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viernes, 27 de mayo de 2011

LOS DOCE AÑOS: EL PODER BALAGUERISTA

LOS DOCE AÑOS:

EL PODER BALAGUERISTA

José Antinoe Fiallo Billini


La puesta en circulación del libro “Los Doce Años: Contrarrevolución y Desarrollismo” de Roberto Cassá el pasado 9 de junio en el Museo de Historia y Geografía, así como “El Reformismo Dependiente”, de Wilfredo Lozano el próximo 24 de este mes en el “Instituto Dominicano de Cultura Hispánica”, constituyen un momento de particular importancia para la bibliografía histórico-política contemporánea.


La Genética del Balaguerismo

En ambos casos los investigadores parten de un análisis del lapso 1961 a 1965 como período clave para la comprensión de la genética del poder balaguerista, entendido como una forma de administración de la dictadura burguesa. En esta perspectiva es posible comprender la raíz real de los llamados doce años del balaguerismo, en la medida en que allí se perfila el balaguerismo como una fuerza política de sucesión a la dictadura de forma trujillista, a partir de su base social matriz, pero, en la práctica de ejercicio del poder, especificando sus particularidades históricas.

En efecto, si bien es cierto que el balaguerismo surge de las entrañas del trujillismo, su vocación sucesora, por un lado, y la dinámica de la lucha de clases por otra, ubican a la “burguesía de los funcionarios” cívico-militares trujillistas en la necesidad de relevar al trujillismo recomponiendo las alianzas de clase, y por lo tanto, transformándose como fuerza de mediación política entre el estado y el conjunto de las fracciones de la burguesía en alianza con la burguesía imperialista.

No es casual, pues, que la burguesía de los funcionarios que serviría como núcleo estratégico de la burocracia balaguerista, encabezara la llamada “transición” de 1961 gracias al soporte de la estrategia contrarrevolucionaria de la burguesía norteamericana y su estado imperialista. En tal sentido, lo que se conoce como “el inicio de la era democrática” o el Balaguer “iniciador de la democracia”, no es más que una mitificación, en la medida en que la transición post-trujillista será la concretización de la estrategia norteamericana, para lo cual la burguesía de los funcionarios balagueristas y la burguesía tradicional opositora, serían articuladas en un proceso de sucesión “pacífico y sin ruptura” para evitar las posibilidades de una guerra revolucionaria o una insurrección popular democrática.
Se muestra de manera clara, pues, la relación estrecha entre el poder extranjero y la fracción balaguerista en términos de su recomposición en la sucesión de la administración trujillista, alianza que permitió a la clase burguesa, al capital, detener momentáneamente la lucha democrática radical de las masas del pueblo, que irrumpirían en el mediano plazo, es decir, en 1965.


Periferia y Poder:
Ocupación y Balaguerismo

La lucha interburguesa y la lucha popular irán acumulando, en ese aleccionador período de 1961-65, un cúmulo agudo de demandas democrático burguesas frente al estado en reestructuración, tanto en el plano de los aparatos civiles como militares, lo que explica el colapso de la dominación burguesa en 1965. Hemos dicho que la dinámica de la ocupación e intervención militar norteamericana están precisamente en las consecuencia de ese colapso en términos de control del Estado y de control de la sociedad civil.

Se produce la ocupación militar norteamericana en 1965 para sustituir el estado neocolonial en crisis mortal, por lo que se establece en su sustitución una dictadura militar norteamericana de ocupación, con un mando político único, al cual se subordinan las fracciones burguesas criollas antinacionales y los cuadros políticos y militares subalternos a su estrategia contrainsurgente.

Esa estrategia contrainsurgente de las tropas de ocupación norteamericanas tiene como punto de partida al terrorismo del Estado norteamericano, llevado a efecto por sus tropas regulares y las tropas criollas con oficialidad bajo el mando único contrarrevolucionario, teniendo como escenario inicial la “Operación limpieza” de la Zona Norte de la ciudad de Santo Domingo.

A partir del terrorismo de estado norteamericano en la formación social periférica la dictadura militar crea las bases para una alianza político militar a partir de una dinámica de guerra contrarrevolucionaria cuyo objetivo fundamental es la seguridad estatal norteamericana en el contexto de su estrategia regional. Ello permite, pues, la articulación de los núcleos estratégicos militares y civiles que le permitirán al imperialismo transitar de su dictadura de ocupación a una dictadura norteamericana criolla que se expresaría en el régimen de transición de Héctor García Godoy, a partir del cual se estabilizarían los aparatos administrativos, civiles y de seguridad que garantizarían la imposición de Joaquín Balaguer.

La política de seguridad norteamericana para reestructurar el estado dominicano como estado periférico, ensamblaba los cuadros civiles necesarios y los cuadros militares y de seguridad en una misma dinámica cohesiva. En tal sentido, la política de terrorismo de estado norteamericano que se inició en la ocupación, continuó en la Zona Norte y se prolongó con la cacería de constitucionalistas y opositores al balaguerismo, fue una cadena orgánica a la política capital y su estado en continua reestructuración.

Dan Mitrione, ejecutado por la justicia popular uruguaya, por sentencia del MLN –Tupamaros, es un ejemplo claro del eslabón “perdido” de los “incontrolables”, de las bandas paramilitares que se ocultan por “razones de Estado”. Pero no es cierto que existieron o existen “incontrolables”, con sus intentos ingenuos y simplones de explicación, justificación o comprensión.

El terrorismo de estado norteamericano y el terrorismo de estado norteamericano-criollo, hubieran sido en el régimen de García Godoy o Joaquín Balaguer tienen la misma matriz, adquiriendo sus especificidades en la medida en que el balaguerismo, por el ejercicio del poder gubernamental y la dinámica de la acumulación capitalista, agregaba su cuota de particularidad en términos de sus intereses de fracción burguesa en el contexto de la estrategia de la burguesía extranjera y su poder imperialista.


Los 12 Años: Mitificación por Doble Partida

Los resultados electorales de 1966 tienen su raíz en esa recomposición impuesta por las tropas de ocupación frente al pueblo-nación en armas, pueblo nación que buscaba expresar su forma estatal democrático-revolucionaria en un gobierno en armas como el del coronel Francisco Caamaño Deñó. A la nación en armas se opuso la ocupación militar y su legitimación posterior, vale decir, el proceso electoral de 1966, razón por la cual Cassá tiene toda la razón al situar como paralelo histórico en cuanto a que la genética del balaguerismo es la contrarrevolución extranjera para los fines de la historia contemporánea.

Podemos decir que este paralelo es el relevo de la vieja alianza de 1961 para la “transición democrática” postrujillista que no pudo concretare por la aguda lucha interburguesa.

En tal sentido Joaquín Balaguer no asciende al gobierno por sus propias fuerzas, por una alianza “hecha por él”, en suma como consecuencia de sus propias fuerzas históricas sino en virtud del poder y la capacidad de las fuerzas imperialistas que crean las condiciones para un régimen “conservador” como respuesta a la insurrección popular de Abril de 1965.

El balaguerismo se hace viable u operativo, pues, luego que el poder extranjero creara las condiciones para su viabilidad, produciendo una modificación en a correlación de fuerzas y, es lo fundamental, limitando y anulando el poder armado popular constitucionalista. En ese contexto es posible el balaguerismo como alternativa política a partir de la dinámica descrita, y apoyándose en las fuerzas materiales que institucionalizaron el terrorismo de estado yanqui-criollo. Por ello, cuando se habla de “incontrolables” o de “retroceso”, que son variantes de justificación del poder de clase opresor o de caracterización individual de las responsabilidades políticas, en ambos casos se oculta el poder real detrás de cualesquiera poder criollo: el poder norteamericano.

El poder balaguerista, el poder de la fracción balaguerista, cívico-militar, tiene como soporte de despegue y consolidación el poder político militar extranjero y sus núcleos operativos estaban inscritos en la “Operación Limpieza” de la Zona Norte de 1965, aunque las particularidades del ejercicio del dominio de clase, de tipo bonapartista de Joaquín Balaguer, aportaban elementos importantes para la redefinición capitalita a partir de 1966.

Si bien es cierto que Balaguer no puede ser subestimado tampoco puede ser sobreestimado o sobrevalorado, otorgándole la función de “superhombre de la historia” para explicar su proceso o momentos de un proceso, allí donde la explicación reside en el poder del imperialismo y en la dinámica de la lucha de clases. Solo en esta dinámica, tal y como lo hacen Cassá y Lozano, con sus particularidades metodológicas en cada caso, podemos explicarnos la naturaleza del poder balaguerista.

Dan Mitrione está en sucesión directa a la División 82 Aerotransportada o a los equipos especiales de la CIA en la Zona Norte, y como organizador y antecesor directo de la Banda Anticomunista como expresión paramilitar, o en las simples operaciones de los órganos de seguridad regulares.

Lo que estaba detrás de Mitrione fue lo que hizo posible los “Doce Años”, al igual que los ocho años que le siguieron y los que vendrán, hasta que el pueblo releve la Nación en Armas de 1965.




El Nuevo Diario
Santo Domingo
17 de Junio de 1986
Pág. 11

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