Por Ángela Peña
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Familiares de Santiago fueron perseguidos y asesinados tras la muerte del "jefe"
La violencia enlutó el Cibao en la semana del 14 al 20 de agosto con las muertes de Erasmo Bermúdez Espaillat, Fausto Jiménez Guzmán, Pedro Clisante, Alejo Arquímedes Martínez y Elpidio Madera en sucesos políticos ocurridos en Santiago, Puerto Plata, San Francisco de Macorís, Sosúa. Pertenecían a la Unión Cívica Nacional y fueron ametrallados por fuerzas del gobierno en diversos escenarios.
La represión dejó también un trágico saldo de heridos entre los que se encontraban Ramón Tapia, Federico Carlos Álvarez, Manuel Antonio Santos Rodríguez, Rigoberto Antonio Rodríguez, Manuel Guzmán García, José B. Pérez Ramos, Héctor J. Pablo Reyes, Rafael Nicolás Castellanos, Ramón Edilio Checo, Ignacio Rodríguez, Ramón Antonio Rojas, Rafael Antonio Velásquez, Milton Franco, Rafael Alejandro Llenas y otros, alcanzados por disparos del ejército en los velatorios o en manifestaciones de protesta.
La República estaba consternada. El comercio cerró sus puertas en señal de duelo y se pronunciaron las asociaciones de médicos y abogados. Periodistas extranjeros viajaron al país alarmados por los sucesos, y en el Senado se produjeron encendidos debates a raíz de una petición de monseñor Eliseo Pérez Sánchez, senador por Sánchez Ramírez, para que las cámaras legislativas se dirigieran al Presidente Balaguer y a Ramfis, Jefe de Estado Mayor Conjunto, a fin de evitar la repetición de acontecimientos similares. El religioso encontró réplicas en sus colegas J. Fortunato Canaán y Rafael Vidal Torres.
Aviones militares volaban bajo sobre las ciudades, para amedrentar, y de los pueblos se recibían denuncias de atentados, como los que dijo Leopoldo Núñez Levy, presidente de UCN en Higüey, que se fraguaba contra las vidas de Arévalo Cedeño Valdez y otros miembros de esa agrupación. Cedeño murió en 1965 siendo presidente de la Cámara de Diputados del gobierno constitucionalista.
La persecución contra los cívicos llevó a Viriato Fiallo y a Luis Manuel Baquero, presidente y secretario general de la organización, a publicar avisos alertando de tramas contra máximas autoridades para ser atribuidas a su militancia y “proceder en consecuencia”. Pidieron a sus correligionarios no llevar distintivo, ya que se estaban imprimiendo copias para confundir y promover desórdenes.
Unión Cívica se había constituido en la principal fuerza de oposición. Aglutinó personalidades distinguidas y sobresalientes y despertó las simpatías populares. Las frases “¡Basta ya! y “Noble y sufrido pueblo dominicano”, reiteradas por Viriato Fiallo, el sombrerito de cana y la cinta azul que llevaban sus miembros fueron sus divisas.
Guardias y policías aparentaban nerviosos porque jamás habían visto tan arraigadas manifestaciones de valentía y patriotismo. Procedían ensañados contra las multitudes.
Mientras la prensa oficial ofrecía interesadas versiones de lo acontecido, corresponsales de prensa daban otras. Editoriales de El Caribe atacaban a los dirigentes de la UCN y sus partidarios. “La conducta de los oradores de la manifestación de UCN en San Francisco de Macorís, fue propiamente una incitación a la violencia. La palabra estuvo cargada de estéril sectarismo y de enconado rencor político. Las morbosas iniciativas tuvieron sus penosas consecuencias en Santiago”.
Pero el 14 de Junio, en las personas de Manuel A. Tavares Justo y Leandro Guzmán, repudió los asesinatos “alevosamente cometidos por esbirros del régimen”. Enviaron cartas a Balaguer recordándole que “cuando la autoridad constituida se vuelve contra el pueblo, se convierte automáticamente en autoridad delincuente”.
Socorro García de Martínez, madre del médico Alejo García, escribió al mandatario dándole la versión exacta de la forma en que mataron a su hijo en su presencia, la de su esposa y sus dos niños. Le llamaron y él salió, recibiendo ocho heridas de balas mortales.
Ante el terror imperante, Margarita Morell, prestante dama de Santiago, declaró a periodistas norteamericanos: “Vivimos en un estado continuo de temor y amenazas por las autoridades”.
Muertos. Los primeros en caer fueron Pedro Clisante, de 28 años, perteneciente a la Iglesia Evangélica, y Alejo Martínez, que habían encabezado el 13 la representación de Sosúa en el mitin de UCN en Puerto Plata. Al día siguiente los dos fueron ametrallados y Clisante descuartizado a golpes de bayoneta cuando se acercaba a Sosúa en una motocicleta, desarmado y solo.
El sacerdote Ernesto Goyeneche, de la iglesia San Felipe, pronunció la oración fúnebre por Clisante y Martínez y dijo que tenía que dar el pésame no a los familiares sino al pueblo entero. Envió telegrama a Balaguer esperando justicia. Las iglesias de Puerto Plata y Sosúa doblaron campanas cada hora.
Frente a las casas mortuorias disparó la policía hiriendo a Armando García. Detuvieron a Antón Bojos, de 18 años, uno de los oradores del mitin. Puerto Plata se declaró en duelo.
El ministro evangélico Reed, exaltó también las virtudes de Clisante, quien estaba casado con Olga Trocha y era padre de varios niños.
Fausto Jiménez, de 19 años, murió el 19 de agosto al regresar de un mitin en San Francisco de Macorís y entre varias versiones se afirmó que el camión en que regresaba a Santiago fue apedreado por campesinos gobiernistas, se entabló una lucha y éste resultó con fractura del cráneo. Algunos dijeron que cayó del camión. También se publicó: “…un grupo de santiagueros fue atacado a pedradas en el paraje Monte Adentro, por miembros de la ACI protegidos por la Policía Rural. Con el impacto de las piedras los camiones que transportaban a los manifestantes se detuvieron entablándose una desigual contienda…”. Miguel Ángel Antonio Saleta Cordero (Pío), que conducía la camioneta en que iba Fausto, fue sometido a la justicia. Le acompañaban José Ramón Franco Cruz, Eddy Gómez Grullón y Digno José Riggio Pou.
En el velatorio de Jiménez, en la calle España 60, fue mortalmente herido Erasmo Bermúdez Espaillat, cuando militares dispararon a la multitud que había acudido a acompañar a sus deudos. A la víctima, de 31 años, miembro “de una de las más ricas familias de Santiago, fabricantes de ron”, lo trasladaron al hospital José María Cabral y Báez donde falleció a los pocos instantes. Estaba casado con Shita viuda Bermúdez y era el padre de Nidia María Bermúdez Nicolás. El 31, Balaguer visitó a José Ignacio Bermúdez y María Eloísa Espaillat, padres de Erasmo, junto al gobernador Rafael Vidal Torres.
Todos fueron enterrados envueltos en la Bandera, como próceres por la libertad. Repetidas veces se entonó el Himno Nacional. En el cementerio de Santiago hablaron Gustavo A. Vincent y Chechele Pérez. En Puerto Plata el duelo fue despedido por el doctor Sosa Duarte, quien manifestó al ser sepultado Clisante: “Volveremos a traerte en vez de lágrimas y flores, la palma y el laurel de los héroes. Tu sangre aumentará nuestra lucha…”.
La Asociación Médica Dominicana que presidía Sixto Incháustegui Cabral decidió celebrar solemnes funerales a la memoria de Alejo Martínez y acordó que “cuando otro médico muera en circunstancias análogas” los facultativos de todos los hospitales del Estado presentarían sus renuncias. Clisante, Bermúdez, Jiménez y Martínez fueron reconocidos con calles en su memoria.
Reproducciones: Rafael Segura
Invitación a la misa por Alejo Martínez
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Por las almas de Fausto Jiménez y Erasmo Bermúdez
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“La República llora” en el entierro de Erasmo y Fausto
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El 14 de Junio invita
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Monseñor Eliseo Pérez Sánchez protestó
Destacar El Caribe 18 y 22 de agosto
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