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lunes, 7 de junio de 2010
“El trujillismo solapado está vigente”. Publicado en la Revista Ahora.
Gest[a] de la Revista Ahora
La expedición del 14 de junio
Poncio Pou Saleta:
“El trujillismo solapado está vigente”
Pou Saleta es uno de los sobrevivientes de la expedición del 14 de junio de 1959 contra el dictador Trujillo. Hoy, ya viejo y enfermo, rememora ese acontecimiento que pudo cambiar el curso de la historia de nuestro país
Por Santiago Estrella Veloz
Luis Medrano
El ex guerrillero Poncio Pou Saleta se llena de nostalgia al recordar a sus camaradas del 14 de junio de 1959 muertos en combate o torturados en las prisiones de Trujillo. Hace recuentos de aquellos años de lucha contra la tiranía, sin que de sus labios broten palabras que denoten rencor. Su libro En busca de la Libertad es un fiel testimonio de aquella gesta histórica, prácticamente desconocida para las presentes generaciones.
Han transcurrido 44 años de aquella expedición armada y Pou Saleta, con achaques de salud propios de su avanzada edad, dice estar seguro de que de haber triunfado la guerrilla contra Trujillo otro hubiera sido el destino de la República Dominicana.
Este 44 aniversario de la expedición del 14 de junio de 1959 encuentra a los únicos dos protagonistas sobrevivientes invadidos por los recuerdos, viejos y enfermos, sin que todavía se hayan cumplido los ideales por los cuales lucharon y murieron cientos de sus compañeros.
El otro es Mayobanex Vargas, quien cultiva una pequeña finca de su propiedad en Bonao.
Pou Saleta y Mayobanex Vargas, junto a muchos otros que se sienten comprometidos con los ideales del 14 de junio, están sumamente irritados por la reciente decisión del gobierno de Hipólito Mejía de levantar un monumento que honra la memoria de los soldados que capturaron y dieron muerte a los patriotas antitrujillistas. Las Fuerzas Armadas dicen que el monumento “los honra a todos”, pero Pou Saleta niega eso, y afirma que el texto de la tarja dice otra cosa. El vincula ése y otros indicios a sutiles y abiertas manifestaciones encaminadas a crear un clima apropiado para la dictadura, aunque sostiene que “a los pichones de dictadores que pueda haber les faltan muchas alas para volar”.
“Pero el trujillismo –asegura Pou Saleta– está vigente. Sigue el mismo desorden, la misma desvergüenza, la misma corrupción. Cuando las Fuerzas Armadas le piden a Hipólito (el Presidente) ese monumento, él lo autoriza porque es un paso político que ha dado. Pero ese monumento es una aberración, como también los merengues de Trujillo que se bailaron luego de que fuera inaugurado”.
Pese a todo, descarta que éste sea un momento propicio para establecer una dictadura, pues los tiempos han cambiado con la denominada globalización.
Esto es aparte de que considera que Hipólito Mejía “ni huele ni hiede, pues ni fue trujillista ni fue antitrujillista. Pero también porque aquí no hay hombres que puedan ponerse las botas de Trujillo, aunque haya servilismo. Ni Hipólito tiene madera (de dictador) ni las condiciones nacionales e internacionales son propicias para establecer una dictadura”.
Pou Saleta hace una pausa para agregar: “Ahora es dizque la democracia. El imperialismo norteamericano es el que gobierna”.
Si bien admite que ha habido conquistas (“El hecho de que usted me esté entrevistando es una de ellas”) Pou Saleta considera que solamente con la educación del pueblo es que se pondrán en marcha las grandes transformaciones políticas, sociales y económicas que requiere el país.
LA EXPEDICIÓN
La expedición del 14 de junio de 1959 llegó al país sorpresivamente en un avión que aterrizó en Constanza, al caer la tarde de un día domingo. Había partido de Cuba, donde los exiliados se entrenaban militarmente con la tolerancia de los revolucionarios cubanos que el primero de enero, encabezados por Fidel Castro, habían llegado al poder. En Constanza, al aterrizar el avión, se produjo una escaramuza con los militares que custodiaban el aeropuerto y también hubo otros problemas, pues el tablón en que se deslizarían los guerrilleros al aterrizar se voló con el viejo de las hélices del aparato y los combatientes tuvieron prácticamente que tirarse a la pista de cemento con una mochila al hombro que pesaba unas noventa libras, en medio de un fuego graneado que no causó bajas, excepto entre los soldados. Sin embargo, librado el primer combate, los guerrilleros pudieron internarse en el monte, mientras el avión remontaba vuelo de regreso a Cuba piloteado por el venezolano Julio César Rodríguez y el copiloto cubano Orestes Acosta.
El grupo de 54 combatientes, más el piloto y el copiloto, había partido después de un entrenamiento en el campamento Mil Cumbres y los que vinieron por mar lo hicieron desde la bahía de Nipe. La llegada de éstos no coincidió con los de Constanza debido a inconvenientes diversos, entre ellos la posible traición de un marinero griego que averió a propósito una de las lanchas y los desorientó. Ese grupo llegó a la costa de Puerto Plata el 19 de junio y fue prácticamente aniquilado casi antes de desembarcar en Maimón y Estero Hondo.
La guerrilla duró 20 días combatiendo con las tropas trujillistas, hasta que casi todos sus integrantes fueron muertos por la superioridad numérica del ejército dominicano. Los que cayeron prisioneros fueron salvajemente torturados hasta la muerte, excepto Pou Saleta, Mayobanex Vargas, Gómez Ochoa, Medardo Germán y Pablito Mirabal, que sobrevivieron. Y Almonte Pacheco, que por burlarse de Trujillo en plena calle fue apresado y desaparecido para siempre.
LOS SOBREVIVIENTES
Los seis guerrilleros sobrevivientes de Constanza fueron Francisco Medardo Germán, quien murió hace algunos meses a los 95 años; Poncio Pou Saleta, ahora de 83 años y la salud quebrantada; el cubano Delio Gómez Ochoa, que tiene residencia en Santo Domingo y recibe una pensión del Estado. Con frecuencia viaja Cuba, pues es general pasivo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Cubanas. Tiene 74 años, pues nació en Cacomún, hoy provincia de Holguín, en 1929. Está afectado por lesiones permanentes debido a las torturas recibidas en la cárcel de La 40; Pablito Mirabal, quien vino en la expedición cuando apenas tenía quince años de edad. También fue indultado por Trujillo. Murió hace algunos años en Cuba en la forma más extraña: fue víctima de un rayo mientras se encontraba con su novia en un parque. Y Mayobanex Vargas, de 67 años, que aunque goza de buena salud vive aislado en la comunidad de Bonao donde se dedica a lo que más sabe, que es la agricultura.
El sexto sobreviviente, Alfredo Almonte Pacheco, quien al ser indultado por Trujillo, que lo hizo para calmar a la opinión pública internacional, se puso “a hablar disparates en Villa Juana”, por lo que fue apresado, torturado y desaparecido para siempre. Almonte Pacheco había sido chofer de taxi en Caracas.
Delio Gómez Ochoa al momento de la expedición tenía 30 años. Hoy tiene 74. Era asesor de Jiménez Moya y delegado personal de Fidel Castro. Se constituyó en comandante de un grupo de 20 hombres después de aterrizar en Constanza y dirigirse a las montañas de El Convento, en la parte sur. Con gran experiencia guerrillera, no pudo ser detectado sino hasta el 30 de junio, cuando sufrió un ataque por sorpresa y el grupo comenzó a fraccionarse. Junto a su ahijado Pablito Mirabal y el guerrillero Frank López se entregó el 11 de julio. Gómez Ochoa estuvo prisionero hasta poco después del ajusticiamiento de Trujillo, cuando fue indultado junto a Pablito Mirabal y retornó a Cuba. El gobierno del doctor Leonel Fernández le otorgó una pensión modesta y le asignó una vivienda por los lados de Villa Duarte. Con frecuencia viaja a Cuba, donde es admirado y respetado, al punto de que es invitado a todos los actos importantes del Ejército Revolucionario Cubano.
Francisco Medardo Germán Santos, ya fallecido, tenía 49 años cuando llegó en la expedición. Era un veterano de la invasión de Cayo Confites. Su hermano Alejandro vino por Maimón. Se entregó junto a Poncio Pou Saleta el 10 de junio. Estuvo preso hasta febrero de 1960, cuando fue indultado. Murió a causa de problemas de salud hace algunos meses.
Mayobanex Vargas y Vargas, a quien sus amigos apodan Nené, es natural de Bonao. Tras un ataque sorpresa del Ejército el 30 de junio de 1959 quedó disperso y llegó a los predios de Bonao, donde se entregó al general Petán Trujillo. Fue devuelto a Constanza y luego llevado a San Isidro, donde estuvo preso hasta febrero de 1960, cuando fue indultado. Escribió un libro sobre su experiencia guerrillera, algo que también hicieron Pou Saleta y Delio Gómez Ochoa.
Pablito Mirabal Guerra era un guajirito cubano de catorce años cuando vino en la invasión. Era ahijado de Gómez Ochoa, con el cual se entregó después de varios combates. Era un excelente tirador a pesar de su edad. Sufrió graves traumas psicológicos al ser torturado y al presenciar las crueles torturas a que fueron sometidos sus compañeros. El fallecido psiquiatra Antonio Zaglul le trató e hizo gran amistad con ese joven luchador por la libertad dominicana. Fue indultado junto a Gómez Ochoa poco después de la muerte de Trujillo, en 1961.
La expedición del 14 de junio de 1959 partió de Cuba por vía aérea y marítima, organizada por el Movimiento de Liberación Dominicana (MLD). Estaba compuesta por aguerridos jóvenes de diferentes esferas sociales y de variadas ideologías, todos los cuales, sin embargo, tenían un solo propósito: derrocar la dictadura de Trujillo, que para entonces llevaba más de 29 años oprimiendo al pueblo dominicano. En ella figuraron varios puertorriqueños, cubanos, venezolanos, un norteamericano y un español.
En Maimón y Estero Hondo murieron 144 combatientes: 96 en Maimón y 48 en Estero Hondo. (Ver Constanza, Maimón y Estero Hondo. Testimonios e investigación sobre los acontecimientos, de Anselmo Brache B., Editora Taller, 1995).
JIMÉNEZ MOYA
Jiménez Moya, entonces de 45 años, era el comandante en jefe de toda la expedición que vino por Constanza, donde aterrizó un avión con 54 jóvenes dominicanos armados y dispuestos a tumbar a Trujillo. Jiménez Moya había sido capitán del Ejército Rebelde en Cuba y nombrado mayor del MLD. Cuando desembarcó se dirigió a la Loma de los Mañanguises, de Tireo. En Palero reclutó al campesino Israel Familia, quien le ayudó con la mochila. El comandante perdió contacto con el grueso de sus tropas, compuesta por 32 hombres, el 16 de junio en un combate en La Guanita, del que salió ileso, trasladándose exhausto a Las Auyanas, de El Río. Unos campesinos le hicieron prisionero y luego fue fusilado por los soldados. Su cadáver fue llevado a la base de San Isidro.
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