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jueves, 24 de noviembre de 2011

Los primeros crímenes de Trujillo


Thu, 24 Nov 2011 17:57:00

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Los primeros crímenes de Trujillo
Por FEDERICO D. MARCOS DIDIEZ*
*EL AUTOR es pianista. Reside en Santo Domingo.
Desde el principio de la llamada Era de Trujillo las acusaciones, desapariciones y los asesinatos fueron frecuentes


Por lógica, si un asesino, violador, cuatrero y vulgar ladrón asciende al Presidencia, es obvio que desde el poder utilice al Estado como su instrumento personal de enriquecimiento y a su vez neutralice y aniquile cualquier cosa que le huela a estorbo en el sentido de arruinar sus planes macabros.

Trujillo, tras su salida de una academia militar en Haina en 1921, fue ascendido a capitán en 1922. De inmediato ocupó puestos de alto mando en la Guardia Nacional transformada en Policía Nacional Dominicana. Con rango de Mayor, dirigió el Departamento Norte de esta institución en 1924. En ese mismo año, con el ascenso del Presidente Vásquez al poder, Trujillo ocupó la jefatura de la Policía Nacional. Ya en 1927 fue ascendido a general de brigada. Un año más tarde, en el 1928, la Policía Nacional quedó convertida en Ejército Nacional y fue su Comandante en Jefe.

Con claras aspiraciones políticas, Trujillo fue en 1930 la figura militar que respaldó un movimiento cívico, que se originó en Santiago encabezado por Estrella Ureña que dio al traste con el régimen del Presidente Vásquez. Esta insurrección contra el presidente Horacio Vásquez estalló en Santiago, y desde allá los rebeldes marcharon hacia Santo Domingo. Trujillo recibió la orden de someter a la rebelión, pero cuando los amotinados llegaron a la capital el 26 de febrero, se encontraron con ninguna resistencia. Enterado el presidente Vásquez de que uno de los ideólogos del levantamiento era el general Trujillo y sugerida su destitución como jefe del Ejército, decidió buscar una salida negociada a la crisis, a fin de evitar derramamiento de sangre. Ya derrocado, Vásquez es enviado al exilio y el líder rebelde Rafael Estrella Ureña fue proclamado presidente interino cuando Vásquez renunció. En esos momentos, la legación de los Estados Unidos en Santo Domingo fue sede de un arreglo que elevó a Estrella Ureña a la Presidencia Provisional de la República.

Trujillo se convirtió en el candidato en las elecciones presidenciales de 1930 llevando a Ureña como vicepresidente, en tanto que la otra candidatura presentaba a Federico Velásquez a la presidencia, pero este último renunció a su candidatura quedando Trujillo como única opción.

Desde varios meses previos a asumir la presidencia, Trujillo, había puesto en práctica un estilo de poder fundamentado en métodos represivos y de intimidación, valiéndose del espionaje, la delación, así como del empleo del Ejército y de bandas criminales. La campaña electoral se condujo bajo un clima de terror producido por Trujillo y su banda paramilitar La 42, dirigida por el mayor del ejército Miguel Ángel Paulino, dedicada a perseguir, intimidar y matar construyendo un aparato estatal de típico corte fascista. Hasta los miembros de la Junta Central Electoral se vieron forzados a renunciar el 7 de mayo, siendo sustituidos por personas que respondían a la voluntad de Trujillo.



Las elecciones se llevaron a cabo el 16 de mayo bajo un clima de miedo y represión, con una votación a favor de Trujillo de un 99% y una abstención del 45% .Más tarde se descubrió que sólo el 25% de los votantes acudieron a las urnas, lo que hizo pensar que fueron elecciones fraudulentas. Así, el 24 de mayo de 1930, fueron proclamados oficialmente Trujillo y Ureña, presidente y vicepresidente del país. El 16 de agosto a la edad de 38 años, Trujillo asume el poder dando un discurso "democrático" y "patriótico", disimulando su verdadero sentimiento tiránico y despótico. Rafael Estrella Ureña rompió con Trujillo pocos años después.



Desde el principio de la llamada era de Trujillo las acusaciones, desapariciones y los asesinatos fueron frecuentes. Trujillo, desde los inicios de aquel oprobioso régimen de treinta y un años (1930-1961), provocó manifestaciones de decoro, repudio y rebeldía. Esas heroicas muestras de resistencia culminaron, lamentablemente, en macabros asesinatos, individuales y familiares, así como en la persecución y el encarcelamiento o, para los más afortunados, en el exilio político, y hasta el seno del propio gobierno, algunos de sus seguidores continuaron siendo víctimas de acusaciones y humillaciones, como por ejemplo, el vicepresidente Estrella Ureña fue acusado por el gobernante de que junto al general Desiderio Arias estaban fomentando movimientos conspirativos contra el régimen, lo que provocó su partida como exiliado político a los Estados Unidos .



Asesinato de Virgilio Martínez Reyna y su esposa Altagracia Almánzar



Virgilio Martínez Reyna se integró a las filas del Partido Nacional de Horacio Vásquez en 1924. Por su capacidad de trabajo y las simpatías que conquistó dentro del campesinado fue nombrado jefe del partido en el Cibao. En las elecciones del 1924, Horacio Vázquez le ganó al licenciado Francisco Peynado. Esto elevó aún más la figura de Martínez Reyna convirtiéndolo a su vez en un líder regional y por tal motivo fue designado como Secretario de Estado de la Presidencia, posición que fue creada por Horacio Vásquez. Abandonó esa posición en 1928 y retornó a su pueblo natal donde continuó en la dirección del Partido Nacional.

Como líder de ese partido en Santiago se vio obligado, primero a apoyar la extensión por dos años más del mandato del presidente Horacio Vásquez y más tarde su reelección. En esos menesteres registró serias confrontaciones con los opositores del Presidente Vásquez en aquella ciudad, pero sobre todo con el Dr. Rafael Estrella Ureña. A finales de 1929, Virgilio Martínez Reyna advirtió al presidente Horacio Vásquez de la conspiración que organizaba Estrella Ureña con el general Trujillo sin lograr que el presidente Vásquez le hiciera caso a la denuncia formulada por Martínez Reyna.

Cuando en febrero de 1930 estalló el “Movimiento Cívico” dirigido por Estrella Ureña y por el general Trujillo que derrocó el gobierno de Vásquez, Martínez Reyna y los principales dirigentes del Partido Nacional en Santiago, inútilmente intentaron la resistencia y tampoco lograron reunir fuerzas militares suficientes pues los golpistas que tomaron la fortaleza San Luís y las armas allí reunidas con la complicidad de los jefes de ese recinto, estaban bajo el control del jefe del ejército Rafael L. Trujillo. Con este hecho, se consolidó el golpe militar que elevó a la Presidencia Provisional al Dr. Estrella Ureña y convocar las elecciones para elegir en mayo de 1930 a un nuevo Presidente de la República y convertir el general Trujillo en el candidato de la Confederación de Partidos.

En Santiago particularmente, donde Vásquez tenía muchos seguidores y Martínez Reyna era el líder regional indiscutible, el clima de violencia alcanzó niveles del escándalo, pues muchos miembros destacados del Partido Nacional de Vásquez tuvieron que abandonar la ciudad para evitar ser apresados, otros huyeron hacia Haití y los detenidos eran maltratados brutalmente y no pocos fueron desaparecidos.

En medio de ese clima de terror las altas instancias del grupo de Trujillo entendieron que el liderazgo de Martínez Reyna constituía una amenaza y por tanto, el dictador ordenó su muerte.

El horrible asesinato ocurrió el 1ro. de junio de 1930 en San José de las Matas y fue ejecutado por un grupo de matones al servicio de Trujillo encabezado por José Estrella, designado poco después representante del Poder Ejecutivo en la provincia. Un grupo de esbirros fuertemente armado penetró a altas horas de la noche de ese día en la residencia donde se encontraba durmiendo, convaleciente de una enfermedad pulmonar junto a su mujer en estado de embarazo, quien también fue ultimada a tiros y rematada a machetazos. Los asesinos además mataron en esa jornada macabra a una trabajadora doméstica que asistía a la pareja en los quehaceres de la casa.

General Alberto Larancuent Ramírez

Alberto Larancuent Ramírez era un líder político de gran aceptación en La Romana y comarcas aledañas, aún cuando había nacido en Santo Domingo. El 24 de septiembre del 1930 había estado preso por su desacuerdo a la candidatura del Trujillo. Nativo del barrio capitaleño de San Miguel siempre fue reconocido por su valor, por su recia personalidad y su notable inteligencia natural.

Alberto Larancuent fue puesto en libertad en la mañana del 27 de septiembre. Esa noche, sentado en un banco del Parque Colón frente a la estatua de Colón y de espaldas a la Catedral, a eso de las 8:30 PM se encontraba conversando con los señores Oscar Lluberes y Manuel Diógenes Soto. Sin ser advertido, un desconocido se aproximó al grupo por detrás y acercándose sorpresivamente a Alberto Larancuent le hizo un disparo, hiriéndolo por detrás del cuello. Hombre que desconocía el miedo, Larancuent se levantó inmediatamente dándole el frente al vulgar agresor. Entonces recibió otra herida en la mano derecha. Los amigos que lo acompañaban pretendieron defenderlo; pero estaban desarmados al igual que el herido. Larancuent se movilizó y seguido de cerca por el criminal agresor llegó al redondel donde se colocaban las bandas de música que ofrecían los conciertos retretas en el parque donde el alevoso atacante volvió a disparar y en esta ocasión le ocasionó tres impactos de balas. El agresor entonces emprendió la retirada y se desapareció entre la multitud.

El bravo Alberto Larancuent afanadamente trató de cruzar hacia la acera de la casa de en frente donde recibió los auxilios del señor Armando Suazo quien lo condujo por la acera hasta la farmacia de don Juan Bautista Marrero donde al darse cuenta de la gravedad de las heridas fue llevado al Hospital Padre Billini.

Alberto Larancuent en la sala de cirugía manifestó su deseo de que lo operaran sin anestesia. Claro está que no fue complacido por los cirujanos actuantes que fueron los doctores José Dolores Mejía y Abreu Miniño. La operación fue larga.

Los cirujanos se enfrentaron con cinco heridas de balas. La primera le perforó el cuello; la segunda le perforó la mano derecha; la tercera le perforó diez veces los intestinos; la cuarta bala entró por el pubis y le ocasionó dos perforaciones en la vejiga y la quinta bala le atravesó los órganos genitales.

Salió de la sala de cirugías en estado crítico y cada hora que pasaba se agravaba más. Era un hombre de unos cuarenta años, de una fortaleza extraordinaria. A las cinco de la tarde del día 28 dejó de existir y así de esa manera convertirse en una de las primeras víctimas de la dictadura en ciernes. Su viuda, doña Luz Rijo Báez, decidió enterrarlo en La Romana el día 29 en horas de la mañana.

Sus hijos siguieron e imitaron sus pasos en lo que respecta a la lucha por defender la libertad de nuestro pueblo la cual estuvo secuestrada por la tiranía trujillista.

Su hijo mayor, Alberto Larancuent Polanco, fue asesinado en La Romana el 12 de noviembre de 1948. El segundo, Ramón Larancuent alias Mon, fue ultimado en los rieles de un central azucarero y en el 1959, con los Hombres de la Raza Inmortal vino su hijo César Federico Larancuent Rijo, quien llegó por Maimón en la lancha Carmen Elsa.

Cipriano Bencosme

Fue un rico hacendado mocano dueño de una de las mayores fincas en la fértil zona de Moca. Era el más grande productor de plátanos de la zona y cuando algún humilde campesino del lugar necesitaba un racimo, solo tenía que presentarse a su finca y pedírselo. Era un hombre generoso, muy querido y respetado en todo el Cibao. Al construirse las carreteras y abrirse el mercado interno, a los productos del campo, Bencosme se convirtió en el principal proveedor de víveres y frutos, pero principalmente plátanos, de las poblaciones del Cibao, así como de la capital.

En su enorme terreno, con frecuencia ofrecía refugio a perseguidos por diversas causas, a quienes daba la oportunidad de ganarse la vida honradamente trabajando en la finca. En el trato personal fue un correcto caballero, muy leal con sus amigos.

Nacido en el 1864, fue nombrado gobernador de Moca en 1912. Era un veterano guerrillero, enfrentando a diferentes gobiernos desde la época de Concho Primo (1902-16). Se enfrentó a la invasión americana (1916-1924). Planeó una rebelión secreta en contra de las tropas interventoras, pero esta no llegó a materializarse debido a que fue traicionado y denunciado, resultando apresado y maltratado físicamente por los interventores.

Su personalidad fue evolucionando a medida que entraba en años y se rozaba con personas de mayor nivel intelectual. Se despertó en él un interés por mejorar su nivel cultural y fue transformándose en un hombre civilizado.

Políticamente estaba identificado con Horacio Vásquez, a quien siempre mostró una lealtad a toda prueba. En 1924 fue elegido diputado por el Partido Nacional de Horacio Vásquez, apoyó la prolongación en 1928 y mantenía esa posición, así como su lealtad al presidente Vázquez.

Cuando en febrero de 1930 Trujillo traicionó a Horacio Vázquez y luego asaltó el poder, fue fácil ante estos hechos convencer a un hombre como Bencosme de que se levantara contra Trujillo. Se le prometió que se le entregarían armas venidas desde Puerto Rico para el éxito de su rebelión. Bencosme se levantó antes de que llegaran las armas las que posteriormente nunca aparecieron.

La familia Bencosme nunca permaneció indiferente al drama que se inició en 1930 con la llegada de Trujillo al poder. El general Cipriano Bencosme fue considerado por el régimen como un elemento peligroso y de poseer muchas armas. Se ordenó su persecución y asesinato. Trujillo se traslado personalmente al Cibao a combatirlo y obtuvo aviones del dictador Machado de Cuba, para volar sobre la finca y montañas donde se había levantado Bencosme los que aterrorizaron a sus seguidores. Además, a su edad, 66 años, Bencosme no era físicamente el hombre de los años previos a la intervención. Se quedó solo en unas semanas. Se escondió en Jamao donde los campesinos aterrados por la crueldad trujillista delataron su escondite, donde le dio muerte un pelotón del ejército venido desde Puerto Plata el 19 de noviembre de 1930. El cadáver de Cipriano fue enterrado en el mismo lugar donde cayó; dos días después, Trujillo ordenó su exhumación y traslado a Moca, adonde fue llevado en parihuela, como un delincuente. El cuerpo exánime fue exhibido durante dos días frente a la Gobernación Provincial, a modo de escarmiento y advertencia.

En medio del dolor reprimido de los mocanos, el periodista Armando Almánzar Veras preguntó a un nutrido grupo de amigos si no era posible reunir ocho o diez hombres "con cojones bien puestos" para reclamar el cadáver y darle cristiana sepultura.

En efecto, esos hombres aparecieron, entre ellos, Jacobito de Lara, Juan Contín, Julio Sánchez Gil, otro íntimo de Cipriano Bencosme que se armó de valor, recogió el cadáver cuando se dispuso oficialmente su retiro y se procedió a sepultarlo. Almánzar pronunció un encendido panegírico en el que resaltó la valentía de Bencosme y lanzó duros epítetos contra Trujillo. Más tarde, eso le costó la cárcel. Los cronistas de la época relatan que pocos dolientes acudieron al sepelio de Cipriano Bencosme


Trujillo no se conformó con la muerte de Cipriano Bencosme, sino que se apropió de su finca. Un caballo de paso fino propiedad del viejo guerrillero, que le había costado 5,000 dólares en Colombia, fue utilizado para cargar agua como una burla a la familia. La finca le fue devuelta a los Bencosme tras el ajusticiamiento de Trujillo el 30 de mayo de 1961.

Otros de la familia Bencosme que fueron exterminados por Trujillo lo fueron Sergio, Donato, Alejandro y Boil, cuatro de sus 27 hijos, así como también a Ramón Camilo Bencosme y al doctor Toribio Bencosme, quien fue torturado hasta la muerte tras ser capturado junto a varios de los guerrilleros que vinieron en la expedición armada contra Trujillo el 14 de junio de 1959.

Vale la pena resaltar que Sergio Bencosme fue el primer asesinato ordenado por Trujillo en el extranjero. Este crimen ocurrió el 28 de abril de 1935. Ese exiliado, antiguo Secretario de Defensa del gobierno de Horacio Vásquez, fue tiroteado en su apartamento de Nueva York al ser confundido con Ángel Morales, otro exiliado enemigo de Trujillo. El crimen lo cometió Luis de la Fuente Rubirosa (Chichí), sobrino de Porfirio Rubirosa, quien escapó a la República Dominicana.

En vista de que días antes del crimen de Bencosme, Porfirio Rubirosa había viajado a Nueva York, abandonando esta ciudad el día antes del asesinato, se le consideró sospechoso del mismo. El fiscal del distrito de Nueva York solicitó cuestionar a Porfirio Rubirosa, petición que fue denegada, alegando que poseía inmunidad diplomática.

En 1935, el cónsul dominicano en Nueva York era Félix W. Bernardino, quien había coordinado las muertes de varios exiliados, tanto en México como en Cuba, entre ellos el líder obrero Mauricio Báez, secuestrado y asesinado el 15 de marzo de 1950.

El General Cipriano Bencosme fue un digno exponente del patriotismo y del valor, al desafiar abiertamente a Trujillo, alzándose en una guerrilla con unos 500 hombres en su finca de El Mogote, de Moca, poco antes de que el incipiente dictador se juramentara como Presidente. El nombre de Cipriano Bencosme ha pasado a concretarse en la inspiración popular como símbolo de lealtad política, de fidelidad partidarista, de valor y sacrificio, y por encima de todo, de amor absoluto a la libertad.

Desiderio Arias

Durante más de tres décadas, Desiderio Arias representó una de las figuras de mayor preponderancia dentro del tradicional sistema político dominicano, caracterizado por la presencia de gobiernos efímeros, guerras civiles, endeudamiento oneroso, saqueo del tesoro público, elecciones fraudulentas y posteriores golpes de estado.

Desiderio Arias Peña, fue gobernador de Monte Cristi los años 1904 y 1905 designado por el presidente Carlos Felipe Morales Languasco. El magnicidio del presidente Ramón Cáceres Vásquez (Mon) creó un movimiento internacional de retorno a los exiliados, lo que le abrió las puertas al revolucionario.

Cuando su cuñado Andrés Navarro se pronunció contra el gobierno secundando el movimiento del 25 de Abril de 1902 a favor de Horacio Vásquez, Desiderio Arias repudió aquella actitud y abandonó el recinto de la fortaleza. Fue buscado y con muchos esfuerzos compareció ante el general. Tras innumerables consideraciones de tipo familiar y privado, Desiderio aceptó la Comandancia de Armas, convirtiéndose a partir de ahí en el más grande y representativo guerrillero liniero al encabezar la facción de los hombres de armas, los llamados “patas prietas” o “bolos” pertenecientes al partido Liberal.

Desiderio Arias representó los sectores supervivientes del Jimenismo, quienes se reconciliaron con Arias luego del serio incidente con Juan Isidro Jiménez en 1916. Fallecido éste, se despertó de nuevo, el desprendimiento, la unión y la combinación política.

Cuando asomó el fantasma de la reelección en Horacio Vásquez, quien alegaba que la constitución lo envestía por seis años y luego arrancó con su Lema “Horacio o que entre el mar”, Desiderio Arias encabeza el movimiento Cívico que derroco al presidente Vásquez. En ese entonces, Desiderio Arias ostentaba el cargo de Senador de la Republica.

El recién electo presidente Rafael Leonidas Trujillo Molina, había creado un estado de persecución. El pueblo había entrado en una etapa de engaño y perfidia por la falta de libertades públicas ya que todos se entregaban a Trujillo, que como un amo repartía el solo los favores del poder. Ante aquel desconcierto, en la que parecía que el pueblo perdía la identidad nacional, Desiderio Arias exclamo: ¡no importa cuando ninguno quiera pertenecer al Partido Liberal, yo solo seguiré siendo liberal!”.

Desiderio no tardó en oponerse a la dictadura de Trujillo, actitud que lo obligó a tomar el camino de la clandestinidad. El hostigamiento de Rafael Leónidas Trujillo al líder caudillista liniero Desiderio Arias se debió a su firme oposición a los designios del dictador de instaurar en 1930 un partido único en el país.

A raíz de estos hechos, El 13 de junio del 1931, Desiderio se sublevó en las Lomas de Gurabo en Mao, lanzando su tradicional grito de guerra contra la opresión al pueblo, proclamándose con un manifiesto emitido el 10 de junio que decía lo siguiente: “Es necesario ser honrados y manifestar responsablemente que el 23 de Febrero no nos legó nada. Trujillo solo resucitó los odios y las pasiones, atrayendo las traiciones y el incremento del crimen, alentando los abusos de la autoridad y los excesos de poder. Los tantos asesinatos de los ciudadanos David Vidal Recio, Virgilio Martínez Reina y de su esposa embarazada, los del periodista Emilio Reyes, el de los generales Evangelista Peralta (tío Sánchez) Cipriano Bencosme, Alberto Larancuent y Buluta Pelegrín. Además se cuentan 18 fusilamientos en San Francisco de Macorís y 116 en Puerto Plata, con más de 100 en Moca”.

“Todos estos crímenes cometidos por el actual gobierno, han despertado en el espíritu de los hombres libres de la Republica, sentimiento de venganza ciudadana contra los engreimientos y las acciones criminales de los que detentan el poder, desmoralizando el hogar y la sociedad, saqueando indecentemente la hacienda pública y privada”.

Trujillo, decidió entrevistarse con Desiderio Arias. El encuentro se produjo en el pueblo Liniero de Mao. Estos, sentados en dos mecedoras en la casa del señor Hernández, intercambiaron ideas sobre la política nacional. Con la entrevista, Trujillo logró su meta que consistía en acuerdo para postergar el levantamiento insurreccional del caudillo rebelde, bajo la promesa de inmediatas concesiones incumplidas casi todas por el jefe.

Esta entrevista se produjo por las garantías que Desiderio le daba al presidente, pese a su levantamiento.

Un hecho que pudo marcar un cambio en la historia dominicana lo fue el siguiente. En un momento de la reunión, uno de los hombres de confianza de Desiderio, Salomón Haddad (el turco Haddad), temeroso y desconfiado apuntó a Trujillo en la nuca que estaba de espaldas, pero antes de que le disparara, Desiderio al percatarse de la acción le dio órdenes tajantes de que bajara el arma diciendo, “No voy a cargar con la sangre de este hombre a quien le garanticé la vida si venía sólo a esta entrevista”, orden que cumplió en el acto. Este gesto de Desiderio Arias evitó el aniquilamiento de quien no sólo lo eliminaría a él días después, sino de quien gobernaría con mano dura e implacable sangrientamente nuestro país por 31 años.

Luego de firmado el acuerdo, ambos líderes se dirigieron a pies al cercano parque central de Mao y se dieron públicamente un abrazo en señal de reconciliación con el aplauso del pueblo que estaba allí reunido en aquella farsa tramada por Trujillo.

El presidente Trujillo se retiro, y desde Santiago ordenó la aniquilación del caudillo y sus guerreros. Ordenó un despliegue formidable del ejército que superó varias veces el número de acompañantes del viejo cacique de la Línea Noroeste, cuyas fuerzas no alcanzaban los 25 hombres.

El dictador ya lo había engañado vendiéndoles balas diferentes a las armas usadas.

Sirviéndose de la traición, las fuerzas de Trujillo sorprendieron a Desiderio Arias en la Manigua y fue acribillado por las balas disparadas por el cabo Ismael Reyes, perteneciente al pelotón creado para tal fin y comandado por Mélido Marte, pero, en un hecho macabro y por decisión propia, el entonces teniente Ludovino Fernández, con un afilado cuchillo en mano y ante la sorpresa de todos, le cortó la cabeza al cuerpo y la guardó en un macuto con el fin de presentársela a Trujillo y exhibirla al filo de una bayoneta por toda la provincia. Al presentarle la cabeza del general Desiderio Arias al dictador que se encontraba en Santiago, cínicamente ordenó que de nuevo le fuera cosida al cuerpo y exhibir el cadáver en la ciudad cibaeña antes de entregar el cuerpo a su viuda pretendiendo disimular así la vil cercenación. Para esta delicada tarea se buscó al doctor Ángel Delgado.



Víctima de la traición, el general Desiderio Arias murió fusilado el 20 de junio de 1931 acusado de haberse levando en armas y de perturbar la paz.

Una cacería humana se desató en los días siguientes a la muerte del rebelde. Una actitud bestial, espantosa y genocida que fue el preámbulo de una dictadura.

La Familia Perozo

El 24 de mayo de 1932 en San José de las Matas, los hermanos Faustino, César y Andrés Perozo intentaron matar a Trujillo, familia a la cual se encargó de eliminar a todos los varones, pero el complot se frustró por una tardanza en la llegada de Trujillo debido delación, pues en la llamada Era de Trujillo eso era común y continuamente se descubrían conspiraciones, no solo de militares sino también de civiles. Los Perozo y la familia Martínez Reyna, también opositora a Trujillo, estaban estrechamente vinculadas, a tal punto que muchos conocidos no se atreverían siquiera a saludarlos, por temor a perder la vida por decisión de aquel régimen abominable.

Los hermanos Perozo eran seguidores de Estrella Ureña y César, el mayor, entusiasmado por su líder de que se daría un golpe de estado sin sangre, participó en el movimiento de febrero de 1930. Sus dos hermanos decidieron quedarse tranquilos observando el rumbo que tomaban los acontecimientos. Al comenzar Trujillo con sus desmanes, César comenzó a darse cuenta de que se habían equivocado. Cuando Estrella Ureña salió del país y luego se declaró contrario a Trujillo, Cesar, en mayo de 1932, convenció a sus hermanos de que encabezaran una conspiración contra el nuevo dictador.

Desde la instauración del gobierno de Trujillo, los tres hermanos fueron empleados de distintos ramos de la administración pública: Cesar, Colector de Rentas Internas; Faustino, Inspector de Rentas Internas y Andrés, profesor de las escuela normal de Santiago. Habían renunciado a sus cargos pocos días antes de los hechos y los que habían desempeñado con celo y honradez. En Santiago, su ciudad natal, gozaban de general estimación por su caballerosidad y exquisita afabilidad que a todos caracterizaba.

Los hermanos Perozo formaban parte de un grupo que pretendía tomar la frontera Dominico Haitiana con intenciones subversivas. Entre los conspiradores y un grupo de guardias se produjeron dos enfrentamientos el mismo día 24. El primero, en el poblado de Jaramillo en donde fueron rodeados por los soldados y el otro en Pedregal, San José de Ocoa, donde murieron los hermanos Perozo. Además de los Perozo junto a ellos murieron José Altagracia Tolentino, Julio Homero García, y un chofer llamado Bonifacio Rodríguez. Las armas que le ocuparon al grupo fueron depositadas en la fortaleza San Luís.

Cientos de guardias persiguieron durante un tiempo a los sobrevivientes. Campesinos de la zona de los combates fueron apresados y fusilados por no haber reportado a las autoridades militares la presencia de los alzados y esto a su vez los convertía en "sospechosos de cooperar con el enemigo". Sobrevivieron a la acción armada siete compañeros, entre ellos Virgilio Mainardi Reyna y Lorenzo Álvarez Perelló (Puchulo) porque lograron separarse del grupo y escaparon hacia las estribaciones de la Cordillera Central. Cientos de guardias los perseguían. Perdieron los mulos y tuvieron que separarse. Mainardi Reyna comentaría años más tarde que solamente supo que Álvarez Perelló logró llegar a la frontera, para entrar subrepticiamente hacia Haití, con lo cual salvó la vida.
Rafael Mainardi, padre de Virgilio, logró entrevistarse con su amigo Trujillo en San José de las Matas para que le concediera permiso para que su hijo pudiera salir del país.

Cosa muy rara, Trujillo inmediatamente tomó lápiz y papel, con membrete de la Presidencia de la República y, tras poner la fecha San José de las Matas, 29 de julio de 1932, le concedió "amplias garantías" al joven Virgilio Mainardi saliera de la isla y así permanecer en el exilio hasta que Trujillo fue ajusticiado la noche gloriosa del 30 de mayo de 1961. Posteriormente fue designado Gobernador de Santiago.

Los demás miembros de la familia Perozo no escaparon a la saña de Trujillo. En los primeros años del régimen trujillista murieron asesinados o en circunstancias extrañas 33 miembros de la familia Perozo-Valverde. Al mes de este doloroso suceso, cayó asesinado en la ciudad de Montecristi Dionisio Perozo. La familia Perozo tuvo que pagar un precio de sangre muy alto por su oposición radical al régimen de Trujillo desde sus inicios ya que fue una lucha desigual, una lucha de exterminio que no conoció fronteras. Esta valerosa y digna familia vio perder en cadena trágica a todos sus miembros varones, que uno a uno cayó abatido por los sicarios de la dictadura. Murieron en todos los frentes, como valientes que eran, con las armas en las manos y sufriendo horrores por la persecución y desaparición. Era una familia sinónimo de heroísmo y estoicidad. Fueron hombres y mujeres que enfrentaron al cruel tirano sin detenerse a pensar en el riesgo para cada miembro".

José Luís Perozo, con apenas 14 años de edad, fue muerto a puñaladas en una calle de San Francisco de Macorís, luego que apareciera en la pared de la escuela donde estudiaba un letrero que decía ¡Trujillo asesino! Éste adolescente, tierno e indefenso encontró la muerte a manos de un criminal despiadado en el parque de San Francisco de Macorís, donde residía con su madre y hermana, después de salir despavoridos de Santiago, a causa de la persecución desatada en su contra por los esbirros de la dictadura. El jovencito, cruelmente apuñalado, fue dejado desangrar hasta morir ante las miradas de todos. Los policías acordonaron el cuartel que ni la madre ni la hermana podían dar un paso hacia adentro.

Los sufrimientos de la familia continuaron con la llegada de Masú Perozo en la invasión del 14 de junio de 1959. Éste, tras ser capturado vivo, fue trasladado a la Base de San Isidro y allí fue fusilado y torturado por el propio Ramfis Trujillo.

La sociedad pensante de aquella época tan terrible, se convirtió en rebelde y adolorida por los excesos cometidos abiertamente por la dictadura. Por eso se jugaron el todo por el todo y prefirieron morir antes que vivir dentro de un régimen de fuerza, caracterizado por los oprobios menos imaginables auspiciados por un sanguinario como Rafael Leonidas Trujillo.

av/am

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