A Manuel Aurelio Tavárez Justo
Miércoles, 15 de Octubre de 2008
Querido e inolvidable amigo Manolo; no puedes imaginarte la alegría y la satisfacción que como dominicano, tengo hoy, al conocer la noticia, que fuiste exaltado a Héroe Nacional junto a los compañeros, hoy Mártires, que murieron junto a ti en las montañas de Manaclas, tratando de restaurar la democracia dominicana, perdida por un maldito golpe de estado que un grupo de civiles y militares, ambiciosos y cobardes, decidieron realizar, dándole un zarpazo cruel y traicionero al pueblo que votó masivamente por el Profesor Juan Bosch y que ganó en unas elecciones limpias y honestas.
Esto sucedió, precisamente, comenzando la ciudadanía a saborear la libertad y la democracia que habíamos perdido durante 31 años, manipulada por una dictadura cruel y despiadada que mantuvo vigente el llamado Rafael Leonidas Trujillo Molina.
Naturalmente, como debes suponerte, este grandioso y justiciero homenaje a tu inmaculada figura, me ha traído recuerdos imperecederos e inolvidables, al recordar tu estadía en nuestra casa en la Gustavo Mejía Ricard 46, durante los dos meses anteriores de la partida par las montañas de Manaclas. Octubre y noviembre 1963. Había entonces una persecución rabiosa en busca de ti, pero pudimos mantenerse, sano y salvo durante ese largo período de tiempo, hasta que el Gral Belisario Peguero, Jefe de la Policía Nacional, fue y buscó a nuestro hermano Tomás Arturo a su casa a las 12 de la noche, por la denuncia que hizo Tolerman, diciendo que Juan Miguel Román le dijo que dejara en esa residencia las ametralladoras San Cristóbal que él le había comprado. El general Belisario se llevó preso a Tomás Arturo García Saleta, sin dar explicaciones.
Naturalmente cuando llegó el General con sus tropas, rodearon la casa y metieron el cañón de las ametralladoras por las ventanas.
La esposa de Tomás Arturo, Surama Freites, se plantó en la puerta y no dejaba entrar a nadie, provocando que el general Belisario Peguero ordenará que le cayeran a patadas a esa señora; por suerte para todos, andaba en la patrulla el general Morillo quien le dijo: "General no haga eso, cálmese, vamos a resolver el problema de otra manera". Y así sucedió. Entraron, revisaron y no encontraron nada, porque las armas, realmente donde estaban guardadas era en la granja avícola que estaba en el traspatio de esa casa, granja que era propiedad de Tomás Arturo.
Frente a ese suceso nos reunimos, esa misma noche con Manolo, para analizar esa situación pensando que ese allanamiento, podrían realizarlo en las otras residencias de la familia García
Saleta y no queríamos que Manolo pudiera ser apresado.
Manolo fue quien decidió llamar a los amigos que se habían ofrecido ayudarlo en caso de emergencia; desgraciadamente a todos los llamados, pasamos dos horas en eso; ponían excusas, no sabemos si por miedo y o por cobardía, pero evadieron ayudar.
No puedo olvidar jamás cuando mi madre y mi padre se presentaron al dormitorio donde estábamos reunidos mi hermano Rafael Sully, Manolo y yo y cuando ellos llegaron le dijeron a Manolo, "no llame a más nadie y acuéstese a descansar, que aquí no lo van a venir a buscar y si llegan, primero tendrán que pasar sobre nuestros cadáveres. No he podido olvidar nunca la cara afligida y con lágrimas en los ojos de Manolo, cuando se acercó a Mamá, la abrazó y le dijo: "gracias a Doña Pucha, muchas gracias"; Entonces decidimos tomar ese riesgo hasta ver lo que sucedía.
Durante ese largo tiempo de Manolo en la casa de nuestros padres, era yo el único contacto con los demás miembros del CE, especialmente con el doctor Benjamín Ramos, Fidelio Despradel, Polo Rodríguez y Máximo Bernard. Nos cuidábamos mucho de los estridentes porque la familia García Saleta estaba arriesgando muchas cosas, pero lo hacíamos en solidaridad por una lucha justa, por la libertad y la democracia dominicana que emprendió Manolo y que vale más que nada para todos nosotros.
He publicado muchas cosas de lo sucedido en ese tiempo de espera para la realización de la insurrección, pero las conversaciones personales diarias con Manolo, donde me expresaba sus proyectos, sus aspiraciones y sus inquietudes, las tengo reservadas para en un momento oportuno escribirlas.
Felicidades Manolo, que bueno que se haya hecho justicia con su sacrificio y el de tus compañeros.
Mi respeto y amistad de siempre.
Fuente: Manuel A. García Saleta/
www.hoy.com.do
14 Diciembre 2004
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