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Las enseñanzas del golpe a Bosch
Silvio Herasme Peña
El próximo viernes se cumplen 47 años del día más infame para los dominicanos después de liquidada la tiranía trujillista. Fue el momento en que la extrema derecha culminó un proceso de conspiración contra el orden legalmente constituído.
Fue el momento en que las Fuerzas Armadas instigadas por políticos y empresarios atrasados lograron deponer el gobierno democrático y progresista del professor Juan bosch, quien se había instaurado como presidente de la República apenas siete meses antes, el 27 de febrero de l963.
Bosch proclamó en su discurso inaugural que “mientras seamos gobierno no perecerá la libertad”. Y lo cumplió.
En su gobierno no hubo presos politicos, ni exilio, ni asesinatos. El país vivraba de entusiasmo cívico encantado con un gobierno Nuevo inspirado en el respeto a los derechos y la decencia administrativa.
En momentos en que se hablaba de “golpe de Estado”, el presidente proclamó quizás muy confiado que “un golpe de Estado duraría menos que una cucaracha en un gallinero”.
En términos histórico así fue, pues la movilización popular nunca se detuvo hasta que culminó el proceso constitucionalista el 24 de abril de l965.
Pero en el pronto discurrir a raíz del cuartelazo perverso se produjo el levantamiento guerrillero de Agrupacion Política 14 de Junio (1j4) que terminó alevemente con la vida de valiosos jóvenes como Manuel Aurelio Tavárez Justo, cabeza visible de ese movimiento y con arraigo indiscutible en el seno de la juventud de aquella época.
La Guerra de Abril reconquistó la vocación libertaria de los dominicanos y todo aquel que se involucró en la asonada golpista quedó sepultado en el estercolero de la histsoria. Políticamente ninguno de los dirigentes politicos que dieron su aprobación al golpe pudo vertebrar jamas ningún movimiento que llegara al corazón del país. Quizás la excepción fue el General Wessin y Wessin, gracias a su arrepentimiento.
Hago este breve glosario para destacar, una vez más, la vocación civilista de la sociedad dominicana.
Podría argu¨irse que el doctor Balaguer despues de Abril gobernó doce años de represión que pagó la juventud dominicana con su sacrificio, pero no es menos cierto que Balaguer mantuvo –al menos formalmente- el proceso institucional que no desdecía la consigna de 1963 que rezaba: “Constitucionalidad sin elecciones”.
Pese a su indudable poder cimentado en el apoyo norteamericano, oligárquico y militar, tuvo que entregar el poder a don Antonio Guzmán en el 1978 tras la aplastante victoria del Partido Revolucionario Dominicano”.
Desde entonces la libertad floreció en el país eliminando las figuras odiosas de la repression, el exilio y la prisión política. Y aunque Balaguer volvió a gobernar diez largos años mas cuando fue beneficiario de la absurda lucha interna entre líderes perredeístas, no pudo repetir sus métodos despóticos aunque sabido es que ese regimen quedó manchado al cobrar la vida de Narciso González (Narcisazo).
Mas allá de la contumelia política para impedir el triunfo del inmenso titán José Francisco Peña Gómez en el 1994, la represion política fue extirpada de la vida nacional y a nadie ahora se le apresa por razones de índole política y a todos se nos respetan ahora nuestros derechos a expresarnos en los términos que deseemos ante la opinion pública.
Si sólo se hubiese respetado al gobierno liberal y democrático de Bosch, para que cumpliera su mandato dentro la ley, este país se habría encaminado muy temprano -sin traumas- a construir democráticamente lo que ahora tenemos. Todas las vidas sacrificadas y el desorden socio político desde entonces, no habría tenido lugar.
Bosch no se iba a reelegir, ni a comunizar la vida política nacional, el pretexto del comunismo fue un ardid de curas, ricos y militares acicateados por oficiales norteamericanos que veían comunistas hasta en la sopa.
El paso de estos tiempos ha operado para abrir aún mas los ojos la sociedad y hacerle comprender que el repudio al golpe, el levantamiento de Abril y la intensa oposición a Balaguer consumaron los ideales de libertad de la sociedad dominicana.
A nadie se le ocurriría decir ahora –investido de autoridad política como lo hizo en su momento el doctor Peña Gómez- que el país necesita “un coronel que se case con la Gloria”.
Ahora no hay Gloria en la conspiración, sino en el respeto a los derechos humanos, la libertad y la paz. Para mi esa es la reflexión oportuna cuando arribamos a los 47 años de la ignominia del 25 de septiembre de 1963.
Loor a anuestos mártires y gloria a sus nombres. Amén.
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