UNA POSICIÓN FIRME. DON                    RAFAEL HERRERA DEFINIÓ "ATERRADOR” EL CUARTELAZO DE                    1963
Santo Domingo.- El profesor Juan Bosch, en su                    condición de presidente constitucional de la República, había                    hecho una visita oficial a México en donde fue recibido con                    todos los honores por el presidente de turno doctor Adolfo                    López Mateo. 
                   Luego Bosch revelaría que en ese viaje, el general Atila                    Luna insistía en que el gobierno comprara aviones ingleses por                    seis millones de dólares y que él se habría rehusado. “Mejor                    me corto el brazo antes que firmar una compra de aviones de                    guerra para un país con tanta pobreza”, diría Bosch                    posteriormente. El rechazo de Bosch a esa compra, que le                    garantizaba al jefe de la Fuerza Aérea una comisión generosa,                    agudizó la conspiración que se venía alimentando en cuarteles                    y púlpitos.
                   Inmerso en esa vorágine el país celebró el Día de Las                    Mercedes, consciente de que el régimen de libertades públicas                    inaugurado el 27 de Febrero del mismo año parecía vivir sus                    últimos alientos.
                   (Hay versiones bien sustentadas de que el coronel Rafael                    Fernández, a nombre de un grupo de oficiales, propuso a Bosch                    una acción militar para revertir la acción del golpe, pero que                    él se habría negado a esa reacción para evitar un ‘baño de                    sangre’).   
                   Mientras los rumores sacudían al país, el Movimiento                    Revolucionario 14 de Junio, con Manolo Tavárez Justo a la                    cabeza, apuraba la organización de lo que haría tan pronto se                    consumara el cuartelazo militar. 
                   Al celebrar la efemérides de la invasión del 14 de Junio de                    ese año, Manolo había advertido que su organización sabía en                    donde estaban “las hermosas montañas de Quisqueya”, en alusión                    obvia a su decisión de iniciar una guerra de guerrilla de                    resistencia al golpe en cuya acción perdió la vida pocos días                    antes de la Navidad de 1963.
                   En un esfuerzo que resultó vano por desinflar la atmósfera                    cargada que angustiaba al país, don Rafael Herrera, director                    del Listín Diario con menos de dos meses en circulación,                    advertía sobre las consecuencias de una asonada militar que                    cercenaría las libertades públicas apenas dos años después de                    liquidada la tiranía trujillista.
                   Guardando los pequeños detalles, el Golpe de Estado de 1963                    está configurado casi al carbón con la asonada que se produjo                    recientemente en Honduras contra el presidente Zelaya:                    oligarquía contra un gobierno liberal, iglesia y Fuerzas                    Armadas, amén de un gobierno liberal demócrata en Washington                    (Kennedy, en 1963 y Obama ahora).
                   El golpe rugeFinalmente el 25 de septiembre en                    la noche, trascienden preocupantes rumores sobre la casa de                    Gobierno; el público detectó los aprestos militares y                    empezaron a llamar a los periódicos y a las pocas emisoras de                    radio que existían entonces. No hubo mención de la crisis                    política en la televisión (Radio Televisión Dominicana y                    Rahintel) que eran los canales de la época. 
                   El estremecimiento, sin embargo, abarcaba a todos los                    sectores sociales. Estaba casi todo el personal en el Listín                    en donde llegaban los rumores hasta que, ¡rián¡ “Bosch está                    preso”, dijo una angustiosa voz a través del teléfono.
                   “Llamen a Landolfi a Palacio”, exclamó Jaime Lockward, el                    jefe de redacción, pero nuestro reportero en la Casa de                    Gobierno no estaba allí pese a la conmoción que hervía por                    toda la ciudad.
                   Creo que entonces se optó por enviar a Federico Henríquez                    Gratereaux (entonces administrador del Listín) o a Luis Ovidio                    Sigarán, quien se quedó en lo adelante como reportero en                    Palacio hasta después de yo salir del Listín en febrero de                    1967.
                   Con el paso de las horas las informaciones se fueron                    aclarando hasta que se oficializó el cuartelazo con el famoso                    comunicado de las Fuerzas Armadas y las ‘fuerzas vivas’ de la                    nación: El Golpe de Estado había sido consumado “para salvar                    al país del comunismo”.
                   Lo curioso es que el país tomó un imaginario crayón rojo y                    fue cercenando el futuro de todo aquel que se involucró o                    aceptó el Golpe de Estado. Ellos no serían jamás líderes                    políticos con el respeto de la nación. Así, mientras aparecían                    gráficas de televisión o de diarios informando la entrada a                    palacio de líderes que apoyaban el golpe, el país los iba                    tachando: Viriato Fiallo fue el primero. Le siguieron Juan                    Isidro Jiménes Grullón, Mario Read Vittini, el general                    Ramírez, quien había vivido años en el exilio reclamando                    “democracia” en su país, pero cuando la vio aquí parece que se                    asustó.
                   Siguió en la lista Donald Reid Cabral quien había                    participado en la conspiración para matar a Trujillo el 30 de                    Mayo y que luego sería triunviro, no sobrevivió políticamente                    ni siquiera aliándose con su opositor consumado el doctor                    Balaguer en años posteriores.
                   Don Rafael parecía que visualizaba lo que venía y advirtió                    en términos muy graves a los líderes políticos de la época así                    como a jefes militares y al personal de las embajadas más                    influyentes de entonces. Lo escuchaban, lo leían pero fruncían                    el seño en rechazo de la voz que clamaba angustiada que                    evitaran el colapso de la sociedad. 
                   En la mañana del golpe de Estado la redacción amaneció                    dividida entre los pro-golpistas y los antigolpistas. Virgilio                    Alcántara, Luis Reyes Acosta y quien esto escribe, aparecimos                    de repente como conscientes antigolpistas. Otros compañeros                    ñque prefiero no mencionar porque algunos han muertoñ opinaban                    de manera favorable a la asonada militar. Las discusiones                    fueron intensas y apasionadas. 
                   Don Rafael en circunstancias como la del Golpe Militar                    parecía sufrir intensamente. Se tomaba las gafas y las mordía;                    se desarreglaba el cabello y se lo volvía a arreglar... era un                    nerviosismo contagioso, iba a escribir y quería elaborar letra                    a letra lo que iba a escribir. Nunca lo había visto tan                    angustiado, pero tampoco habló nada con nadie.
                   Finalmente el editorial se produjo, se compuso, se corrigió                    y se pegó. Qué decía ese editorial, no lo sé, porque cuando lo                    escribió ya yo había salido del diario esa noche convulsa y me                    fui a recluir a casa de la Julio Verne 14, a una cuadra del                    Palacio Nacional. Pero al otro día todo comenzó a saberse                    porque el editorial de don Rafael nunca se imprimió debido a                    que alguien, con mucho poder en el Listín, nada menos que el                    presidente de la empresa, don Baby Ricart, lo arrebató de la                    “emplanación”. 
                   El editorial sobre el Golpe lo escribió Federico Henríquez                    Gratereaux, hasta donde recuerdo. 
                   Don Rafael se indignó y se fue a su casa para no volver,                    pero simultáneamente comenzó a fraguarse una reacción a favor                    de don Rafael, incluyendo a Felipe Vicini (creo que accionista                    de la empresa), a quien Virgilio y yo encontramos en la                    habitación de don Rafael cuando fuimos a expresar nuestro                    respaldo al director.
                   
O VUELVE O NO HAY LISTÍN“O usted vuelve o no hay                    Listín”, fue mi emplazamiento rotundo a don Rafael; Virgilio                    me apoyó y Herrera dijo que se dedicaría a escribir una                    especie de “Hoja” que haría circular sustentando sus                    posiciones contra el Golpe de Estado. El editorial objetado                    nunca lo vimos, pero qué podía decir don Rafael, nada menos                    que reiterar lo que ya había advertido; que ese cuartelazo era                    un acción terrible para la institucionalidad del país, que                    traería ñcomo trajoñ grandes episodios de división en la                    familia dominicana y que la ambición demostrada por los                    golpistas lo destruiría a ellos mismos. No sé si lo decía de                    esa manera, pero sería un emplazamiento lógico teniendo en                    cuenta los criterios de don Rafael. Nada más, nada menos. 
                   Sobre todo si usted evalúa lo que dijo en los editoriales                    posteriores al incidente con don Baby, sobre el fatídico Golpe                    una vez resuelto el impasse gracias al apoyo irrestricto que                    le ofreció Tuturo Pellerano a don Rafael. Un apoyo ñhasta                    donde recuerdoñ sin dubitación y hasta el último de sus días.                    La circulación del Listín, previo al golpe oscilaba entre seis                    y ocho mil ejemplares. Era la época que Rafael Bonilla Aybar                    (Bonillita) lo tildaba de ser “La Nación de lujo”, porque                    mantenía una línea de respeto a la institucionalidad mientras                    él recorría el país siendo el vocero principal de los llamados                    “mítines de reafirmación cristiana”, de inspiración golpista.                    El primer editorial del Listín sobre el Golpe, escrito por                    Federico Henríquez, fue frío, formal, guabinoso y sin                    definición sobre el hecho.
                   Pero una vez regresó don Rafael la voz del periódico se                    elevó; tronó y advirtió de los males que traería al país ese                    hecho falaz. La voz del Listín se convirtió entonces en la voz                    de la nación y el país lo asumió como su vocero legítimo.
                   Se comenzó a aceptar al Listín y compenetrarse con sus                    posiciones. La circulación creció constantemente ya que la                    conmoción social de la guerrilla en donde murió una casta                    especial del 14 de Junio con Manolo Tavárez Justo a la cabeza                    y el proceso de reacción popular que provocó exilios, presos y                    muertos. La oficina de don Rafael se convirtió para entonces                    en un confesionario por donde pasaban todos aquellos que le                    revelaban sus secretos y que él guardaba con celo sacerdotal.                    El 1964 bien debería llamarse el año de Unachosin (Unión                    Nacional de Choferes Sindicalizados), de orientación                    perredeísta y que se convirtió en el portaestandarte de la                    lucha contra el Triunvirato, y su peor dolor de cabeza.
                   El vaticinio de Bosch de que en el país “un golpe de Estado                    duraría menos que una cucaracha en un gallinero”, se acercaba                    y así fue en términos históricos, pues en menos de dos años el                    Triunvirato y todo el liderazgo político y militar que                    promovió el cuartelazo del ’63 fue arrasado inmisericordemente                    por las masas en el 1965.
                   Bosch y el Listín emergieron victoriosos de esa intensa                    lucha social que produjo los acontecimientos de Abril. Pero                    esa es otra historia y la contaré mas adelante. 
                   
UNA POSICIÓN QUE REPERCUTIÓ DENTRO Y FUERAEl                    siguiente es el editorial de don Rafael Herrera publicado con                    su nombre en el Listín el día 26 de septiembre, al otro día                    del golpe de Estado al gobierno constitucional del profesor                    Juan Bosch a los siete meses de inaugurar su mandato.
                   Estas líneas de don Rafael reflejan la angustiosa situación                    que vivía el país como resultado de esa acción                    cívico-militar.
                   “Los hombres que hoy tienen en sus manos las riendas del                    poder de la República Dominicana han contraído una                    responsabilidad aterradora.
                   Pocos se hubiesen atrevido a contraerla.
                   Estos hombres han cometido un acto claramente ilegal.
                   Han irrumpido violentamente en el orden jurídico                    dominicano.
                   Han desmoronado la Constitución, base y principio de ese                    orden jurídico.
                   Y en su lugar han establecido otro, valiéndose de la                    fuerza.
                   Eso es dicho, pura y llanamente, lo que ha sucedido.                    Negarlo sería pueril. Hay casos, sin embargo en que puede                    justificarse esa irrupción violenta con el derecho. Los                    hombres que hoy tienen en sus manos las riendas del poder en                    este país lo saben.
                   Y porque lo saben se justifican en el manifiesto que                    dirigieron el pueblo, inmediatamente después de contraer su                    aterradora responsabilidad.
                   Hay un viejo dicho, en casi todas las lenguas civilizadas                    que puede aplicarse a esta situación.
                   En la nuestra lo expresamos así: “Lo que está hecho, hecho                    esta”.
                   Es el “fait acompli” de los franceses.
                   El hecho consumado. Nosotros tenemos la fórmula con la cual                    pudiera justificarse el hecho consumado. Es muy sencilla.
                   Consiste simplemente en que los hombres que han subvertido                    el orden jurídico dominicano cumplan lo que prometen.
                   Consiste en que lleven a práctica las promesas que han                    hecho en el manifiesto que dirigieron al pueblo. La historia                    solo podría justificarlos si convierten realmente al estado                    dominicano en un estado de justicia y equidad.
                   Si respetan los derechos humanos, civiles y políticos entre                    ellos los de libre expresión de pensamiento, reunión y                    asociación.
                   Si conservan y aumentan las conquistas que han logrado en                    los últimos tiempos las clases trabajadora.
                   Si protege a los industriales, los banqueros y los                    comerciantes.
                   Si trabajan incansablemente por elevar el nivel de vida de                    nuestro empobrecido pueblo.
                   Si luchan con inteligencia contra el comunismo,                    presentándole la batalla de la mejor manera que puede                    presentársele: luchando día y noche contra la miseria, las                    enfermedades, el hambre, pues solo donde hay enfermedades,                    hambre y miseria progresa el comunismo.
                   Si preparan el camino para que el pueblo dominicano pueda                    expresar de nuevo su voluntad en las urnas.
                   Y se muestra generoso –jamás punitivo ¡jamás!– con los                    vencidos.
                   Solo así podrá justificarlos la historia.
                   Así solo podrá justificarlos el                pueblo”.