, ametralladoras 30 y 50, bazucas y tres tanques de guerra… y los vuelos rasantes de dos aviones de guerra P-51 Mustang. Como saben algunos lectores de esta columna, publiqué en febrero de 2011 la obra “La Batalla del Hotel Matum. 1965. Cronología”, que fue puesta en circulación en el Hotel Matum con la asistencia en su mayoría de miembros del personal de la sociedad de 1965 de Santiago y de la Capital. Aquel relato cronológico va mostrando los hechos, cual filmación de una película, en sucesión de a cinco minutos, hasta que a prima noche se salda a favor de los constitucionalistas, quienes batieron a 74 soldados atacantes y sólo sufrieron cinco bajas: tres soldados heridos y dos muertos, el mayor Juan María Lora Fernández y su chofer y asistente, sargento Domingo Báez Peña (Minguito). Allí también murieron tres civiles desarmados que, dominados por el pánico, huyeron del hotel, y fueron apresados y fusilados por los atacantes, así como un mozo y un mecánico de automóviles Volswagen, “Cepillos”, alcanzados por esquirlas de los obuses de los tanques de guerra. Las tropas invasoras tras bastidores habían impuesto a sus subordinados dominicanos que el ataque se realizara por etapa mediante el método de La Escalada, de modo que el resultado anterior justificara cada paso ascendente en el uso de instrumentos de guerra y en la intensificaciones de los ataques. En el primer peldaño el primer teniente Gustavo Ramírez Beltré (Meneíto) trató de entrar al hotel con argucias y fue eliminado, lo que justificó el que 13 soldados de vanguardia del ataque masivo avanzaran con lentitud a campo abierto. El capitán de navío Montes Arache eliminó a 12 de estos, casi a todos de un disparo o a la frente o al corazón, por lo que los oficiales comandantes creyeron que hubo llegado el momento del avance total de los casi 300 soldados sobrevivientes apoyándose en todas las armas pesadas de que disponían. Pero los constitucionalistas les permitieron avanzar y ganar confianza. En un momento dado, comandados por el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, el capitán Montes Arache y el entonces capitán Héctor Lachapelle Díaz dispararon al unísono y el resultado fue una caída masiva de soldados y su retirada desordenada. Momentos después, al recibir esfuerzos que les sumaron 200 soldados más, atacaron sin piedad apoyados por 3 tanques de guerra, los que fueron abatidos uno a uno por los constitucionalistas, y entonces recurrieron al quinto y último peldaño de La Escalada: atacarlos desde el aire con aviones de guerra P-51 Mustang. Pero el comandante de la aviación en Santiago y un vicecónsul estadounidenses oficial de la CIA impidieron a los pilotos dotarse de cohetes, bombas y otros medios de guerra “para demoler el hotel con todos adentro”, según la orden impartida desde la capital de la república. Militares norteamericanos, comandados por el teniente coronel Jhon J. Costa, se impusieron entre los dos grupos muy desiguales confrontados y forzaron un entendimiento. Independientemente del interés por eliminar el foco del conflicto, con ribetes de escándalo internacional, el oficial Costa primero sacó del hotel a unos 15 estadounidenses miembros del circo Palisades Park, que habían sido retenidos por los constitucionalistas a modo de escudo si se producía un “asalto final”. El teniente coronel Costa, que pudo haber desconocido los acuerdos con los constitucionalistas, cumplió cabalmente todo lo pactado. Y a 49 años los altos oficiales aún vivos que negociaron con él suelen recordarlo como “todo un caballero de honor”, aunque también rudo como militar. Nobleza obliga.
Héctor García Godoy “Todos los momentos que vivió fueron de crisis” ARTÍCULO SIGUIENTE » Por ÁNGELA PEÑA a.pena[@]hoy.com.do 2:00 am 20_12_2014 Areito 20 dic Areíto5 “García Godoy llegó al cargo por recomendación del Grupo de Santiago”. Pedro Sosa/Napoleón Marte Uno de los periodos más difíciles de la historia política dominicana reciente le tocó dirigir a Héctor García Godoy. Dicen que fue conciliador pero a veces debió ser enérgico y tenaz aunque se mostrara flexible, según se deduce de las experiencias que compartió con él Franklin Domínguez, su jefe de información y prensa. Tuvo que calmar bandos que seguían enfrentados, los constitucionalistas y los llamados genocidas de San Isidro, y a civiles y militares que aún concluida la contienda se desafiaban. Franklin confiesa que en esos 10 meses el mandatario “sufrió mucho” por los ataques y daños a los revolucionarios. García Godoy llegó al cargo por la recomendación que hizo a los norteamericanos el llamado Grupo de Santiago, manifiesta, y agrega que “su gran empeño fue pacificar, unificar, pero su primer discurso no fue comprendido porque era equilibrado, llamando a la paz, la unión, la armonía”. Muchos querían que continuara la guerra. El Palacio Nacional era un hervidero de rumores, noticias negativas, amenazas de golpe de Estado, avisos de trifulcas. El ambiente era tenso: “las tropas brasileñas en las puertas, el gobierno de reconstrucción disgustado porque se sentía traicionado por los gringos debido a que negociaron con el bando constitucionalista, la población estaba muy dividida”, enfatiza Franklin, que también fue confidente de García Godoy en cuya casa cenaba y almorzaba con frecuencia. Recuerda a Wessin subiendo las escaleras palaciegas destilando resentimiento porque “no estaba dispuesto a irse”, expresa Domínguez y cuenta que el jefe del CEFA vociferaba: “¡Aquí va a correr la sangre!”. Refiere que debido a la negativa de Wessin ante los planteamientos apaciguados de García Godoy este reunió a los militares “y se escuchaba a oficiales diciendo que no iban a permitir que Wessin se fuera”. El Presidente, agrega, “se mantuvo en silencio, simplemente salió y Wessin se fue del país”. García Godoy comentó después: “Ellos tenían que hacer esa bulla en defensa de su general pero no iban a hacer nada”. Sin embargo, “cuando fue a enviar al exilio a Caamaño, Lachapelle, Núñez Noguera y otros, conversó con ellos para que comprendieran la situación, y aceptaron”. “Se angustiaba porque a los constitucionalistas los mataban, los sacaban de los empleos. Existía una gran inquina de parte de los militares. La situación era caótica”, reitera. El consultor jurídico era Freddy Prestol Castillo y relata Franklin que el funcionario se preguntaba: “¿Es que no se dan cuenta de la necesidad que hay de calmar el país?”. Muchos afirmaban que “no había salida”, recuerda. En una ocasión, estando Franklin almorzando con el mandatario y su esposa María Matilde Pastoriza en su residencia de Arroyo Hondo, le avisaron que los militares iban a tomar el Palacio, que no fuera. Al oficial que llamó a García Godoy para advertirle del plan lo hicieron preso. Narra que hasta se había anunciado que dentro de algunos momentos el cabecilla de la trama se dirigiría al país. “No habló nunca, se quedó con los equipos preparados. Todo se tranquilizó porque teníamos el apoyo de la Fuerza Interamericana de Paz (FIP)”. Hubo también “un levantamiento en Santiago dirigido por Espinosa, pero fue fallido”, añade. Otro día “lo visitó Francisco Rivera Caminero y se colocó el fusil en las piernas y el coronel que estaba a cargo del Presidente le solicitó: “Por favor, el arma”. “Pero García Godoy siempre estuvo muy consciente de que era el Jefe de Estado y los militares le debían obediencia”, comenta. Su asistente personal era Alfredo Ricart que siempre le acompañaba junto a Prestol y Jaime Manuel Fernández, secretario de la Presidencia. “Todos los momentos que vivió fueron de crisis”. En otra oportunidad los militares anunciaron que harían uso de la emisora para lanzar una proclama llamando a la rebelión y García ordenó a Franklin que telefoneara a Lulio Moscoso, director técnico del canal. Le contestó: “Dile al Presidente que no se preocupe, ya guardé una pieza clave”. Fue tan agresiva la actitud de los militares “que los guardias que nos cuidaban eran nuestros enemigos y repetían: “¡Hay que acabar con estos comunistas!”. No lo envenenaron. Quizá el acercamiento que tuvo García Godoy con Caamaño en los días previos a su mandato provocó la animadversión de los militares. Franklin confiesa que “se comentaba que era el candidato provisional que escogería la OEA”. También pudo haber contribuido el que en su juramentación no se tocó el Himno Nacional sino el de la Revolución cuando un músico llamado José Reyes introdujo una banda que la seguridad creía era parte de la actividad. El Presidente interrumpió su oratoria cuando el grupo comenzó a tocar. “¿Puedes imaginarte cómo se sentía todo aquel que estaba en contra de la revolución cuando se tocó ese himno”?, exclama Franklin. Otro gran dilema del jefe de prensa fue buscar un locutor neutral para la ceremonia. “Se habló de Lilín Díaz pero lo descartaron alegando que había pasado la guerra en Santiago y que ponerlo sería un premio a la indiferencia”. Dice que en el salón de Las Cariátides dos facciones de locutores se encontraban en los extremos y él se preguntaba: “¿Qué va a pasar aquí con tanta tensión?”. Finalmente escogió a un actor: Iván García. Vivió otra situación preocupante cuando se abrió la estación oficial y Zaida Ginebra lo cuestionó: “¿Dónde están las voces nuestras?” porque solo se escuchaba a los del Gobierno de Reconstrucción. El canal estaba rodeado por militares. “Encargué a Juan José Ayuso de redactar el programa de los revolucionarios y a él se le ocurrió escribir un editorial contra el CEFA. Eso creó la primera crisis del gobierno de García Godoy”. Franklin siguió con el expresidente. Prestol Castillo y él le prepararon la candidatura para las elecciones y Franklin y César Suárez dirigieron la campaña. Pero Balaguer, quien le había animado a lanzarse con su apoyo, proyectó su aspiración. García Godoy murió en medio del proceso, en abril de 1970. Se publicó que lo habían envenenado, Franklin no está de acuerdo, aunque quizá no lo duda. El último día que lo vio lo encontró muy cansado y además, “tenía un hipo que no se le quitaba. En Santiago pronunció un discurso con mucha dificultad. En una entrevista habló de una vena en la nuca y estuvo chequeándose en Washington, es decir, padecía síntomas anormales”. Sin embargo, “la esposa de Jaime Manuel Fernández, laboratorista, pidió el cadáver para examinarle el hígado y se quejó porque se lo entregaron después de un mes y dijo que encontraba sospechoso que tardaran tanto”. La señora de García Godoy manifestaba “que era un hombre muy sano y de repente apareció muerto después de la cena. La conjetura quedó en el aire… Además todo apuntaba a que él iba a ser el próximo presidente. El entierro fue monumental, toda la capital se tiró a la calle”.

Las Madres-Coraje del Barrio

CONVERSANDO CON EL TIEMPO|20 DIC 2014, 12:00 AM|POR JOSÉ DEL CASTILLO Las Madres-Coraje del Barrio s Polengard Mujeres lavando “Chapita Trujillo Chacal del Caribe/ La Nueva Trinitaria te va a Ajusticiar”. Ese era uno de los letreros temerarios que los muchachos incendiarios colocaban en las oficinas públicas objeto de sus operaciones, fraguadas en 1959 en las mismas narices de los jerarcas del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), con la sangre todavía fresca de los sacrificados expedicionarios de la Raza Inmortal. Tras meses de audaz accionar –en los que concibieron operaciones aún más arriesgadas, como volar con nitroglicerina al “Ilustre Jefe” durante su caminata acostumbrada, plan descartado por el efecto letal colateral-, los complotados fueron a parar a La 40. Iniciando la noche del 8 de noviembre del 59 cuando fue apresado el grueso del grupo de 12 y completándose la captura de los últimos 3 dos días después en La Patilla de Elías Piña, próximo a la Frontera. Ya con los autores materiales de los incendios a mano, conocida la forma empleada por los jóvenes para penetrar en las oficinas, descifrado el modus operandi del grupo, faltaba un asunto por precisar. Entonces un Johnny Abbes inquisitorial -regulando desde su escritorio en la sala de interrogatorios y torturas de La 40 la intensidad del voltaje de la siniestra silla eléctrica- preguntó: “¿Quién es el autor intelectual?”. Agregando de inmediato, sin esperar respuesta: “Eso de Nueva Trinitaria me huele a Balaguer”. Afirmación que disparó la alerta del coronel Pirulo Sánchez Rubirosa, asistente personal de Ramfis y presente junto al jefe de la Aviación Militar general Tunti Sánchez, quien sugirió persuasivo: “Johnny, deja esa vaina con Balaguer que nos va a meter en problemas”. Mientras un impasible Abbes García, jefe del SIM con acceso privilegiado a Trujillo, patentizaba su consabida animadversión hacia el autor de El Cristo de la Libertad, ripostando cínicamente: “¿Usted se refiere al vicepresidente Balaguer?” Un Balaguer que paradójicamente alcanzaría la presidencia gracias al fracaso del atentado a Betancourt fraguado por Abbes y las consiguientes sanciones aplicadas por la OEA. Quien acordaría con Ramfis extrañar del país al endiablado personaje en una de las primeras medidas adoptadas durante la transición tras el ajusticiamiento del tirano. Y que un 30 de mayo de 1967, ya como presidente surgido de las urnas, habría coadyuvado a despachar a su declarado enemigo, entonces en Puerto Príncipe al servicio del no menos tenebroso Papa Doc Duvalier, aprovechando la polvareda de una purga militar que conllevó el fusilamiento de un grupo de oficiales. Como lo documenta Tony Raful en una columna publicada en 2009 y tal me lo revelara Rafael Bonilla Aybar, quien algo tuvo que ver, junto al cónsul dominicano Carlos García Mendieta, en la tramitación de la encomienda ejecutada por un oficial haitiano y en el rescate del borrador de las memorias escritas por Abbes, publicadas por el editor e historiador Orlando Inoa. Todo ello, siendo canciller Marullo Amiama Tió, hermano de Luis Amiama Tió, uno de los dos sobrevivientes del grupo magnicida del 30 de mayo del 61. Obvio que Balaguer nada tenía que ver con las acciones de los nuevos trinitarios, aunque la perversidad de Abbes lo insinuara. En represalia por el complot develado a tan solo una cuadra del Palacio Nacional, el SIM desplegó un operativo extraordinario de vigilancia y control en nuestro barrio. El acceso a los hogares, particularmente aquellos situados justo detrás de la mansión de Alma McLaughlin -esposa del presidente generalísimo Héctor B. Trujillo- ubicada en la calle Dr. Delgado entre Francia y Cachimán, fue objeto de un tratamiento especial, colocándose un servicio permanente en las aceras. Todos los movimientos estaban estrictamente chequeados por agentes de la temible agencia de espionaje y represión. Por una temporada nos tocó entre otros Estrada Malleta, quien luego destacaría como coautor del cobarde asesinato de las hermanas Mirabal. Las compras de comestibles que realizábamos en la Casa Pérez, enviadas luego en una guagüita hasta la puerta del hogar, eran revisadas funda por funda. Los potes de peces que le compraba a don Vicente Tolentino o a otros criadores para fomentar mi propia cría, llevados envueltos en fundas de colmado, también debían pasar por la criba del calié de turno. Ni hablar del patrullaje intimidador de los cepillos del SIM con su característico golpe de las revoluciones del motor amplificadas en el silencio de la noche y por la marcha lenta, que le taconeaba los talones al transeúnte y le enfriaba a cualquiera la sangre. Temeroso a que detuviera la marcha, se abriera la puerta y le dijeran sus ocupantes, “súbete, vamos a dar una vuelta”. En una ocasión, al regresar en la tarde del Colegio Don Bosco, me detuve en el pórtico de mi casa junto a dos compañeros uniformados de kaki y verde claro. Leíamos una hoja impresa a mimeógrafo que me habían entregado en el colegio en la que se instruía cómo formar cadenas de intercambio de postales. La fórmula sugerida consistía en reclutar a tres compañeros para tales fines y éstos a su vez replicar la operación, formando así la cadena. Mientras nos enterábamos de pie a plena luz de la tarde sobre esta novedosa iniciativa, una mano larga se extendió desde mis espaldas y nos arrebató el papel. Era el ya nombrado agente del SIM, quien de inmediato aseveró: “Ah, esto es como La Trinitaria, que cada uno busca tres y forma un grupo… ¿Dónde te dieron este papel?” Yo respondí lo obvio, que en el colegio. El calié entonces me dijo autoritario: “Mañana a las 7 te vengo a buscar para que me acompañes al SIM y expliques allí este asunto”, quedándose con el impreso. Tras esa incursión inesperada el grupo se disolvió. Yo entré a mi casa y le conté a mi madre. Afortunadamente ese día se jugaba pelota en el Estadio Presidente Trujillo (hoy Quisqueya) y mi tío Arístides Álvarez Sánchez –hijo de don Cucho Álvarez Pina-, a la sazón presidente del Tribunal Superior de Tierras y secretario de la Liga Dominicana de Beisbol, me pasó a buscar para ir al play. Aproveché y le conté lo sucedido. Al día siguiente, listo para acudir al SIM, se presentó el agente en la galería y llamó a la puerta a mi madre para decirle que ya no era necesario que lo acompañara a las oficinas de la agencia de espionaje y terror, que todo se había aclarado, devolviendo el papel. Sin embargo, tiempo después conocí el interior de dichas instalaciones sitas en la Avenida México esquina 30 de Marzo, por las que pasaba casi a diario cuando me movía entre mi casa en la Martín Puche y la de mi abuela en La Trinitaria. Al acompañar a mi madre –“José, eres el hombre de la casa”, aunque tenía 12 años-, requerida para responder ciertas preguntas, a raíz de una solicitud de ingreso de mis hermanas a la Universidad. Para viabilizar la inscripción se exigía entonces una certificación de buena conducta emitida por la Procuraduría General de la República, previa depuración del SIM. Un primo hermano nuestro, Jesús del Castillo Díaz, hijo del tío Amable del Castillo, ex capitán del Ejército Nacional, vino en la expedición del 14 de junio del 59, fusilado en San Isidro como tantos otros. En el lobby principal sobre una pared figuraba un pez con la boca abierta y la reveladora inscripción a modo de advertencia: “Por la boca muere el pez”. El interrogatorio que practicó el mayor Candito Torres Tejeda a mi madre se centró en la relación de parentesco con el expedicionario y su profundidad. Que si nos carteábamos con frecuencia; que si nos comunicábamos por teléfono. La realidad era que nosotros, aunque sabíamos de la existencia de este primo que residía en Estados Unidos y de su desenlace fatal, no manteníamos contacto con él. Mi madre, una mujer de temple fuerte y valiente, fue directa en cada respuesta, ante la insistencia del oficial que lucía no convencido con lo que se le decía. Lo cierto fue que el SIM negó su visto bueno, pero Fefita apeló a la Procuraduría. Gracias a su tenacidad logró que el funcionario a cargo, bajo su entera responsabilidad, emitiera la certificación que viabilizó la inscripción de mis hermanas. En esas Navidades tristes del 59 se organizó en mi hogar una hora santa vespertina que congregó a un buen número de las madres del barrio, entre ellas las afectadas por el apresamiento de sus hijos y las vecinas solidarias más próximas, de la confianza de Fefita. Allí estuvieron Caridad Keppis, Estela Espaillat, Fiordaliza Naut, Venecia García, Lola de Pimentel, Victoria Hernández de Sanjurjo, Juanita Vda. Olmos, Altagracia Campos Navarro, Cufeta y Paulina Thomas Billini, Celeste Ricart de Defilló, Fior Medina de Morales, mis tías Consuelo y Mencía del Castillo y otras damas valientes, formando una cadena de oración por la preservación de la vida de los muchachos. Con el calié ansioso en la puerta. Ese día, al llegar a la casa, descubrí que la invocación se hacía guiada por un texto mecanografiado en papel de copia, elevándose plegarias al Señor (padrenuestros y avemarías) pidiendo la caída del tirano y exhortando a replicar la cadena. En un acto de insólita temeridad. Y no era de extrañar en esa casa de la Martín Puche 5, donde nunca se colgó una placa de bronce o un retrato de Trujillo y en cambio sí figuraba un verdadero retablo en la sala y el comedor formal con los retratos de los hermanos del Castillo Rodríguez Objío. Dominando el venerado apuesto Luis Conrado, fallecido en 1927 en accidente automovilístico, seguido por el patriarca generoso Jesús, secuestrado y desaparecido en 1949, el joven talentoso Francisco, mi padre, víctima ese año de una azarosa intervención quirúrgica repleta de conjeturas, culminando con el buenmozo temerario Fernando, asesinado en 1951 por sicarios del régimen junto a Benoit, encargado de la finca de Maimón de Jesús, administrada por su viuda Charo Ginebra. Un grupo de madres-coraje, como en otras ocasiones en la historia, rescataba la dignidad marchita bajo la dictadura. Cuando las cárceles se poblaban de sueños libertarios y la protesta crecía.

El triunfo de Fidel

Puntos de vista 20 Diciembre 2014 0 Comentarios Tamaño texto PANCARTA El triunfo de Fidel Raúl Pérez Peña (Bacho) lasmanaclas@gmail.com La noticia ha dado varias vueltas al mundo en esta semana: Cuba y Estados Unidos restablecieron relaciones diplomáticas, poniendo fi n a una era de tensiones y guerra fría, abriendo un futuro preñado de interrogantes en distintos sentidos. Centenares de medios informativos alrededor del mundo analizan el acontecimiento entre los dos países, publicando los precedentes de mayor trascendencia que se ha registrado desde 1959 cuando Fidel Castro y el Ejército Rebelde, y el Movimiento Revolucionario 26 de Julio derrotaron armas en manos la dictadura de Fulgencio Batista y entraron triunfantes a La Habana. En República Dominicana, la noticia y sus repercusiones han ocupado espacios predominantes en los más diversos medios de comunicación, que apuntan mediante entrevistas, conjeturas a los aspectos positivos y negativos de las repercusiones para nuestro país. Ningún analista respetado ignora que la Cuba actual tiene marcas irreversibles de un sustancial desarrollo en la educación, la cultura, la salud, las investigaciones científi cas, los deportes y otras esferas sociales que privilegian a la población. Tampoco ningún analista ignora el abrumador peso de Estados Unidos como potencia y contraparte que aplicará por nuevos medios su afán de dominación contra el pueblo que hace más de 56 años dijo basta. Y echó andar apoyado en sus propios esfuerzos. Ese pueblo heroico, educado bajo la dirección de Fidel con la sabia de la libertad predicada por José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez, triunfó en Sierra Maestra, el Escambray, las montañas occidentales y en la no menos intensa lucha urbana contra la dictadura batistiana. Ese mismo pueblo resistió durante décadas el bloqueo criminal que mantuvo Estados Unidos cosechó un fracaso a la redonda, sumado a la avasallante condena de los más diversos países en cada cónclave internacional. Hasta el propio presidente norteamericano Barack Obama admitió el fracaso del bloque contra Cuba en el discurso en que anunció la reapertura de relaciones. Hasta la semana pasada, las apuestas y especulaciones que sonaban desde las más diversas latitudes de la tierra apuntaban al futuro de Cuba “después de los Castro”. Ahora, sin embargo, internacionalmente se admite que lo acontecido es un triunfo de Fidel. El autor es decano en la temática política de los columnistas de LISTÍN DIARIO.

martes, 16 de diciembre de 2014

Los gavilleros del Este y el conflicto de la narratividad Areíto sábado 13 de diciembre, 2014 Por MIGUEL ÁNGEL FORNERÍN 13 diciembre, 2014 2:00 am Sé el primero en comentar gavilleros Los textos que hemos leído sobre la historia de los gavilleros del Este, y en especial el libro “El impacto de la intervención norteamericana” de Bruce J. Calder, nos hacen pensar en la existencia de un conflicto de narratividad. Es decir, que las formas en que se construyen los diversos relatos sobre el acontecimiento resultan ser problemáticas. En consecuencia, es preciso elaborar una serie de preguntas en las que se traben la filosofía de la historia, como indagación del pasado, y la teoría del relato, como explicación de las acciones humanas. A mi manera de ver, las distintas crónicas sobre el movimiento gavillero entran en conflicto porque se centran en una valoración de los hechos como aquello que acaece moralmente y no como acontecimientos de rupturas entre el sistema de la vida, o mundo vivido, como prácticas, y sólo recuperado por los sujetos como discurso. Las relaciones de poder se han enmascarado en la moral de los gavilleros o en los atropellos de las fuerzas de intervención de tal manera que, al narrar los hechos, se ha puesto en un segundo plano la explicación de las causas que dan origen al conflicto. El primer postulado con el que tenemos que luchar es el de la existencia del gavillerismo antes de la intervención americana que trabajan Calder y, de manera frontal, González Canalda. Si existieron luchas civiles en los campos dominicanos y grupos de forajidos es necesario explicarlas dentro de un marco socio-cultural y político. Pero es el último el que, en mayor medida, ha dominado el relato histórico. Pedro San Miguel en “La guerra silenciosa: las luchas sociales en la ruralía dominicana” (1880-1960), publicado en 2012, ha construido un relato que plantea el movimiento como una consecuencia del proceso de modernización que entra en el país con el gobierno de Ulises Heureaux. Mientras que ya Moya Pons y Bosch habían planteado la teoría de la diferencia de la formación económica por regiones en el siglo XIX, lo que me lleva a pensar en la figuración de las ínsulas interiores. Bosch y González Canalda también han mostrado la ausencia entonces de un Estado centralizador. Pero lo cierto es que el proceso de modernización que se podría iniciar con la Restauración de la República y, más específicamente, en la Revolución de 1873, marcó el final de dominio hatero que se inicia con Sánchez Ramírez y continúa con Pedro Santana. La narración histórica nos lleva a pensar en la existencia de la formación económica del hato ganadero, que mantuvo cierta unidad durante el desarrollo de la colonia francesa de Saint-Domingue y que acaparó la resistencia al intento unificador haitiano, como grupo que comandaba el esteño Pedro Santana. La presencia de los lanceros del Este en batallas como la de La Limonade (1691) y en el mismo 27 de febrero de 1844, serían un puntal narrativo para explicar la vida tranquila y bucólica del Este y su participación en las acciones políticas del siglo XIX. No olvidar que fue una tierra en la que se concentraron grupos políticos que actuarían de forma muy determinante en contra de la dominación haitiana. Esto porque muchos habían llegado huyendo a la Revolución que se dio a fines del XVIII y el principio del XIX y no fueron mediadores durante el apogeo de la colonia francesa. El campo dominicano vivió procesos de vida muy novedosos a partir de la implementación de técnicas de producción, transporte y comunicación. Para conocer este asunto es necesario leer a H. Hoetink, (“El pasado dominicano”, 1986) citado por Pedro San Miguel. Pero este es un periodo muy largo hasta llevar a los gavilleros. El problema del relato estriba en que las tropas norteamericanas difundieron una propaganda moralizante sobre los luchadores. Y, como plantea Calder, no pudieron entender hasta el final que los que les hacían oposición eran luchadores por la libertad. Aspecto que las demás narrativas han olvidado y se han concentrado en la existencia de grupos de forajidos o han tomado como más pertinentes los relatos de las fuerzas policiales o los de la marina norteamericana. Entonces han quedado en segundo plano los relatos de los actores y cuando se ha hablado de ellos muchas veces se les ha enjuiciado desde la óptica moralizante. No se escribe la historia desde la moral, porque la moral es un discurso. La historia, desde Tucídides, es la explicación de las acciones humanas. Que estas se encuentren en un rango ético, es otra cosa. A veces nuestros historiadores se olvidan que la historia es mucho más que un relato, que el relato del pasado debe estar basado en huellas, pero que las pistas pasan por el dominio de las ideologías, que actúan como una sombra o como una falsa conciencia, como establecía Marx. Entonces tenemos las reformulaciones de los relatos del otro. Y a causa de ello me queda la impresión de que últimamente se está reformulando la narrativa de los interventores estadounidenses. En el Este ocurrió un cambio significativo que nos puede llevar a explicar el acontecimiento con el uso de elementos económicos y sociales, también de prácticas históricas que muestran las relaciones de poder en la región. Por ejemplo propongo ver la situación del acaparamiento de la tierra por las centrales azucareras, en especial por Central Romana (Humberto García Muñiz, “Sugar and Power in the Caribbean”, 2010); por otra, el cambio en las prácticas de las mediaciones políticas del Concho Primo, el despojo de las tierras comuneras, como prácticas (ejemplo del Tribunal de Tierras, el sistema Torrens y el nuevo ordenamiento legal que posibilitó el despojo y el desalojo). Otros extremos que deben quedar claros son: el aumento de la producción azucarera, la inmigración cocola y, finalmente, el cambio poblacional que resultó en una mudanza en la alimentación en la región. Debe estudiarse, además, la alimentación porque el desbalance poblacional la aumentó de manera considerable. En el marco social, la intervención cambió las formas de relaciones productivas; alteró la vida comercial con las tiendas de raya (que muy bien narra Marrero Aristy en “Over”); perturbó la relación entre los productores mayores, los ingenios alemanes, españoles, puertorriqueños y los domínico-italianos, que vivieron una competencia con otra forma de producir, como la establecida por las corporaciones norteamericanas y sus bancos de inversión. Todo esto hizo que durante el periodo de “La danza de los millones” el Este fuera la belleza de la ciudad de San Pedro de Macorís y el “desalojo” de campesinos que habían vivido cierta apacibilidad durante cuatrocientos años en un proceso productivo precapitalista. Los relatos orales no aportan muchos datos sobre atropellos o sobre despojo de las tierras y es necesario recuperarlos en un marco epistémico para contrastarlos con la narrativa historiográfica. Para ver la violencia con que las tropas intimaron a los gavilleros, el libro de Calder es una fuente importante, pero también lo es el libro “Hato Mayor del Rey”, de Manuel Antonio Sosa Jiménez (1993). En este último, por ejemplo, el despojo de las tierras es un relato oral que nos da una microhistoria que, de alguna manera, nos ayudará a responder los porqués de la resistencia. El tema tiene muchas aristas que deberían ser abordadas desde distintas disciplinas.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Detención de los Panfleteros de Santiago

Detención de los Panfleteros de Santiago http://acento.com.do/2014/opinion/8204528-detencion-de-los-panfleteros-de-santiago/ Por Darío Nicodemo. 13 de diciembre de 2014 - 12:09 am - 1 Comentario
Darío Nicodemo Autor / acento.com.do En nuestras investigaciones sobre el tema de los Panfleteros de Santiago, hemos encontrado datos de cómo y cuándo fueron apresados miembros de “Unión de Grupos Revolucionarios Independientes (UGRI)”, movimiento de jóvenes revolucionarios de Santiago, fundado por Wenceslao Marcial Guillén Gómez (Wen). Estos jóvenes después de haber distribuido el volante fueron detenidos por los miembros del Servicio de Inteligencia Militar (SIM). Los volantes fueron repartidos en Santiago, Gurabo, Tamboril, Esperanza y Mao. Consultar nuestro artículo: “A casi 54 años de…Trujillo es un mierda”, publicado en Acento.com.do el 8 de noviembre del 2013. Víctor Alicinio Peña Rivera, jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) en la Región Norte acostumbraba a asistir a los partidos de beisbol que se celebraban en el Estadio Radhamés de Santiago. La noche del miércoles 13 de enero del 1960, cuando el equipo “Escogido” derrotó al de las “Águilas Cibaeñas”, seis carreras a cero, Peña Rivera no asistió al partido de beisbol porque debía atender una misión de inteligencia, según él narra en su libro: “Historia Oculta de un Dictador, Trujillo”. Expresa Peña Rivera: “…El agente de la policía que me acompañaba estaba vestido de civil. Esa mañana este me había asegurado haber hecho arreglos para encontrarse esa noche en el estadio con una persona que conocía el empleado de una farmacia de barrio, que tenía conexiones con personas que se dedicaban a pintar consignas en las paredes”. Argumenta: “El agente me recomendó quedarme fuera de Estadio mientras él se adelantaba a hacer el contacto”. Prosigue diciendo Peña Rivera: “Ya comenzaba a impacientarme cuando reapareció el agente acompañado de un jovencito de unos 18 años de edad. Montaron en mi automóvil y partimos a toda velocidad hacia la Fortaleza San Luis”. Precisa: “Allí comencé a interrogarlo, enfatizando que él no estaba detenido, y que apreciaríamos toda la información que pudiera suministrarnos. La lista de complicados que produjo paso de quince”. Destaca que: “Toda la maquinaria militar, policial y de inteligencia fue puesta a mi disposición para producir el arresto relámpago de aquellos sospechosos. Nadie debía escapar a la redada…”. Víctor Alicinio Peña Rivera dice. que: “… el Coronel Johnny Abbes García recibió la noticia de los arrestos con gran excitación, como si la tuviera esperando. -Envíemelos inmediatamente a La Cuarenta- me ordenó. Tenía que enviarlos a lo que indudablemente era algo si como la antesala de la muerte”. De estas revelaciones ofrecida por el jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM)en a zona norte, más lo escrito por él en la página 259 del citado libro: “… Han llenado de letreros y pasquines la mayoría de las calles…” se infiere que dentro de los primeros detenidos debían haber miembros del Movimiento 14 de Junio, fundado el 10 de enero del 1960 y de los Panfleteros de Santiago. En el libro: “Los Panfleteros de Santiago” de Institute for Latino Studies y The Common Roots de New Jersey USA, 2009, aparece escrito que la detención del grupo de Panfleteros de Santiago, se originó por la indiscreción de uno de los que distribuyeron los panfletos. Los panfleteros Wenceslao Marcial Guillén Gómez (Wen), líder y fundador de UGRI, y Manuel Armando Bueno Pérez fueron detenidos la noche del viernes 15 de enero del 1960. Ambos fueron requeridos en sus propias viviendas que apenas se distanciaban menos de una calle. Francisco Benedicto (Frank), no precisa la fecha exacta de su detención. Si recuerda que la noche de su apresamiento y traslado a la cárcel de La 40, se celebró un partido de beisbol, de la serie semifinal entre “Estrellas Orientales” y “Águilas Cibaeñas”. La detención de Frank Benedicto, debió producirse el viernes 15 de enero del 1960, cuando las “Estrellas Orientales” vencieron a “Águilas Cibaeñas”, nueve a cero, o el sábado 16 de enero, que las Estrellas Orientales volvieron a ganar a las Águilas Cibaeñas 6 carreras por 4. Carlos Mejía Blanco publicó en su muro de Facebook, una lista con los nombres de adultos y jóvenes del barrio Pueblo Nuevo de Santiago que fueron detenidos a raíz del descubrimiento de los Panfleteros de Santiago. “… El primer preso fue el joven Herminio Espinal (a) Polanco, un 6 de diciembre del 1959; fue liberado a los 3 días y luego reapresado el 12 enero del 1960. A Herminio lo agarraron una segunda vez ese mismo día y en la fortaleza San Luis…”. José Rafael Colón (Fellito) de 28 años de edad para la época, nos informó que su detención se había producido el 20 de enero del 1960 y que al día siguiente había sido llevado a Ciudad Trujillo. También informó que la detención de los hermanos Simón y Chichí Díaz Hernández fue el 17 de enero del mismo año. También ha revelado, en una entrevista que le practicó el 5 de febrero del 2014, que la delación del grupo de los Panfleteros de Santiago, vino de la declaraciones dada por un joven que había sido detenido en la Fortaleza San Luis. Así fueron apresando, los agentes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) dirigido por Ernesto Scott y Johnny Abbes García, alemán el primero y descendiente de padre alemán el segundo, a cada uno de los miembros de la Unión de Grupos Revolucionarios Independientes (UGRI). En pocos días estuvieron los panfleteros detenidos en los centros de torturas del régimen despótico de Rafael Leónidas Trujillo Molina, con la excepción de Teófilo Luis Santos Prud-Homme (El Negrito), quien fuera el último en llegar, según escribió Manuel Armando Bueno en “Cárcel y Guerra”. De acuerdo a nuestras investigaciones podemos señalar que de los apresados y torturados del grupo de los Panfleteros de Santiago, 11 miembros salvaron sus vidas, de las cárceles de La 40, El 9 y el Palacio de la Policía Nacional de Ciudad Trujillo. Los sobrevivientes fueron: Enrique Almánzar Núñez, Domingo Antonio Cepeda Cruz, Miguel Mauricio Estrella Luna, José Rafael Colón (Fellito), Francisco Germán Benedicto Rodríguez, Pedro Francisco Sánchez Buldier, Manuel Armando Bueno Pérez, Ramón Antonio Gómez, Ramón Fernández (Vargas Vila), Emenegildo Enrique Pérez Simó (Quiquito) y Manuel Antonio Arias Villamán (El Gordito), quien fue apresado posteriormente y desaparecido.

Sobre diez artículos de LUIS GÓMEZ 2 de 2

Sobre diez artículos de LUIS GÓMEZ 2 de 2 Por FIDELIO DESPRADEL Share on email EmailShare on print Imprimir
Luis Gómez. La otra parte que me interesaba comentar, es lo relativo a los planes guerrilleros del 14 de Junio, presentes desde la reunión clandestina constitutiva de Mao (enero 1960), siguiendo el ejemplo de la Raza Inmortal (junio 1959), y la marcha de los acontecimientos posteriores en el país, y en América Latina. ¡Fíjense! Luis Gómez era el “segundo hombre” dentro del ala revolucionaria del 14 de Junio, solo superado por Manolo. Fue la persona elegida por Manolo (entre el 16 y 17 de agosto de 1961) para entregarle una carta al Comandante Fidel Castro y seleccionar y encabezar el primer grupo del 14 de Junio que recibiría entrenamiento político-militar en Cuba. Septiembre, octubre, noviembre, diciembre de 1961, y enero, y quizás febrero de 1962, le tomó a Luis y al grupo que finalmente pudo integrar, viajar a Cuba, recibir entrenamiento y estar listos para regresar. En febrero de 1962, todavía Luis estaba inmerso en estos esfuerzos, ya que, incluso el regreso de aquel contingente, era un problema sumamente difícil, en medio del cerco de hierro que los norteamericanos fueron tendiendo alrededor de la “isla rebelada”. Luis le dice a la periodista en una de sus entrevistas que “al retorno del grupo entrenado en Cuba se produjo la primera reunión conjunta, en momentos en que la denominada infraestructura tenía avanzado un trabajo para la estructuración de siete frentes” (sexta entrevista). ¿Saben lo que pasó en aquella reunión? Lo recuerdo como si fuera ayer. El grupo había venido regresando, poco a poco, en la medida que Luis le conseguía pasaporte y una vía segura. Hipólito Rodríguez (Polo), uno de los más brillantes de los miembros del 1J4 que se entrenaba en Cuba, regresó en el primer grupo. Lo que recuerdo es que ya para finales de febrero y principios de marzo, los hombres de confianza de Manolo, por instrucciones expresas de él, veníamos trabajando en base a siete regiones estratégicas, cada uno a cargo de complementar los trabajos organizativos y políticos en cada región respectiva. Esa visión, que en principio todos fuimos asumiendo, parece que surgió en medio de conversaciones de Polo con Manolo, sobre las experiencias en Cuba y las visiones sobre la lucha guerrillera que allí surgieron. Manolo y los demás, en una primera aproximación (sin haber escuchado otra) estábamos tomados por la visión de que el 14 de Junio era una organización revolucionaria muy distinta al 26 de Julio, en Cuba, y al grueso de las organizaciones de la misma tendencia en el resto de los países de América Latina. El 14 de Junio y Manolo reunía multitudes dondequiera que organizaba un acto político; su periódico, el 1J4 circulaba en una cantidad de 40,000 ejemplares, dos veces por semana, en 1961-62; y a sólo tres meses de aquella reunión histórica de marzo 1962, en una ciudad que apenas tenía 200 o 300 mil habitantes, el 14 de Junio reunió una multitud de 40 o 50 mil personas, para conmemorar el aniversario de la expedición de Junio de 1959. Y a esa gigantesca manifestación siguieron otras, una de ellas en Santiago, el 25 de noviembre de 1962. El 14 de Junio tenía centenares de dirigentes en todo el país, y desarrollaba una actividad política y organizativa pública, en todo el territorio nacional. Es así que Manolo fue tomado por la idea de que ese 14 de Junio no podía concebir el eventual movimiento guerrillero a que estaba abocado, como la acción, en su etapa primera, de un pequeño grupo de guerreros, bien entrenados, incluso sin la participación del propio Manolo, que era la concepción con la que Luis regresó al país, contraria a la posición de Hipólito Rodríguez (Polo), el otro hombre destacado, junto con Pipe Faxas, en el grupo que se entrenaba en Cuba. “La primera reunión conjunta (de acuerdo al relato de Luis, F.D.) en un momento en que ya la denominada infraestructura tenía avanzado un trabajo para la estructuración de siete frentes guerrilleros, en lugar de uno”, de que habla Luis en una de sus entrevistas, se realizó a mediados o finales del mes de marzo de 1962, en un refugio secreto, donde el 14 de Junio había instalado una escuela político-militar, en un lugar apartado en el kilómetro 12 de la vieja carretera Sánchez (hoy prolongación Independencia). Su afirmación de que “ya la denominada infraestructura tenía avanzado un trabajo para la estructuración de siete frentes guerrilleros” no obedece a la verdad: primero, porque recién empezábamos a trabajar; segundo, porque Luis sabe que apenas fue a finales del mes de enero cuando se superó la crisis desatada por el golpe del general Rodríguez Echavarría, el asilamiento de Balaguer y la instalación del Consejo de Estado, situación que obligó al 14 de Junio a involucrarse intensamente; y tercero, porque para Manolo y todos los que lo acompañábamos en aquel entonces era fundamental el concurso del contingente que había venido de Cuba en esos planes guerrilleros. Aquella reunión histórica, en la cual, de acuerdo a mis recuerdos, estaban, entre otros, Manolo, Juan Miguel, Fidelio, Polo, Roberto Duvergé, Hugo Toyos, Germán Arias (Chanchano), José Daniel Ariza, y algunos que no logro recordar, empezó con un cuestionamiento por parte de Luis acerca de la propuesta de “las siete regiones estratégicas”, concepción que no se correspondía con lo que habían discutido y acordado en Cuba, pregunta que desató una reacción vehemente, de Hipólito Rodríguez (Polo), que ya arrastraba esa contradicción con Luis, desde los días de entrenamiento en Cuba. Polo se exaltó. Defendió de pie su concepción; es posible que haya empleado palabras descompuestas contra quienes postulaban posiciones contrarias, en especial, Luis. ¡Ese era su temperamento y su personalidad! En un momento de la discusión, fui al baño a descargar la vejiga. Cuando regresé, ya Luis no estaba en el salón. Al preguntar por él, me dijeron que había salido discretamente. Corrí y me acerqué, imprudentemente, al borde del camino, y pude observar que Luis caminaba, solitario, hacia la carretera Sánchez. Pedí las llaves de uno de los carros, y salí presuroso a recogerlo e indagar su anómala conducta. Cuando me acerqué, y le inquirí sobre su comportamiento, me contestó diciéndome que se retiraba. Discutí con él, y finalmente abrí la puerta para llevarlo a donde él quisiera. Se negó y me dijo que quería caminar hasta la capital. No valió mi insistencia. ¡Nunca más volvimos a ver a Luis! Sin anuncio alguno, sin conversar con ninguno de nosotros, Luis se alejó del 14 de Junio, dentro del cual era el “segundo hombre”, y terminó en el PSP, casándose con su novia, Bernarda Jorge, y viajando a la Unión Soviética el 7 de septiembre de 1963, regresando al país “a finales del año 1964” (tercera y décima entrevista). O sea, Luis, el segundo hombre del 14 de Junio, respetado incondicionalmente por todos nosotros; con mucho mayor edad y experiencia de todos los que allí nos encontrábamos (a excepción de Manolo), responsable del grupo que se entrenó en Cuba y portador de la carta personal de Manolo a Fidel, intempestivamente se retiró de la reunión, sin defender sus ideas y sin tratar de persuadir de las mismas, no solo a Manolo, que de seguro lo hubiera escuchado detenidamente, sino a Chanchano, Fidelio, Juan Miguel y otros, que le habíamos demostrado, con creces, reconocimiento a su liderazgo y a su condición de segundo dirigente del 14 de Junio. ¿Hubiera podido concertarse una posición intermedia (quizás la más correcta) reconociendo los argumentos sustentados por el propio Manolo y Polo? ¿Habríamos innovado la visión acerca de los inicios del movimiento guerrillero, en organizaciones sólidamente implantadas como lo era el 14 de Junio? ¿No es acaso impropio de revolucionarios, cuando se defienden ideas, caminos y concepciones en las cuales uno cree, y mucho más si se trata de un alto dirigente, reconocido como tal por los demás, retirarse, sin siquiera aportar sus argumentos? Le he dicho a mi amigo Luis, en reiteradas ocasiones, que el día que él se retiró del 14 de Junio, silencioso y sin defender sus ideas, siendo el segundo hombre dentro de la organización, este cometió un grave error como dirigente, y se perdió una gran oportunidad para discutir los planes militares y buscar un consenso, que enriqueciera la experiencia de lucha en América Latina, en un aspecto tan importante como lo es la línea militar para la lucha por el poder, en esos años de grandes confrontaciones.

¡”A luchar soldados valientes, que empezó la revolución…”!

¡”A luchar soldados valientes, que empezó la revolución…”! ARTÍCULO SIGUIENTE » Areíto sábado 13 de diciembre, 2014 Por ÁNGELA PEÑA a.pena[@]hoy.com.do
soldados "Cuando terminó la guerra Iván García y yo lloramos”. Posiblemente es el que mejor conoció el comportamiento pusilánime de algunas figuras de la guerra de abril que sobresalieron como héroes y estuvieron ocultas mientras duró la contienda. Otros fueron prepotentes formulando necios reclamos amparados en rangos y funciones. La mayoría, sin embargo, demostró valentía y arriesgó con ardor su vida por la causa. Pero Franklin Domínguez Hernández se inclina por dejarlos con sus glorias porque después algunos exhibieron su patriotismo y siguieron firmes en sus principios revolucionarios. Prefiere contar el suplicio que en ocasiones representó para él haber sido director de la emisora oficial pues el Presidente le daba instrucciones que no todos querían acatar. “Que no se difunda nada sin tu firma”, “Que no entre nadie sin tu autorización” pero algunos se molestaban ante estas exigencias pese a que el inquieto director de Información y Prensa de ese convulso periodo hacía lo imposible por cumplir con tantas obligaciones inherentes a su cargo y además, ser obediente a los mandatos de Caamaño. Uno de los más asiduos colaboradores de la estación era José Francisco Peña Gómez, a quien Juan Bosch llamaba para dictarle las alocuciones que él repetía. Protestó por la disposición del coronel pero luego se sometió a ella al igual que otros sobresalientes actores de ese proceso. “Yo escribía también Una charla con el pueblo, un programa en el que hacíamos entrevistas a los soldados norteamericanos presos, recibíamos denuncias de la gente del pueblo, orientábamos e informábamos”, cuenta. Fue él quien en los primeros días de la rebelión recibió los cables anunciando que venía el ejército norteamericano. “Se lo informé a Caamaño y nos preparamos porque ya comenzaríamos a pelear”, manifiesta. “El empeño nuestro era mantener viva la emisora, avisamos cuando venían las tropas entrando por el norte” pero una ocasión de riesgo fue cuando se dañaron los equipos y Franklin tuvo que acudir a la antena de HIZ para transmitir. “De repente fuimos atacados”. La narración es extensa, dramática, la sobrevivencia fue milagrosa. Con “Un día más, dominicanos” anunciado por Luis Acosta Tejeda, la voz de la revolución, se despertaba un país que esperaba tener noticias de las posiciones del líder máximo de esa gloriosa batalla, el coronel Caamaño. “La consigna era que no se callara nunca la emisora y llegamos a transmitir hasta desde una cocina. Dormíamos al lado y nos sacudíamos las balas”, significa. Recuerda a la perfección el día que les rodearon la improvisada caseta donde hacían su trabajo Ercilio Veloz, Plinio Vargas Matos y él. “Estábamos expresando nuestra repulsa a Julio Postigo, y los evangélicos nos enviaban cartas protestando; su hijo estaba del lado nuestro y se sentía abochornado por su papá. En ese momento el CEFA nos cercó y solo se oía: ¡Están tirando! Ercilio y Plinio se metieron entre los transmisores y yo me pegué a la pared. Me quité, salí y cuando estaba afuera se desplomó el muro, Emilio y Plinio rompieron dos ventanas con los puños, nos tiramos, y no habíamos salido cuando el edificio de las antenas salió volando, no quedó block sobre block”. Cuando Franklin se presentó en el edificio Copello Caamaño le observó: “Te ibas a dejar matar”. El hecho ocurrió el 14 de mayo. Una bomba en el Copello. En la emisora Franklin trató de que el protagonista principal fuera el pueblo y no Caamaño que tampoco pedía ni ansiaba ese protagonismo, aclara. “Traté de armonizar y en cada programa exaltaba mucho al pueblo, el pueblo, el pueblo”. Pero también le preocupaba la imagen del coronel de abril. Advirtió en uno de sus discursos que hablaba muy rápido “y yo, como actor y director de teatro le aconsejé que debía ir más despacio. Le dije: le voy a marcar el próximo, y solo tuve que hacerlo la primera vez porque después él sabía. Era muy inteligente”. Franklin tiene en la mente detalles como que a los periodistas y locutores les pagaban diez pesos y que en los primeros días de la contienda no ponían música porque “la idea era que estábamos de duelo. Pero un día se me apareció alguien con un himno, sin música y recordé el de Aníbal de Peña y lo tiré. La gente se enardeció, desapareció la frialdad y a una voz se escuchaba: “¡A luchar soldados valientes, que empezó la revolución…! Civiles y militares constitucionalistas eran una presencia constante en la estación pero los fijos, expresa, eran Héctor Lachapelle y Lora Fernández. Declara que el Caamaño que conoció “era un hombre de trato afable, respetuoso, receptivo, me demostró mucha confianza. Me informaba asuntos confidenciales para que yo pudiera programar la emisión del día”. Agrega: “Recuerdo esa transformación que sufrió de haber sido casco negro a ser un auténtico patriota; su ira cuando llevaron el cadáver de Fernández Domínguez; las respuestas formidables que tenía para los periodistas, era muy equilibrado, admirado, respetado”. Tiene el lamento de “cuando entraron los americanos y les mataron los hijos al abogado Toño Jiménez” y la grata reminiscencia que fue “esa bella confraternidad, ese afán de entrega del pueblo dominicano donde se encuentran los verdaderos héroes anónimos. Barrían, limpiaban, colaban café… Hubo gente que se entregó de lleno, se identificó plenamente. Este pueblo se enfrentó a una fuerza tan poderosa como los norteamericanos y en los comandos no solo había tensión ni expectativa bélica: hacían veladas”. Confiesa que cuando terminó la guerra Iván García y él lloraron porque ese espíritu y ese valor fueron hermosos”. En medio de la tristeza por la despedida de aquella gesta heroica Franklin narra que “el Copello era un peligro permanente en el que casi siempre había que andar en cuatro patas” y refiere lo ocurrido el día que corrió el rumor de que iban a poner una bomba en el edificio y Héctor Aristy, ministro del gobierno caamañista, se le acercó: “Franklin, dé instrucciones precisas para que nadie entre aquí si no es autorizado por usted, salvo Caamaño”. Pero sonriendo agrega que al primero que los celosos guardias se llevaron preso fue al propio ministro Aristy porque intentó entrar sin la debida licencia que solo podía otorgar Franklin.

El Barrio Bajo Abbes

CONVERSANDO CON EL TIEMPO|13 DIC 2014, 12:00 AM|POR JOSÉ DEL CASTILLO El Barrio Bajo Abbes
Johnny Abbes y Lupita. “Tengo a bien dirigirme, muy respetuosamente, a Su Excelencia, el Generalísimo Doctor Rafael Leonidas Trujillo Molina, Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva, para informarle que después de cumplidas todas las formalidades legales, el Tribunal Criminal, presidido por el Dr. Joaquín Rodríguez Urtarte, condenó a la pena de 30 (treinta) años de trabajos públicos, a los nombrados Ildefonso Güemez (A) Foncito, Francisco José Pratt Pierret (A) Frank, Víctor Augusto Núñez Keppis, Rafael Leonidas Martínez Espaillat (A) El Chino, Roberto Carlo Gómez, Luis Manuel Soriano Tatis, José del Carmen Vidal Soto (A) Anguito, Melquíades Cabral Jiménez, Braulio Montán, Ramón Rafael Casado Soler (A) Mumú, Máximo Kermes Draiby (A) El Pinto, y Julio Evelio de los Santos Aguasvivas, sujetos que integran una sociedad subversiva-terrorista y antigubernamental que los mismos denominaron ‘La Nueva Trinitaria’, que venía operando dentro del radio urbano de esta Ciudad Trujillo, distinguiéndose en la comisión de actos de sabotajes, preparación y distribución de propaganda de carácter subversivo, así como realizando incendios en edificios públicos tales como: Oficina de la Cámara de Cuentas, Oficina de Suministros del Gobierno, Secretaría de Estado de Obras Públicas, Palacio de Justicia en los terrenos de la Feria de la Paz y como epílogo de sus nefastas actividades, tentativa de incendio del Depósito de Aduanas de la zona de la Feria de la Paz, el pasado domingo 8 del cursante, aproximadamente a la 5 de la tarde, donde precisamente, se ocuparon de uno de los malhechores dos potecitos de cristal conteniendo gasolina y que figuraron en el proceso.” El memorándum del Secretario de Estado de Justicia y Cultos, Lic. Mario Abreu Penzo, continuaba informando que “dicho sujeto fue apresado por el Celador de Aduanas allí destacado, Secundino Vargas Burdier, respondiendo al nombre de Rafael Leonidas Martínez Espaillat (A) El Chino, quien una vez sometido al interrogatorio correspondiente se declaró culpable de los crímenes anteriormente indicados, delatando los planes y programas de acción terrorista llevados a la práctica por los integrantes de la mencionada asociación anti-dominicanista ‘La Nueva Trinitaria’, orientando al mismo tiempo el camino que llevó a la autoridad investigadora para la determinación de los demás integrantes de esa banda de malhechores, en franca violación de los artículos 434 de nuestro Código Penal, Ley 1443, publicada en la Gaceta Oficial No.6641, del 16 de junio de 1947, violando además los artículos 87 y 89 del Código Penal vigente, estableciéndose además, como demostraron las pruebas del proceso, que sustentaban la aspiración de provocar un cambio en la forma de Gobierno establecida por nuestra Constitución Política. “Para la mejor ilustración de Su Excelencia, me permito, muy respetuosamente, remitirle una copia de la providencia calificativa, y del dispositivo de la sentencia que acaba de pronunciarse en este caso”. Fechada la comunicación al “Ilustre Jefe” el 14 de noviembre de 1959, en Ciudad Trujillo, Distrito Nacional, bajo la Era de Trujillo. La providencia calificativa evacuada por el Juez de Instrucción de la Segunda Circunscripción del DN, consignaba “el auto declinatorio del Juez Presidente del Tribunal de Menores, en virtud del cual envía a los procesados Roberto Carlo Gómez y Julio Evelio de los Santos Aguasvivas (a) Velín, por considerar que los mencionados más arriba, habían obrado con discernimiento y en perfecto uso de sus facultades mentales y volitivas”. Ambos tenían 17 años de edad y fueron juzgados como adultos, junto a los demás imputados. La referida Ley 1443, “prohíbe las agrupaciones comunistas, anarquistas y otras contrarias a la Constitución”. Conforme la providencia, “a los acusados les fue encontrada una gran cantidad de folletos o boletas de propaganda subversiva con el título de ‘Pronunciamiento de La Nueva Trinitaria’”. Indicándose “que el acusado Ildefonso Güemez Naut (a) Foncito, confesó que estos folletos eran preparados e impresos en el mimeógrafo del Colegio San Juan Bosco, por el seminarista Máximo Báez Draiby a espalda de los directores de dicho plantel”. En la audiencia, el fiscal actuante lamentó que no existiera la pena de muerte en nuestro Código, para pedirla en el caso de estos criminales. A raíz de este episodio, el teniente coronel John W. Abbes García, jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), se dirigió mediante oficio 09761 del 18 de noviembre del 59 al Secretario de Estado de la Presidencia, recomendando un ascenso al celador de Aduanas, “llegada la ocasión propicia y oportuna”, en consonancia “con las normas de estímulo administrativo, que a diario nos traza con su ejemplar acción Gubernativa el insigne Padre de la Patria Nueva”. Debajo de la fachada de legalidad se ocultaba la práctica siniestra del régimen, elevada al máximo exponencial por la mente maquiavélicamente enfebrecida de Abbes García. Un mofletudo antiguo cronista deportivo y dirigente del Comité Olímpico y la Comisión Hípica, aparentemente inocuo, arrimado a Nene Trujillo, hermano menor del dictador. Habitué de las animadas tertulias en El Conde celebradas en la farmacia del Lic. Humberto Gómez Olivier, Director de Deportes. Metamorfoseado a jefe de inteligencia y represión, de altos quilates internacionales, cerebro de operaciones magnicidas contra el coronel Castillo Armas en Guatemala y el presidente Betancourt en Venezuela. Propulsor de la potente Radio Caribe que ripiaba verbalmente a los antagonistas de Trujillo en la región, a los obispos “virados” a raíz de la Pastoral del 60 y coqueteaba con los países del bloque soviético, cuyas relaciones comerciales y diplomáticas buscó en medio de la cuarentena hemisférica implantada por la OEA. La huída de Batista y el triunfo de Fidel le sorprendieron en La Habana, orquestando suministros de armas dominicanas a la dictadura en desbandada. Capturados por el SIM los primeros 9 integrantes del grupo de los “incendiarios” la noche del 8 de noviembre del 59, faltando los 3 restantes que serían apresados en la Frontera intentando cruzarla, se produjo en La 40 el siguiente diálogo entre Abbes y otros jerarcas, tras el interrogatorio con golpes y pase por silla eléctrica incluidos. Johnny: “Bueno, nosotros no vamos a averiguar mucho con esta gente. Aunque faltan tres, vamos a proceder inmediatamente. Sáquenlos al patio. Yo tengo la orden del Jefe de proceder.” Ante lo cual Cholo Villeta cuestionó: “¿Y vamos a hacerlo sin estar el Jefe debidamente enterado?” Recibiendo por respuesta: “Sí, yo tengo órdenes precisas del Jefe de actuar tan pronto los agarráramos.” Replicando Cholo: “Pero el Jefe no sabía que son unos muchachos”. Un tercer interlocutor, quien permanecía sentado observando la escena, se incorporó para intervenir en este diálogo crucial: “¿Y Ud. se atreve a proceder sin que el Jefe esté enterado?” Entonces Abbes convino, dirigiéndose a Villeta: “Vaya Ud. mismo a informarle al Jefe”. Se trataba del general Fernando Sánchez hijo, conocido familiarmente como Tunti, criado en el barrio en casa de sus padres el general Fernando Sánchez y la respetada diva lírica Julieta Otero, jefe de estado mayor de la Aviación Militar y brazo derecho de Ramfis. Acompañado por el coronel Gilberto Sánchez Rubirosa, Pirulo, un asiduo entusiasta en estos actos extractivos de confesiones y de finiquito de los expedientes opositores. La suerte estuvo ese día del lado de los muchachos, algunos de los cuales ya no lo eran tanto superando los 20, con Casado Soler actuando como arcángel, por encima de los 40. Informado Trujillo por Villeta mientras realizaba su caminata nocturna en el Malecón, al enterarse de que no se trataba de una banda terrorista internacional sino de un grupo de adolescentes de la Francia y San Juan Bosco, ordenó terminante a Cholo: “Dígale a Johnny que cuidado si me mata a esos muchachos, que lo mato yo a él” -tal le contó el coronel Tomás Flores, presente en la caminata, al padre de Víctor Núñez Keppis, su vecino de la Martín Puche. Situados en el paredón del patio de La 40, a la espera de la decisión del Jefe, los complotados se enteraron por boca del sargento Reyes, alias Manota, quien recibía un especialismo por cada expediente “resuelto”. Paseándose ante la fila de los esposados, el célebre personaje exclamó: “Coño, qué lecheros son, qué lecheros. Yo esperaba unos cuartos con esta vaina. ¡Oh, dice el Jefe que ustedes sirven!”. Un temerario Núñez Keppis, quien se la llevó al vuelo, le espetó: “¿Se equivocó?” Mientras Manota se retiraba refunfuñando: “!Oh!, y ustedes me van a joder a mí”. Tras una semana en el infierno, los 12 –catequizados por la prédica salesiana de Enrique Mellano que enfatizaba valores patrios y principios morales solidarios, amén del sentido compromisario de la orden con la juventud obrera- serían trasladados al purgatorio de La Victoria. Allí, el jefe del presidio coronel Horacio Frías, dueño del edificio situado en la Puche con Cachimán, al lado de Núñez Keppis, recibió al contingente, ubicándolo junto al grupo de los “bomberos”, entre ellos Pichi Mella Peña –mi querido vecino de La Trinitaria-, Tony Barreiro y mi primo José Manuel Pacheco Morales, el entrañable Pilón. El coronel Frías reconvino a su antiguo vecino: “Vitico, carajo, te metiste en camisa de once varas. Si no me dicen nada, no hay problema. Pero si me dicen, zuap, te jodiste” –señalaba al tiempo que pasaba su alargado índice por el cuello. Así fueron, hace ya 55 años, las Navidades de 1959 para mis amigos del barrio, que sería ocupado por efectivos del SIM auscultándolo todo, hasta el pensamiento. Yo cumpliría 12 años, con Estrada Malleta en la acera de mi casa. Mientras, en las calles de Ciudad Trujillo, la vida proseguía “su agitado curso”, como remachaba Rodriguito al cierre del esperado Suceso de Hoy de su radiofónico Informador Policíaco. Un despertador inescapable de la acostumbrada siesta meridiana.

sábado, 6 de diciembre de 2014

Barrio de Rebeldía Incendiaria

CONVERSANDO CON EL TIEMPO| 06 DIC 2014, 12:00 AM|POR DIARIO LIBRE Barrio de Rebeldía Incendiaria Escrito por: Jose del Castillo
Casa Vapor. Fernandito Aznar, mi compañero de barrio, vivía junto a su hermana Montserrat en la avenida Francia 10, en la planta baja de un edificio de cuatro apartamentos. Su padre madrugaba para ir en bicicleta al mercado de La Antena y adquirir frutas y víveres para un quiosco que suplía al vecindario. A las 7:30 debía estar en su taller de carpintería y ebanistería. Este catalán nacido en Gerona llegado al país en 1940 como emigrado de la guerra civil española, tras pasar por un campo de refugiados en Francia, retornaba a su hogar al mediodía para regresar a las 2 en su trabajo. En el camino llevaba al hijo a Bellas Artes, pedaleando bajo la quemante canícula, para que recibiera clases de pintura del maestro Prats Ventós, refugiado catalán. Ocupando el otro apartamento del primer nivel, vivía Gonzalo Güemez, un incansable vasco nacido en Bilbao que operaba en igual ramo industrial, socio de Aznar en el taller, como Pascual Palacios. Tenía una camioneta y era de poco hablar. Negoció frutos y maderas desde San Juan en dos camiones y tuvo un percance con un La Salle de Trujillo al servicio de Ramfis. Cogió cárcel y debió vender sus vehículos para reponerle uno nuevo. Padre de los Güemez Naut, Ildefonso (Fonsito), Gonzalito y Sara Aurora, procreados con la profesora Fior Naut –fundadora de la primera Escuela de Economía Doméstica de San Juan de la Maguana y repostera. El inquieto Fonsito fue la cabeza articuladora del osado grupo de 11 jóvenes Nueva Trinitaria: Víctor Núñez Keppis, Frank Pratt Pierret, José Vidal Soto (Anguito), Rafael Martínez Espaillat (Chino), Roberto Carlos, Melquíades Cabral Jiménez, Julio Santos Aguasvivas (Evelín), Braulio Montán, Luis Manuel Soriano Tatis, Máximo Báez Draiby, asesorados por el profesor Casado Soler. Que retó a una cuadra del Palacio al bestial aparato de terror de Trujillo dirigido por Abbes García. Descubierto hace 55 años, el 8 de noviembre, tras meses de acciones temerarias que mantuvieron en vilo a los servicios de inteligencia. Apresados sus miembros y llevados a La 40. Recluidos en La Victoria por 9 meses. El sector donde se fraguó esta hazaña tenía ciertas características especiales. Era el hábitat de señeros arquitectos e ingenieros del régimen, como Henry Gazón, residente en su Casa Vapor, constructor de obras públicas y del Monumento a la Paz de Trujillo en Santiago, y del famoso Castillo del Cerro que le hizo caer en desgracia. Guido D’Alessandro levantó el Palacio Nacional y otras obras,formó familia con Carmen Tavares, hija de Isabel Mayer, gobernadora y senadora, desde cuya residencia montecristeña se dice salió la orden de Trujillo para iniciar el Corte del 37. Sus hijos fueron como mis hermanos: Aldo, asesinado en 1960 en La 40, Alfredo, Carmen Edda, Leonardo, Niní, Armando y el entrañable Yuyo, concuñado de Ramfis. Asqueado ante la vesania criminal de Ramfis durante los fusilamientos de junio del 59, decidió junto a su tío Manolo Tavares y Minerva, Leandro Guzmán y Ma. Teresa, en un encuentro en su hogar en la Delgado en enero del 60, formar una agrupación clandestina para derrocar a Trujillo. Develado pronto el complot, fue buscado por todos los confines. Salvó escapando en un crucero turístico que tocó puerto aquí. Frente, residía en una agradable mansión Alma Mclaughlin Simó, paciente novia por décadas y luego esposa del presidente Héctor B. Trujillo. Al lado suyo, sus padres, a la cabeza el coronel Charles Mclaughlin, responsable de la Compañía Dominicana de Aviación (CDA), en la que laborarían como pilotos Wimpy –implicado como agente americano en el complot para liquidar a Trujillo-, Gerald Murphy, asesinado por su rol en el traslado de Galíndez en 1956. Como Octavio De la Maza, en una operación de limpieza. Haciendo esquina con la Cachimán, vivía apacible el coronel retirado Luis Beras Fernández, padre de Horacito, quien pasaba la mayor parte del tiempo en su galería. A una cuadra de Alma, habitaba la familia Cambiaso, con Juan Bautista (Molusco) ocupando un alto rango en la jefatura militar. Frente a su casa, el odontólogo José Enrique Aybar, fundador en 1937 de la Guardia Universitaria, catedrático y alto funcionario de la Universidad, donde fue vicerrector y rector, presidente de la Junta Central Directiva del “glorioso” Partido Dominicano. Llamado el Goebbels criollo. Perdió la vida en su casa durante la ocupación americana del 65, de manos de un marine en un confuso incidente. A una residencia de por medio, se hallaba la del general Fernando Sánchez, quien ocupó en los 30 la jefatura del EN, casado con la gran diva Julieta Otero, padre del general Tunti Sánchez, jefe de estado mayor del EN y la AMD, brazo derecho de Ramfis. Hermano del dramaturgo, poeta y productor de TV Freddy Miller Otero, desaparecido al final del régimen. En la esquina San Juan Bosco con Martín Puche la casa de dos plantas del coronel Tomás Flores, hermano del compositor Pedro Flores, oficial de los marines que quedó en el país y mantuvo con orgullo su uniforme con pantalones abombados, botas altas lustrosas, camisa kaki, corbata y sombrero alón de fieltro. Muy querido, patriarca de familia de primerísima calidad profesional y humana. Al lado, familiares del general Fausto Caamaño, figura militar del régimen. A seguidas, Eliseo de Peña Durán, subdirector de la división de televisión de La Voz Dominicana, esposo de Esthervina Tactuk y padre de Macky, Katia y Mirna. La laboriosa familia Mangual. Cerca, Manolín Goico Castro, padre de Píndaro y sus hermanas, director de la Cédula, presidente de la Asociación de Abogados, intelectual frecuente en la tribuna del Trujilloniano y el Partido Dominicano. Como el Dr. José Ángel Saviñón, quien vivía en la Francia, alto funcionario aquí y en el exterior. En los 30 y 40 –tal Marrero e Incháustegui Cabral- tuvo inquietudes socialistas. Otra figura lo era el Lic. Ernesto Suncar Méndez, catedrático de Derecho Constitucional. En la Cachimán, los Alix. La querida Cufeta –descendiente de Billini-, sus hermanas e hijos, con Toñito al frente. La familia Oviedo Landestoy –con el amable don Ernesto como gobernador de Azua-, José Ernesto, Carlos y Aurorina, los hijos de Bethania. Don Pepito Pimentel y Anacaona, almacenero padre de Josefina, nuestra pasada ministro de Educación y Pipito. La familia Bonilla, los Pérez, los Cruz. Ya en la San Francisco, don Luis Tirado y sus hijos Luisito, Gustavo y César. Los Carlo, con nuestro conspirador Robert, sus hermanos Lillian, diva lírica, Tito, piloto de la AMD, en Barahaona cuando el complot fue develado. Nuestro Fernando Casado y su madre. Vivía en la Francia don Pupo Cordero, dueño de la HIG, padre de Mac y Jesús. Los Schotborgh Nadal y Fillo Nadal. La familia Catrain Bonilla, cuyo padre funcionario del IDSS, con Francisco, Pedro y Alfonso. Mariano Defilló, de la Cervecería, su esposa Celeste Ricart y sus hijos Marianito y Damaris. La familia Ortega Peguero. Los Rímoli. Tongo Sánchez, profesor de Filosofía, mantenía una peña con Carlos Sánchez y Sánchez, Cundo Amiama, José Aníbal Sánchez Fernández y Mieses Burgos. El compositor Pancho García y sus hijos Rafelito y Chan. La familia Pumarol, con Moncho y Felipe, casa que luego ocupó Guillo Pérez. Los Saneaux. Familias Martínez Espaillat y Vidal Soto, con hijos implicados en la trama. Los Simó, tíos de Alma. Casado Soler. Encima de Güemez Naut, al lado de Casado, enfrente de Chino Martínez y a dos casas de Anguito Vidal, el mayor Candito Torres Tejeda, jefe de operaciones y subdirector del SIM, quien dirigió el plan para asesinar a las Mirabal, visitado por Cholo Villeta, con hermana en la cuadra. En la Martín Puche iniciaba la Reid & Pellerano de Donald Reid Cabral y los hermanos Pellerano, vinculado el primero al complot que liquidó a Trujillo. Al lado, Lic. Pircilio Pimentel y doña Lola, y sus hijos Bienvenido, Teresa, Marina y Margarita. Los del Castillo Pichardo. La familia Leites Campos, con Abelardito y Berto, sobrinos del cineasta Rafael Campos y del expedicionario de junio Campos Navarro. Más allá, doña Tata Román Fernández, hermana del general Pupo Román Fernández, secretario de las FFAA, asiduo visitante, y las hermanas Gómez Román. Encima, el hogar de Elías Arbaje –administrador de El Caribe-, su señora e hijos Junior y Alicia. José Aníbal Cruz, el hombre de las inyecciones, y Venecia García, con José Anibita, Charina, Venecín, Mayra, Yoyó. Los Stamer, parientes de los Lockward de Puerto Plata. La familia Núñez Keppis, el padre antiguo oficial de la Policía Municipal de Horacio Vásquez y la madre Caridad, Víctor el complotado y su hermano. En la esquina los Olmos, con doña Mercedita, educadora que levantó un familión de calidad. Un barrio así, pegado al Palacio y con la residencia de Alma en su corazón, debía ser ocupado teatralmente por efectivos del SIM, al estilo nazi, como en el sector judío de Varsovia. La intentona conspirativa se fraguó en el edificio donde residía el jefe de operaciones de la inteligencia del régimen. En un barrio habitado por guardias de jerarquía, altos cargos civiles, a un paso del cuartel general del siniestro servicio de espionaje y represión. Con el Laboratorio de Química y el mimeógrafo del Colegio Don Bosco, tan dotado, como toda la orden salesiana, por el dictador y dador. Con un seminarista casi cura, Báez Draiby, multicopiando panfletos que corregía el profesor Casado Soler en las narices de Candito. El castigo por esta “afrenta” implicó a don Gonzalo Güemez -ajeno a los ajetreos conspirativos de su hijo-, quien fue deportado a España. En 1961 Fonsito fue a estudiar a Madrid, donde residió hasta 1968 y cursó tres carreras: Ciencias Políticas en la Complutense, Diplomacia en la Escuela Diplomática, y Sociología en el Instituto Social León XIII de la Pontificia Universidad de Salamanca. Con estos saberes como herramienta ha sido un destacado ejecutivo y profesor universitario en la UASD, así como funcionario de la Cancillería. Todos en el barrio caímos bajo sospecha…