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Santo Domingo
Movimiento Clandestino 14 de Junio: Oposición ante el terror de la dictadura
Luego del desembarco de Constanza, Maimón y Estero Hondo, aquel glorioso domingo 14 de junio de 1959, comenzó a tomar cuerpo lo que se constituiría en el Movimiento Clandestino 14 de Junio.
Por Ivonne Ferreras el 14/06/2010
14 de Junio
Una dictadura decadente, sanguinaria, represiva al máximo, llevaba ya 29 años entronizada en República Dominicana. Intentos fallidos por derrocarla, movimientos armados en el exterior, expediciones y héroes no faltaron ante la ignominia que sufría el pueblo dominicano.
Pero no es hasta el 14 de junio de 1959, cuando llegó al país un grupo de expedicionarios dominicanos, cubanos y venezolanos para derrocar la tiranía de Trujillo, cuando la nación y el pueblo dominicano toman conciencia real de su situación.
En este marco histórico y con el triunfo de la revolución cubana, surge en República Dominicana un movimiento clandestino de resistencia contra este régimen opresivo y totalitario. En principio, no tuvo nombre ni apellido. Era simplemente la unión de antitrujillistas que querían la patria libre.
Luego del desembarco de Constanza, Maimón y Estero Hondo, aquel glorioso domingo 14 de junio de 1959, comenzó a tomar cuerpo lo que se constituiría en el Movimiento Clandestino 14 de Junio. Esta es la historia de la génesis de la agrupación, que escribiera páginas de honra y gloria y que tantos héroes diera a la nación.
Una época convulsionada
Antes de que en la madrugada del primero de enero de 1959 saliera de Cuba el dictador Fulgencio Batista, un considerable caudal de inquietudes políticas regaba la Cuenca del Caribe y toda la América Latina por más de una década.
Al menos, así lo relata el doctor Rafael Valera Benítez en su obra “Complot Develado”, quien formó parte del sector intelectual del Movimiento 14 de Junio (1J4). Es decir, que mucha agua había corrido cuando un grupo de revolucionarios cubanos con Fidel Castro a la cabeza, asumen el poder. En ese sentido, lo que inició políticamente en Cuba en 1959, podía considerarse como el punto culminante de una ola revolucionaria que había azotado a otros países del área.
De manera particular, el ya revuelto vecindario caribeño se enfrentó a un inusitado foco de epidemias rebeldes que se hicieron sentir. En República Dominicana se expresó con la expedición armada de Constanza, Maimón y Estero Hondo, precedidas de las iniciativas de Cayo Confites y Luperón.
Aunque después del fracaso militar de la expedición del 14 de junio, el régimen de Trujillo se mantenía tan fuerte como antes, según relata Rafael Chaljub Mejía en su obra “La Guerrilla del Decoro”. Lo cierto es que se asistía al fin de la tiranía, puesto que la iniciativa puso en entredicho el mito de la invulnerabilidad del régimen.
La dictadura entra en un período de crisis del que jamás pudo reponerse, en tanto la gesta de junio de 1959 deja sembrada una semilla de libertad que no tarda mucho tiempo en germinar. Los hombres y mujeres de mayor visión en los núcleos opositores, dispersos, sienten la necesidad de cohesionarse en un movimiento único. Así, veteranos de las luchas antitrujillistas de los años 40 se reactivan y retoman la actividad conspirativa.
El clero popular inicia la lucha
Paradójicamente, según Valera Benitez, de las filas sacerdotales de donde debían salir las defensas espirituales de la sociedad, nació la predica revolucionaria orientada a quebrantar la tiranía trujillista. Esto se inicia con la actuación del sacerdote cubano Fabre de la Guardia, quien junto a los seminaristas Gorostiaga Cipriano, Rene Parra y Rafael Lefebre desarrollaron una labor de proselitismo político en contra de la dictadura.
Al padre La Guardia le sucede el sacerdote Daniel Cruz Inoa, adscrito a la Diócesis de Santiago, quien fundó la organización Acción-Clero-Cultural (ACC), en agosto de 1959, la que se propagó desde la zona central de la región del Cibao hasta la capital y La Romana. Los integrantes de esta organización en principio fueron seminaristas y estudiantes universitarios y, constituyó la antesala de lo que sería el movimiento clandestino que después tomó el nombre de 14 de Junio.
El plan de acción estructurado por el padre Daniel Cruz Inoa se basaba en la premisa de que en las poblaciones más importantes del país existían grupos de descontento, especialmente en el sector de la juventud, como consecuencia de los acontecimientos de junio de 1959 y, de la atmósfera revolucionaria en el área del Caribe, susceptibles de ser incorporados a la naciente organización.
De esta manera se sembró en el ánimo de los campesinos, que la delación era un pecado mortal, porque se “mataba tanto con la lengua como con el puñal y se hería con el pensamiento”. Dentro de este plan, Rafael –Fafa—Taveras hizo contacto con Hipólito Medina, seminarista, y con Mariano García (Marién), ex seminarista, enviados por el padre Cruz.
Generalización del movimiento
La actividad de Fafa Taveras y Marién García como enlaces del padre Cruz, culmina en la reunión de éstos con el doctor Manuel Aurelio Tavárez Justo (Manolo), en la sección de Conuco, Salcedo, a principios de octubre de 1959, siempre de acuerdo a lo que refiere Valera Benítez en su libro, lo que abrió un nuevo capítulo en el desarrollo del movimiento como tal.
Pronto, se fueron uniendo más y más personas en torno a esta agrupación que, en principio, no tenía propósitos partidistas, simplemente era una voz común en contra de la tiranía. Así las cosas, la Acción-Clero-Cultural (ACC) se unifica con los grupos antitrujillistas, resultando una agrupación conformada por Carlos Aurelio Grisanty García como dirigente en Santiago; Marién García en Moca; Fafa Taveras en Salcedo, y Luis Antonio Alvarez Pereyra en San Francisco de Macorís, en tanto, que Tavárez Justo retiene la dirección de las actividades en Montecristi, al tiempo que asume el papel de agente coordinador entre los principales núcleos formados.
A partir de estos acontecimientos se abre el horizonte para la incorporación de la capital, el Este y el Sur de la República, misión que le es confiada al ingeniero Leandro Guzmán. De esta manera, nace una reunión en la que participan Tavárez Justo, Leandro Guzmán Rafael Faxas Canto (Pipe), quien aparece en escena detrás de Juan Moliné Pichardo (Juanchi), como el principal organizador en la ciudad capital.
La labor de Pipe Faxas en la capital prosigue, y después de haber incorporado a Luis Rafael Gómez Pérez como delegado del Sur y a Julio Miguel Escoto Santana como representante del Este, hace contacto con Hilander Selig del Monte, quien había llegado al país con la tarea de promover grupos opositores a nombre del Movimiento de Liberación Dominicana y el cónsul venezolano en Puerto Rico, Luis Alcalá.
Los próximos contactos de Pipe Faxas fueron con el doctor Francisco Bonnelly Battlle, por cuya mediación se incorpora al movimiento Guido D’Alessandro y la doctora Asela Morell, como puntos que llevan al círculo de “personas pudientes” y al “sector intelectual”, respectivamente, siempre de acuerdo al doctor Valera Benítez.
El Movimiento toma cuerpo y forma
De esta forma se preparó el terreno para un encuentro entre las principales figuras de cada una de las fases de desarrollo del movimiento. El 10 de diciembre de 1959, se celebra una reunión en la finca de Carlos Bogaert Domínguez, (Charlie), ubicada en Valverde, Mao, en la que se encontraban presentes, además de Charlie Boagaert, Tavárez Justo como delegado de toda la región del Cibao, Pipe Faxas Canto por la ciudad capital, Julio Escotto Santana delegado del Este, Luis Rafael Gómez Pérez delegado del sur, Carlos Grisanty García representante de Santiago, Luis Antonio Alvarez de San Francisco de Macorís, Efraín Dotell Recio de Barahona, Germán Silverio Mesón de Puerto Plata, Ramón Antonio Rodríguez de La Vega y el ingeniero Leandro Guzmán.
En esta reunión se trató sobre la creación de un organismo directivo supremo o comité central que debía, provisionalmente, indicar las pautas generales a seguir y, la denominación que debía adoptar el movimiento.
Fue en esta reunión que se escogió la denominación de Movimiento 14 de Junio, alusiva a la fecha en que se produjo el desembarco aéreo en Constanza del cuerpo expedicionario procedente de Cuba.
El Comité Central quedó integrado por el doctor Manuel Tavárez Justo como presidente, Rafael Faxas Canto, secretario, Leandro Guzmán, Tesorero y los demás asistentes fueron nombrados vocales. Se acordó además que cada delegado se encargaría de organizar comités provinciales que funcionarían unidos a cada uno de los delegados regionales.
Así queda conformada la organización de este movimiento clandestino, que a poco de surgir, tendría que sufrir la persecución, encarcelamiento y torturas, después de que un “soplo” de uno de sus integrantes, develara todo el entramado de la agrupación.
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