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Hoy/Wilson Morfe
24 Septiembre 2010, 10:35 PM
Destape del fervor revolucionario
En enero de 1960 fue descubierto el complot del 14 de junio
Escrito por: FABIO R. HERRERA-MINIÑO
El pasado día 16 se cumplieron 50 años de mi encarcelamiento en La 40. Fue la culminación de un proceso de rebeldía juvenil que se gestó en mi interior cuando los rebeldes cubanos iniciaron sus acciones en la Sierra Maestra para liberar a Cuba, y en junio de 1959 exiliados dominicanos acometieron la admirable acción de intentar el derrocamiento de la dictadura de Trujillo con el apoyo cubano.
El espíritu de rebeldía en los años juveniles iba creciendo en mi, alimentado por las lecturas de los escasos libros de inspiración marxista que llegaban a mis manos, o de lo que oía en las aulas universitarias desde octubre de 1956 en la Universidad de Santo Domingo en la Facultad de Ingeniería.
En Octubre de 1957 ingresé al Colegio Mayor Universitario San José de Calasanz, donde acudíamos de todo el país. Allí conocí a valiosos amigos del Cibao con muchas inquietudes, ya que algunos de ellos habían sido afectados por acciones de la dictadura.
La universidad expandió mis vuelos mentales, muy distinto a lo que había vivido en Baní, tropezando con la realidad del país sometido a una férrea dictadura de más de 25 años. En el Colegio Mayor me enrolé en la primera célula subversiva, cuyo objetivo era sacar información hacia el exterior. Eso fue posible a mis estrechas relaciones con un estudiante judío de Sosúa, Alfredo Rothemberg, quien me introdujo con el agregado cultural de la embajada americana, William Pugh, que era el canal de enviar documentos al exterior, generalmente suministrados por Tirso Mejía Ricart.
En enero de 1960 fue el descubrimiento del complot del 14 junio, cientos de jóvenes fueron a parar a La 40, donde torturados y hasta asesinados, abonaron con su sangre el sendero de la libertad. En julio ocurrió el atentado contra Rómulo Betancourt en Venezuela, acarreando el aislamiento diplomático del país, lo que nos quitó nuestro contacto con la embajada americana. Mientras nos quedamos a la merced de que cualquier compañero fuera detenido y nos delatara debido a las torturas que sufrían en los interrogatorios de La 40.
Para mediados de septiembre nuestro grupo fue descubierto por el SIM, que en primer lugar fue apresando a los miembros de la célula que pertenecían al Movimiento Popular Dominicano. Fueron severamente torturados, pero lograron escapar Tirso Mejía Ricart, que con ayuda, pudo viajar al exterior, y mi primo Eligio Mella Miniño, que se mantuvo oculto hasta después del 30 de mayo de 1961.
Bernardo Vega, en su bien documentado libro “Los Estados Unidos y Trujillo, Los Días Finales 1960-1961”, en la página 393, narra con precisión una buena parte de nuestra historia, señalando los nombres de los demás jóvenes que fuimos apresados: Ing. René Sánchez Córdoba, Víctor Manuel Victoria Echavarría, Rafael Eugenio Vásquez Mustafá, Miguel Alfonseca, José Mercedes Ramírez Ferreriras. Este último conocido por su nombre artístico Condecito, era un digno alumno de Jame Colson y de Paul Giudecelli y de un incalculable valor pictórico por la expresividad de sus cuadros. De los demás todavía aportan o aportaron sus capacidades al país en sus esferas de acción, donde cabe destacar la inimitable y admirable obra poética de Miguel Alfonseca. (continuará).
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