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lunes, 31 de mayo de 2010

El martirio de Miguel Ángel Báez Díaz

EL TRUJILLATO
El martirio de Miguel Ángel Báez Díaz



Sergio F. German Medrano

A la memoria de doña Aida Perelló Vda. Báez,
acrisolada esposa y ejemplar madre.

El 30 de mayo de 1961 se concretó el hecho fundamental del proceso político que culminó con la etapa de libertad y democracia que hemos vivido los dominicanos durante los últimos cuarenta y nueve años. Un grupo de valientes patriotas organizó y ejecutó la noche de ese día la acción gloriosa del ajusticiamiento del tirano Rafael Trujillo. El heroísmo y sacrificio de todos los involucrados en ese inesperado acontecimiento, reivindicó el orgullo y la dignidad de nuestro pueblo, hasta entonces pisoteado por el diabólico poder del déspota. Por eso cada año en esa fecha debemos tributar homenaje de gratitud y admiración a quienes nos liberaron del régimen de opresión y muerte instaurado por Trujillo. Especialmente ahora que ha surgido una patología neotrujillista que está tratando de penetrar en nuestra sociedad, mediante una labor de zapa realizada por servidores de una hija del sátrapa. Con motivo de este 30 de mayo resaltaré aspectos de la vida del héroe nacional Miguel Ángel Báez Díaz, cuyo conocimiento público contribuirá a aquilatar el verdadero valor de su participación en la gesta liberadora de 1961. El 30 de mayo del próximo año exaltaré al también héroe nacional Huáscar Tejeda Pimentel, banilejo como Don Miguel Ángel y el autor de este escrito.

Un poco de historia familiar
Las familias Báez y Díaz son originarias de Baní y Yaguate. Don Miguel Báez Ortiz, padre de Don Miguel Ángel, fue uno de los ciudadanos más prestantes y respetados en la vida política y social de Baní. Luchó contra la dictadura de Ulises Heureaux y luego de su ajusticiamiento en Moca, figuró entre los integrantes de la fuerza revolucionaria que bajo el mando de Horacio Vásquez entró a Santo Domingo y organizó las elecciones del 15 de noviembre del 1899, de las cuales surgieron como Presidente Juan Isidro Jiménez y Vicepresidente Horacio Vásquez. Su esposa Doña Sallo Díaz descendía de los generales Modesto y Lucas Díaz, héroes de las guerras contra Haití que consolidaron la independencia nacional y el primero también héroe de la guerra por la independencia de Cuba.

El prestigio de la familia Báez Díaz condujo a que Trujillo se acercara a Don Miguel Báez Ortiz y a su hijo Miguel Ángel, igual como se acercó en todo el país a las familias y personas de mayor importancia social y política para buscar su apoyo. Ninguna se atrevió a negárselo. Equivalía a declararse enemiga del dictador y correr el riesgo de prisión o muerte. Es así que algunos miembros de la familia Báez Díaz ingresan a cargos burocráticos civiles en el Gobierno. Pero, a diferencia de otras personas y familias, ninguno de ellos puede ser señalado por crímenes o enriquecimiento ilícito.

Los relatos testimoniales que expondremos a continuación, algunos de ellos muy impresionantes, permitirán conocer a Don Miguel Ángel Báez Díaz en todo su valor y grandeza patrióticos. Demuestran fehacientemente su calidad humana, su solidaridad con quienes luchaban contra la dictadura y su indeclinable decisión de luchar él también para ponerle fin.

Solidaridad con el 1J4
Enero del 1960. El servicio de espionaje de la dictadura descubre el Movimiento Revolucionario 14 de Junio. Varios banilejos somos detenidos. Luego de los suplicios de la “Cárcel de la Cuarenta”, adviene el confinamiento por tiempo indefinido en la prisión de “La Victoria”. Estando todavía presos en el llamado “pasillo de la muerte”, recibimos de parte de nuestros familiares la información de que en el transcurso de un desfile político en San Juan de La Maguana, Don Miguel Ángel le había solicitado a Trujillo que pusiera en libertad a los banilejos presos por participar en el 1J4. El Dictador no se inmutó ni tampoco contestó el pedimento. Con posterioridad a mi salida de la prisión en julio de 1960, en una de sus frecuentes visitas a Baní Don Miguel Ángel se entrevistó con mi padre y le pidió que me dijera que me mantuviera tranquilo porque el Gobierno de Trujillo duraría poco tiempo.

Estas actuaciones de solidaridad con banilejos públicamente declarados conspiradores contra la Tiranía, corroboradas por otros testimonios que veremos a continuación, demuestran patentemente una posición política definidamente antitrujillista por parte de Don Miguel Ángel Báez Díaz. ¿A partir de qué época la asumió?

Importantes testimonios
En su bien documentada obra “Trujillo El Tiranicidio De 1961”, el historiador Juan Daniel Barcácel expresa que “hay evidencias de que, desde 1958, los hermanos Juan Tomás y Modesto Díaz habían iniciado conversaciones con algunos amigos acerca de la necesidad de buscar la manera más conveniente para deshacerse del tirano”. Por su lado el también historiador Don Tomás Báez Díaz, hermano de Don Miguel Ángel, en una “Carta Pública” en el “Listín Diario”, afirma que en el año 1958 condujo al Lic. Homero Hernández Almánzar a la finca de su primo Modesto Díaz “para que se entrevistara con él y con el Gral. Juan Tomás Díaz y allí se habló de la liberación de la patria esclavizada”.

Estos datos históricos conducen a la siguiente interrogante: ¿Estaba Don Miguel Ángel Báez Díaz al margen de estas conversaciones en que participaban su hermano y primos? Los que conocimos las excelentes e íntimas relaciones familiares existentes entre Juan Tomás y Modesto Díaz y Miguel Ángel y Tomás Báez Díaz, no abrigamos la más mínima duda sobre el conocimiento y la participación que tuvo Don Miguel Ángel Báez Díaz en estas conversaciones. Es una deducción lógica.

Por otra parte, un testimonio del Dr. Mario Read Vittini en su obra “Trujillo de Cerca” nos ofrece otro dato importante para contestar la interrogante destinada a determinar la época en que Don Miguel Ángel decidió enfrentar a Trujillo. Refiriéndose a un encuentro fortuito que sostuvo con Don Miguel Ángel en el Malecón de la ciudad de Santo Domingo, expresa que éste le dijo lo siguiente: “¡Si yo encontrara otro decidido como yo, yo matara a ese hijo de la gran puta ahí, en Güibia, cuando nos sentamos en la rotonda! Pero sé que yo solo, sin apoyo de otro, desde que intente sacar la pistola me van a matar sin tiempo de que yo lo elimine a ese desgraciadoÖÖ.¡Pero esto no se aguanta yaÖ..! ¡Hay que salir de él a cualquier precioÖÖ! Estoy harto de tantos abusos” Yo asentí y le dije que yo creía lo mismo. Pocos días más tarde, murió de parto su hija Pilar”.

Los testimonios que hemos expuesto dejan claramente establecido que desde antes del asesinato de su hija Pilarcita, Don Miguel Ángel Báez Díaz respondiendo a su integridad, entereza personal y patriotismo, había abominado el régimen de terror implantado por Trujillo. No fue este asesinato la causa impulsiva y determinante de su patriotismo, sino su íntima convicción de que había que ponerle fin a la perversidad trujillista imperante. Obviamente el convencimiento de que su hija había sido victimada por la familia Trujillo, aumentó tal vez hasta el frenesí su deseo de ponerle fin a la vida del déspota.

Posteriormente el destacado luchador antitrujillista Lic. Homero Hernández Almánzar se exilió. Don Miguel Ángel aprovechó un viaje que realizó a New York en noviembre del 1960 y por mediación del Lic. Chepito Rodríguez se entrevistó con él. También aprovechó este viaje para enviar a Venezuela una carta a su exiliado primo Manuel de Jesús Santana (Lico), en la cual se refirió a la esclavitud que imponía la Dictadura al pueblo dominicano.

El 30 de mayo del 1961
La indeclinable determinación de Don Miguel Ángel para que la tiranía de Trujillo llegara a su fin, prosiguió hasta que el Tirano fue ajusticiado el día 30 de mayo de 1961. Según explica el historiador Barcácel, a las cinco y treinta de la tarde de ese día “Miguel Ángel Báez Díaz se comunica por teléfono con Antonio de la Maza y le participa que Trujillo se propone viajar esa noche a San Cristóbal. Báez Díaz también telefonea a su primo Modesto Díaz Quezada”. Estos fueron los avisos o campanadas gloriosas que pusieron en marcha las actividades de ese día del grupo de acción formado por los patriotas que horas más tarde pusieron fin a la vida criminal de Trujillo y a una de las dictaduras más crueles y despiadadas de América. ¿Se hubiera concretado ese día el ajusticiamiento de Trujillo sin el aviso de Don Miguel Ángel? Indudablemente la respuesta es no. Pero no fue este aviso su única participación en los heroicos acontecimientos del día 30 de mayo. Como Don Miguel Ángel era parte del núcleo dirigente formado por los patriotas, al notar a las nueve y treinta de la noche de ese día que Trujillo se retardaba en partir hacia San Cristóbal y, según expone el historiador Balcácer, hacia esta hora algunos de los conspiradores parecían impacientarse por su demora en aparecer en la avenida George Washington, entonces “Miguel Ángel Báez Díaz, consciente de que tal situación puede intranquilizar al grupo, acude personalmente al lugar en donde están De la Maza, Imbert, Estrella Sadhalá y García Guerrero, y les asegura que Trujillo pasará por allí dentro de poco”. Ante esta información los ajusticiadores siguen a la espera hasta que finalmente Trujillo aparece y es consumado el Tiranicidio.

De nuevo surgen estas interrogantes: ¿Qué hubiera ocurrido si Don Miguel Ángel no transmite la información asegurando que ciertamente Trujillo pasaría al poco rato por el lugar donde lo esperaban los héroes? ¿Se hubiera pospuesto la acción libertadora? Nadie puede responder tratándose de un hecho que no llegó a ocurrir. Contrariamente al producirse esa noche el ajusticiamiento de Trujillo existe una certeza: Gracias al valiente y decisivo aviso de Don Miguel Ángel Báez Díaz, los patriotas se mantuvieron firmes a la espera de Trujillo hasta lograr ajusticiarlo y ponerle fin a su sangrienta dictadura.

El martirio
Dejemos que sea la autorizada pluma de Don Luís Amiama Tió, su compañero de heroísmo, quien nos relate los días finales del gran patriota Miguel Ángel Báez Díaz, reproduciendo a continuación parte de lo que escribió con motivo de cumplirse en el año 1965 cincuenta y tres años de su nacimiento.

“El drama de su vida se inicia con el calvario de su prisión causada por su gesto de decencia y de desinterés que no puede confundirse con ambición, cuando vuelve sus espaldas al baño de oro que le ofrecía la dictadura y exponiendo su vida se enfrasca en infatigable lucha por la libertad de su pueblo. En su martirologio Miguel Ángel sufrió horrendas torturas desconocidas en nuestro medio, capaces de erizar a los peores criminales de los tiempos de la inquisición. Un día, en tremenda prueba, uno de los familiares predilectos del dictador, personalmente y usando para ello la culata de una carabina Cristóbal, le sacó al mártir que ellos forjaban, todas las piezas dentales para irlo preparando para el segundo y más horrible cuadro de su drama, en el cual tuvo que presenciar consternado ñ y lo hizo con la frente en alto como soñaba ver a su bandera ñ el fusilamiento del primer fruto de su amor, de su hijo del alma, el teniente Miguel Báez Perelló, totalmente ajeno a los movimientos conspirativos que dieron al traste con la maléfica existencia del tirano.

Ante ese cuadro aterrador en que un padre cariñoso ve rodar por tierra el cuerpo flagelado del inocente hijo victimado, aquel coloso del estoicismo no derramó una sola lágrima, y hasta las bases de los edificios de los centros de tortura se estremecieron reverentes en merecido tributo al coraje indomitable de aquella mezcla de león y de hombre. Aquí se produjo una repetición del episodio que vivió Máximo Gómez. Miguel Ángel no pudo llorar, como no pudo llorar Gómez ante sus aguerridos mambises cuando perdió a su hijo panchito en las luchas por la libertad de Cuba. “Llora por mí” escribió Gómez al apóstol Martí, “que los rigores de la guerra no me permiten sentarme a llorar la pérdida de un hijo”. Miguel Ángel también tuvo a su Martí en la persona de su valiente esposa, pero ella tuvo que llorar dos veces, primero al hijo de sus entrañas y luego al inseparable compañero. Pero el drama no concluía y aunque los tramoyistas estaban agobiados por el bacanal de sangre y de dolor que ayudaban a montar, clamaban íntimamente para que el apuntador diera la señal de bajar el telón, faltando la escena final, que se produce cuando fusilan a Miguel ángel, atacado de neumonía, ya exánime, una masa inerte que en lugar de metralla debió de recibir la extremaunción para que el sol de la piedad iluminara siquiera con un rayo de luz a aquel valiente moribundo que convertido en un harapo humano le sobraba aliento para cuando por los pasillos del 9 se escuchaba el taconeo nazi de la banda de forajidos y torturadores que a diario le proporcionaban su dosis de dolor, dejar oír su voz que exclamaba “aquí está Miguel Ángel siempre listo.”

La familia Báez Perelló
La familia formada por Don Miguel Ángel Báez Díaz y su esposa Doña Aida Perelló, soportó el dolor inmenso originado por las muertes de Don Miguel Ángel, Miguelín, Pilarcita y su esposo Jean Awad, todas ocasionadas por Trujillo, sus familiares y sus sicarios. Sus angustias y padecimientos son indescriptibles. Particularmente los de Doña Aida, dama de inmaculada vida, símbolo del amor de madre y esposa ejemplar. Las vivencias íntimas de estos luctuosos acontecimientos son narrados conmovedoramente por Mayra Báez de Jiménez, hija del matrimonio Báez-Perello, en su obra “Si la mar fuera de tinta ..... Vivencias de una niña tras la caída de la dictadura Trujillista”.

Debe ser resaltado y admirado el hecho de que con posterioridad al ajusticiamiento de Trujillo los supervivientes de la familia Báez-Díaz (Nelson, Tania y Mayra), jamás han buscado beneficios personales o empresariales de parte del Gobierno dominicano, ni tampoco sus cónyuges y descendientes, aprovechando la categoría histórica de héroe de su padre, el martirio de su hermano Miguelín y la victimización de su hermana Pilarcita y su esposo Jean Awad. Don Miguel Ángel ejerció sus funciones públicas con absoluta honestidad. No acumuló riqueza agrícola, ganadera, comercial o industrial que heredaran sus hijos. Pero les legó lo más importante: Moralidad y dedicación al trabajo honesto.

Miguel Ángel Báez Díaz despreció los favores y privilegios del poder político, para inmolarse en la lucha por la libertad de nuestro pueblo. A diferencia de aquellos que se mantuvieron en estado de callada sumisión ante el crimen y los atropellos, desarrolló una rebeldía que encabritó su conciencia empujándolo a la acción heroica. Su recompensa fue el sufrimiento y el sacrificio, purificados en el altar sagrado de la patria donde sólo llegan los que mueren como él, ofrendando sus vidas en noble y generoso holocausto por la libertad, la democracia y la justicia.

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