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miércoles, 7 de julio de 2010
Cordero Michel fustiga el trujillismo
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Cordero Michel fustiga el trujillismo
Por Tony Pina
27 de May 2010 12:00 AM
A 49 años del ajusticiamiento del tirano Rafael Leonidas Trujillo Molina, dos fenómenos atentan contra la sociedad dominicana y preocupan, sobremanera, a un testigo de excepción de aquella época de ignominias: El proceso de “desnacionalización” de la juventud y la pérdida de la memoria histórica del país.
“La juventud vive y canta un ‘reggae’ que lo involuciona todo. Ignora lo que fue la dictadura de Trujillo, porque no lee, no estudia, y sólo le interesa tener dinero, pero sin trabajar, ni estudiar, para vivir bien y sin preocuparse por los valores de su identidad nacional”, reflexiona Emilio Cordeo Michel, historiador y profesor universitario.
En opinión del presidente de la Academia Dominicana de la Historia, que junto a su familia sufrió en carne propia los horrores de la satrapía, “los jóvenes de ahora (naturalmente con excepción) no saben, ni les interesa su pasado histórico; de ahí que cobre fuerza la falsa idea de que cuando Trujillo se vivía mejor”.
A los 71 años de edad, Cordero Michel conserva fresca en su memoria de activo conferencista de ensayos y temas históricos, aquella época de oprobios. “Eran tiempos de la barbarie, de la crueldad despiadada, del terror encarnizado en ciudades y campos. Nada se movía, ni el aire siquiera, sin la anuencia del tirano”. Pero, como bien argumenta, Trujillo estaba condenado a morir como vivió: a sangre y fuego. Sobre todo, porque entre 1955 y 1961, se “fue enredando en su propia madeja”.
Y, concomitantemente, los tiempos de las dictaduras iban cayéndose de bruces. Juan Vicente Gómez, en Venezuela, Gustavo Rojas Pinilla, en Colombia, y Fulgencio Batista, en Cuba, ya habían saltado de sus poltronas.
Cordero Michel sostiene que cuatro factores influyeron decididamente en la materialización de la conjura contra Trujillo y en el respaldo que dio Estados Unidos a los grupos, desconocidos entre sí, que conspiraban.
A saber, primero, las sanciones de la Organización de Estados Americanos (OEA) tras el atentado contra el presidente venezolano Rómulo Betancourt, luego, el triunfo de la Revolución cubana, el exterminio de los expedicionarios del 14 de junio de 1959, unido al asesinato de las hermanas Mirabal, y, finalmente, el acoso y persecución contra la Iglesia católica. Al comentar este aspecto, Cordero Michel se detiene. Es una pausa para conectar sus pensamientos con los sucesos del 30 de mayo de 1961, en la avenida George Washington.
“Antonio de la Maza se vengaría como quiera, el 30 de mayo o cualquier otro día. Había jurado vengarse de la muerte de su hermano Octavio, pero el cerebro político de la acción lo era Modesto Díaz”. Cordero Michel sostuvo que si el secretario de las Fuerzas Armadas, René Román Fernández (Pupo), hubiese matado al general Arturo Espaillat (Navajita), cuando éste fue a enterarlo del tiroteo en la George Washington, el plan B (el golpe) hubiese funcionado, pero “éste echó para atrás”.
Tirano sabía que sus días llegaban al fin
Emilio Cordero Michel asegura que Trujillo sabía que sus días estaban contados, porque todos los factores, internos y externos, conspiraban en su contra. “El sabía que lo iban a matar, tal vez ignora cuándo, pero estoy seguro de que presentía su muerte violenta”, dijo.
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