PANCARTA
El deber ante la Patria arrebatada
Raúl Pérez Peña (Bacho)
columnapancarta@yahoo.com
Este 16 de agosto conmemoramos la gesta patriótica de la Restauración, pero bajo la angustia de que buena parte de los dominicanos ignora la profundidad de esa conquista.
Luego de la conquista de 1844, con la anexión a España la Patria fue arrebatada por el poder foráneo apoyado por el traidor Pedro Santana. El poder en manos de mercaderes eriza la dignidad y provoca la resistencia ante el despojo.
Transcurrido casi un siglo entre 1863 y 1961, la muerte de Trujillo nos hizo creer que habíamos “saltado a tierra”.
Con el impacto de las gestas de Constanza, Maimón y Estero en el desplome de la tiranía y bajo las esperanzas anidadas en el programa liberador de la Raza Inmortal, legiones de dominicanos soñaron que el despertar de 1961 fructificaría con profundas conquistas sociales, políticas, económicas, culturales, etc.
Resultaron fallidas las esperanzas cifradas en el gobierno de Juan Bosch. Todo se fue abajo con el golpe militar y el triunvirato que malogró ese experimento democrático.
Manolo Tavárez y el Movimiento Revolucionario 14 de Junio escogieron el camino de las montañas en el primer proyecto armado de envergadura por liberar la patria secuestrada. Siendo infructuoso el levantamiento por el rescate de la institucionalidad, la misma bandera fue levantada de nuevo en 1965 cuando los coroneles Fernández Domínguez y Hernando Ramírez articularon la insurrección militar ciudadana que se transformó en la gesta patria de abril en respuesta a la criminal intervención militar de 42 mil marines norteamericanos el 28 de Abril.
El prócer Caamaño asumió con dignidad la misión que le asignó la historia cuando fue secuestrada la soberanía y se tronchó el desenlace del gobierno de la República en armas.
Han transcurrido más de cuatro décadas con el país bajo el control de tres partidos que tipifican la corrupción, la impunidad, la humillación al poder extranjero y el control de los mecanismos del capital financiero internacional.
La patria está hipotecada por tres siglas politiqueras que no frenarán la violencia criminal, ni el narco tráfico, ni el lavado de activos. Mucho menos resolverán los problemas de la salud, educación y otros.
El imperio del mal y de la malignocracia impone evocar a los restauradores y a cuantos han retomado sus banderas, por una patria sana y de consciencia soberana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.