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sábado, 19 de febrero de 2011
“Con la iglesia no se pelea”
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Hoy/ Wilson Morfe
18 Febrero 2011, 10:58 PM
“Con la iglesia no se pelea”
Colaboradores Trujillo sugirieron medidas enérgicas contra la Iglesia
Escrito por: Chichí de Jesús Reyes (Chichidejesus46@hotmail.com)
La frase que encabeza este artículo la pronunció el dictador Rafael L. Trujillo a sus familiares y colaboradores más cercanos, luego que escuchara, de manera pasiva, la lectura del texto completo de la Carta Pastoral del Episcopado, leída el 25 de enero de 1960 en todas las iglesias del país.
La misiva fue leída por el entonces vicepresidente de la República, Dr. Joaquín Balaguer, en presencia del Presidente Héctor B. Trujillo; el secretario de Interior y Policía, Virgilio Álvarez Pina; el secretario de Relaciones Exteriores, Lic. Porfirio Herrera Báez; el director del Archivo General de la Nación , don Emilio Rodríguez Demorizi; el director de La Voz Dominicana, general J. Arismendy Trujillo, y el temible jefe del SIM, coronel Jhonny Abbes García.
Aunque Trujillo sugirió la conveniencia de que se tomara el caso “con mucha calma”, sus colaboradores insistían en la adopción de medidas enérgicas contra la Iglesia y contra la totalidad de los obispos, que en la ocasión eran 7 (ahora son 17 entre eméritos y los 11 jefes de diócesis), incluyendo el Nuncio de Su Santidad Lino Zanini.
Doña María Martínez, Primera Dama de la República, y los cortesanos de primer orden Álvarez Pina y Rafael Paíno Pichardo, lo mismo que unos cuantos sacerdotes que gozaban de la confianza de Trujillo, le aconsejaron endurecer su resolución y “obrar con sentido contrario a la política de los obispos”.
Como el acoso contra los ministros fue extendiéndose sistemáticamente, monseñor Zanini emprendió durante todo el mes de febrero una agresiva ofensiva diplomática, dirigida a lograr un giro en la actitud represiva del Gobierno. No obstante las múltiples diligencias hecha a través del Dr. Balaguer, con el propósito de bajar la presión, apenas el obispo pudo lograr escuetas respuestas basadas en evasivas y promesas de solución que nunca se concretizaron.
El 3 de febrero de 1960, diez días después de la lectura de la Pastoral, se produjeron en La Vega continuos insultos contra el obispo Francisco Panal, durante un mitin montado por personeros del régimen frente a la Catedral, en momentos en que precisamente el sacerdote oficiaba la misa dominical.
Una semana más tarde, el día 10, el Secretario Sin Cartera, y hombre de estrecha confianza de Trujillo, Manuel de Moya Alonzo, ofreció una declaración pública donde atribuyó la Pastoral “a la insatisfacción de los obispos ante la benévola y tolerante postura del Gobierno frente al laborantismo de las sectas protestantes en el país”. Al mismo tiempo, el influyente funcionario destacaba “el amplio y oportuno apoyo financiero que Trujillo ha venido brindando a la Iglesia Católica”.
Ante la posición firme y decidida de la iglesia de no ceder un ápice en su denuncia contenida en la Carta, especialmente en la persecución y torturas a que eran sometidos los desafectos del régimen, Trujillo comunicó a los obispos su imposibilidad de “interferir en la administración de Justicia de la Nación”. Los ministros respondieron con una nueva Pastoral, el 6 de marzo del mismo 1960, en la que ratificaban las demandas anteriores y exigían sin ambages la libertad de todos los presos políticos “para antes de las pascuas de resurrección”, período en que se conmemora la Semana Santa.
El conflicto quedó sellado a partir de esas irreconciliables posiciones y en líneas generales, la representación de la iglesia quedó en manos de los obispos Reilly, de San Juan de la Maguana, y Panal, porque siendo extranjeros, sin ningún lazo familiar nativo, eran menos vulnerables a la represión gubernamental. Amparado en ese privilegio los dos obispos recibieron instrucciones precisas para que la nueva Carta fuere leída de manera sistemática en todo el país, en el desarrollo de los actos litúrgicos, recomendación que fue cumplida al pie de la letra por los sacerdotes.
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