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domingo, 23 de mayo de 2010

Reafirmado: Trujillo asesinó a religioso. Escrito por: ÁNGELA PEÑA

http://www.hoy.com.do/areito/2010/5/22/326796/Reafirm

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Areíto





Monseñor Holguín repasa y comenta el Diario de Voegeli. “Disminuyó la feligresía, sobre todo americana”Virginia Norman Smith. La Iglesia no investigó el crimen inmediatamente” Reverendo Ashton Brooks.

REPORTAJE
22 Mayo 2010, 7:07 PM
Reafirmado: Trujillo asesinó a religioso
Escrito por: ÁNGELA PEÑA

La Iglesia Episcopal Dominicana rechaza todas las versiones ofrecidas en el trujillato en torno al asesinato del reverendo Charles Raymond Barnes, ordenado por el tirano en 1938. Desde entonces ha contado con suficientes testimonios irrefutables para descartarlas. Habló míster Rooper Nisbeth, entonces sacristán. Conserva el diario del obispo Thomas Oswald Basden, “que estuvo escribiendo hasta 1965” pese a que falleció en 1980.

También se basa en el informe del doctor Barney Morgan, que determinó que el cadáver perdió mucha sangre, pero no en la casa de la avenida Independencia 61, donde depositaron el cadáver pues no fue allí donde mataron al clérigo.

El obispo Charles Alfred Voegeli consignó en su Libro de Registro lo que pudo indagar, pero en clave que han descifrado historiadores anglicanos pues en la dictadura haber escrito la realidad pudo costarle la vida. Existen las narraciones sobre el caso de los sacerdotes Phil Wheaton y Jack Woodard y del obispo Harry Robert Carson.

“Evidentemente fue un crimen de Estado en el que hubo complicidad, silencio, de parte del presidente de Haití, Sténio Vincent”, significó Su Eminencia Julio César Holguín Khoury, Obispo de la Iglesia Episcopal Dominicana desde 1991.

Ashton Jacinto Brooks, rector del Centro Internacional de Estudios Teológicos y Deán de la Catedral de la Epifanía opina: “La Iglesia no se dio a la tarea de investigar inmediatamente ajusticiaron a Trujillo porque siempre tuvo la certeza de que Barnes había sido asesinado por sus denuncias. Además, los dominicanos estaban más preocupados por asuntos del momento. Luego es que viene el proceso de rescatar la historia de los mártires, acosados por proteger a los perseguidos y denunciar las injusticias”. Reitera la falsedad de todo lo que se publicó en la “Era de Trujillo” y cuenta de las misas de recordación en las que se medita en el trágico final del sacerdote norteamericano y se recrea su vida.

Bárvaro Pagés Gómez y Timothy L. Hoet compusieron un himno, en 1997, en memoria de Charles Barnes: “Aquellos que conocen al Señor y Salvador / Saben que él se presenta de maneras muy diversas…”.

Pese a sus convicciones y pruebas, continúan en sus indagaciones. Monseñor Holguin enviará personal a hurgar en archivos de Estados Unidos y de Petionville, en Haití. “Estamos tratando de encontrar la versión más acabada, pero hay que revisar los archivos en Haití porque lo que llegó aquí, no está. Le pedí al obispo actual Zaché Duracing, que si tenía información me la enviase”. Piensa que podrían aparecer revelaciones en el Centro Diocesano de Petionville y la Catedral de Puerto Príncipe.

Brooks entiende que deberían dirigirse, además, a los archivos de la Iglesia General en Estados Unidos y a los Nacionales de la Iglesia, en Austin Texas.

Porque pese a la seguridad de las causas que motivaron la muerte y la procedencia del funesto mandato, difieren las versiones. El sacristán afirmaba que Trujillo levantó el bastón para golpear al religioso y éste trató de impedirlo con su mano pero esa era la cubierta de la daga con que el Generalísimo exterminó a Barnes en la “Hacienda Fundación”. Algunos dicen que el sátrapa ordenó que lo “arreglaran” en otro lugar. “Pero es una muerte del régimen de Trujillo porque este sacerdote denunció la masacre de haitianos y mandó documentación que fue interceptada”, significó Holguín.

Pablo Melo, laico de la Iglesia nativo de La Romana, fallecido, poseía un valioso acopio de datos sobre Barnes, que esperan recuperar, expresó monseñor.

A Virginia Norman Smith, presente en la Iglesia Episcopal desde 1944, contó que luego del infortunio nadie quería vivir en la casa donde residió Barnes y el obispo Charles Voegeli decidió facilitarla a estudiantes universitarios del interior.

“Fue una tragedia para la Iglesia, lo martirizaron. Disminuyó la feligresía, sobre todo la americana, y hubo un tiempo que la Epifanía quedó sin nadie, los laicos seguimos dando servicios y después vinieron misioneros norteamericanos. Fue una época muy difícil”, exclamó. Con la llegada del obispo Paul Kellog, se remodeló totalmente la vivienda convirtiéndola en oficinas diocesanas, añadió.

Barnes nació en Camden, New Jersey, Estados Unidos, el 17 de marzo de 1894. Estudió en las universidades Del Sur y de Columbia y en el Seminario Teológico General de New York. Fue ordenado sacerdote en 1920 en la Diócesis Episcopal de Harrisburg, Pennsylvania, pasando a servir como Arcediano de Williamsport; Sub-Deán de la Catedral de San Juan en Belize, Honduras Británica, y como rector de la Iglesia de la Epifanía en “Ciudad Trujillo” donde siguió “la norma acostumbrada de dirigir los cultos religiosos, predicar, servir de consejero pastoral, visitar enfermos, trabajar con la comunidad y atraer a la Iglesia nuevos feligreses”.

No han aparecido fotos de Barnes. Se tomó un retrato en el que aparecía en una obra de teatro, y se hizo una aproximación a su fisonomía. Se conservan expedientes oficiales con su historia y el sepulcro en la Catedral de la Epifanía que reza: “Las almas de los justos están en las manos de Dios y ninguna tormenta les tocará. Ellos están en paz”.

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