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viernes, 27 de septiembre de 2013

Epitafio a Manolo y la Izquierda.

Opiniones de Invitados e Invitadas Opinión del Invitado Especial Ubi Rivas Rafael Chaljub epitafio a Manolo y la izquierda En esta obra de 291 páginas, en 22 capítulos Mejía desgrana como un rosario de penas, el empinado viacrucis historiográfico de la inveterada izquierda Por Ubi Rivas • Periodista, Escritor, Comentarista e Historiador Dominicano jueves 19 de septiembre de 2013 Rafael Chaljub Mejía, que ha deleitado al lector con entregas suculentas como Por los caminos del merengue, La Guerra de los Seis Años y Diccionario Biográfico de los Restauradores, entre otras, entrega su última obra, Manolo: 50 años después, que más que una reseña histórica, es un epitafio lacerante del trágico final del doctor Manuel Aurelio Tavárez Justo (Manolo), del Movimiento l4 de Junio y del total de la izquierda dominicana. En esta obra de 29l páginas, en 22, capítulos Rafael Chaljub Mejía desgrana como un rosario de penas, el empinado viacrusis historiográfico de la balbuciente é inveterada izquierda dominicana, fraguada en la clandestinidad de la tenebrosa Era de Trujillo, que irrumpe rauda al escenario al concluir esa etapa aciaga de nuestro acontecer republicano, con un cero de clasificación en experiencias, cero en respaldo popular del proletariado, cero en la acepción de las fuerzas trujillistas que sobrevivieron al magnicidio cero en la incipiente burguesía ávida de enseñorearse con patrimonio del generalísimo, y un cero final del imperio. Es un recuento a manera de endecha, de cómo el subjetivismo, el emocionalismo y el infantilismo revolucionario pretendió imponerse al objetivismo, las coyunturas del momento, los poderes fácticos que como muna argamasa moldean la escultura del poder y las circunstancias imperantes y decisivas, que lo son todo, mientras que los hombres somos títeres de éstas. Ningún político que sobrevivió la Era de Trujillo y que residió en el país durante su lóbrego trayecto de 32 años logró disponer del menor ápice de experiencia, facultad de la que eran depositarios los líderes del exilio dominicano, como resultó ser cuando en las elecciones del 20 de diciembre 1962, el escritor del exilio Juan Bosch ganó el primer certamen cívico que se verificaba en el país desde l926 en que fue electo el "general" machetero Horacio Vásquez. Fue lo que expuse personalmente a Manolo al mediar el año 1963 en su apartamento de la calle Rosa Duarte con César Nicolás Penson, en Gascue, cumpliendo un encarecimiento que me formuló el titular de las FFAA, mayor general del Ejército Víctor Elby Viñas Román, de que comunicara a Manolo que los institutos armados no garantizarían la vida de los que se aventuraran en la Manigua, como final aconteció. El general Viñas Román, académico, urgía salvar a los "muchachos" del 1J4, no solo porque no era un criminal, sino porque le preocupaba preservar al doctor Juan Miguel Román Díaz, que era su primo hermano y secretario particular de Manolo. Manolo desdeñó esos sanos y útiles consejos porque su espíritu estaba larvado no solo por la influencia fresca de la odisea de Fidel Castro, si no porque permitió que Hipólito Rodríguez (Polo), le inculcara la opción suicida del foquismo, en vez de otorgar tiempo al tiempo para madurar y optar por la vía democrática de conquistar el poder mediante el apelativo de las urnas, que era, es y seguirá siendo la forma expedita para alcanzar el poder con el consentimiento mayoritario de los gobernados. Generoso, honrado, valiente, meritorio, pero gravemente impresionable é influenciable, Manolo desdeñó las realidades circundantes y se decantó por la opción inicialmente castrada de la insurrección armada, frente a poderes graníticos en su contra, descritos, que fulminaron su proyecto, su persona valiosa y con él, una pléyade de prometedora juventud que merecía mejor suerte que el holocausto inútil. Fue una réplica de lo que una década después, con idénticos patrones de deserción de las realidades del entorno y de sus propios límites, pretendió el coronel del Ejército Francisco Alberto Caamaño Deñó el 2 de febrero de 1973, cuando el 30 de marzo de 1972, el presidente Joaquín Balaguer anunciaba en Santiago de los Caballeros el inicio de un proyecto ambicioso de repartir tierras a campesinos misérrimos, y el cambo experimentaba una ebullición balaguerista como nunca antes ni después. Caamaño, idéntico a Manolo, carecía de la menor experiencia política, del mínimo respaldo campesino, de la menor estructura organizativa a nivel nacional, los dos proyectos fallidos, diferente a como hiciera Fidel Castro en el exilio en México (1953-1956), cuando en Cuba existía una organización amplia, que inclusive involucraba al sector militar no corrompido ni criminal de la dictadura del general Fulgencio Batista. Un gran aporte a la bibliografía nacional de Rafael Chaljub Mejía, un catecismo práctico que anatematiza el decursar incorrecto de la apenas existente izquierda dominicana, una versión caribeña de El Arte de la Prudencia de Baltasar Gracián, Biblia para intemperantes, dilatantes, impresionables, subjetivistas políticos, infantilismo en la praxis del proceso, todo argamasado produjo el colapso de muchos de los jóvenes más honrados, valiosos y valientes, que derrocharon todo ese caudal humano invaluable para nada, para que el doctor Balaguer gobernara 22 años, como los Restauradores que se sacrificaron para entronizar al poder indirectamente a esa abominación humana que fue Buenaventura Báez Méndez. Escrito por: UBI RIVAS - See more at: http://www.diariof27.com/articulo,15628,html#sthash.H4Rhgn0Y.dpuf

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