DOMINICANOS VINIERON CONTRA TIRANÍA
Fidel les dijo: “Trujillo es guapo y astuto”
LÍDER REVOLUCIONARIO EXIGIÓ JIMÉNEZ MOYA COMANDARA LA EXPEDICIÓN DEL 14 DE JUNIO
Causa. Delio Gómez Ochoa llevó las armas que ocupó en la fortaleza al tomar a Holguín, en Cuba, para que los dominicanos entrenaran. Luego, en la Florida compró 25 pistolas para jefes de pelotones.
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El “Plan B” implicaba nuevas expediciones
Fernando Quiroz
fernando.quiroz@listindiario.com
Santo Domingo
A pocos días de la salida de la expedición, Fidel Castro aconsejó a Enrique Jiménez Moya que tan pronto desembarcaran fueran a las montañas y que era preferible evitar cualquier acción de tipo efectista, pues Trujillo no era cobarde y sí muy inteligente y astuto.
El testimonio es del comandante cubano Delio Gómez Ochoa, en su libro La Victoria de los Caídos, obra publicada recientemente en Cuba en una segunda versión más amplia.
Tiene varias fotos inéditas que durante 50 años estuvieron en la cámara fotográfica que Camilo Cienfuegos empleo al salir las embarcaciones, y antes fue utilizada en los momentos que se preparaban en la acción.
Los líderes de la revolución cubana, reseña Gómez Ochoa, evaluaron la posibilidad de que el dictador dominicano emprendiera acciones de represalia contra Cuba, en especial algún ataque sobre la ciudad de Santiago de ese país. Castro dispuso que su hermano Raúl partiera de inmediato para la ciudad oriental con el objetivo de preparar las defensas requeridas.
Castro dispuso que Gómez Ochoa asumiera todo lo relacionado con la cuestión dominicana. Le provocó un sentimiento de simpatía el saber que su interlocutor era dominicano.
Mientras Enrique Jiménez Moya fue el representante de la Unión Patriótica Dominicana, de Venezuela, en la misión de solicitarle a Castro que un grupo de jóvenes dominicanos se entrenaran militarmente en Sierra Maestra para combatir la tiranía trujillista.
Para cumplir su propósito, Jiménez Moya se trasladó hasta Guisa, al oeste, entre la Sierra y los llanos de Oriente, donde tropas dirigidas directamente por Castro atacaban un gran cuartel de la tiranía.
Allí quedó incorporado al Ejército Rebelde con el rango de teniente. El 31 de diciembre de 1958 Fulgencio Batista huyó ante las contundentes victorias rebeldes.
Castro se lo presentó a Gómez Ochoa en Bayamo cuando en la llamada caravana de la libertad se dirigía hacia La Habana.
Las fuerzas bajo el mando de Gómez Ochoa ocuparon a Holguín, por lo que se convirtió en uno de los 12 comandantes de la revolución rebelde.
En el combate de Maffo, pequeño poblado cercano a Santiago de Cuba, una esquirla de una granada de mortero le atravesó un riñón a Jiménez Moya, lo que me ameritó que fuera operado en un banco del parque. Luego de esa prueba de fuego Castro lo ascendió a capitán.
Gómez Ochoa lo recuerda como un hombre de pelo negro y facciones fijas, con unos 5 pies y diez pulgadas de estatura. Tenía 47 años de edad.
Era 2 de enero de 1959, estrechó su mano. “Enrique Jiménez Moya, para servirle”, le dijo. Ya él había ido a la Sierra Maestra el 7 de diciembre de 1958 en un avión procedente de Venezuela, transportando 84 cajas de armas, con un peso de siete toneladas, para apoyar la lucha de los revolucionarios cubanos en la montana. Ese envío lo había hecho la UPD y el contralmirante Wolfgang Larrazábal, artífice de la transición tras el derrocamiento del dictador Pérez Jiménez.
LUCHA DE DOMINICANOS EN EL EXILIO
En el aspecto de la plataforma política, el Movimiento de Liberación Dominicana (MLD) contenía dos documentos básicos: El Manifiesto al Pueblo Dominicano y el Programa Mínimo de Liberación Nacional.
El campamento de entrenamiento militar en Cuba fue dividido en seis pelotones y recibieron el nombre de los patriotas dominicanos y cubanos Juan Pablo Duarte, Gregorio Luperón, Antonio Duvergé, Máximo Gómez, José Martí y Antonio Maceo.
Hubo varias conversaciones de coordinación entre Castro, Jiménez Moya y Gómez Ochoa. Incluso, una de sus exigencias para apoyar el movimiento fue que Jiménez Moya fuera el jefe de la expedición. Rinaldo Sintjago era el segundo al mando.
Otro seguimiento y frecuente apoyo lo dio el comandante Camilo Cienfuegos, quien estuvo hasta en la despedida, a bordo de los yates que salían en la expedición.
Las expediciones de junio utilizaron el uniforme verde olivo del Ejército Rebelde de Cuba.
Gómez Ochoa recuerda que Jiménez Moya animaba con las letras del himno: “A pelear dominicano/ el tirano tiembla ya/ ¡Libertad! ¡Libertad!/ A vencer o morir/ Rebeldes a pelear, a pelear/ Todo el pueblo dominicano/ lucha ahora por su libertad/ Crearemos una patria nueva/ Para todos justicia social/ Por ti, pueblo obrero campesino/ Por tu tierra, trabajo y honor/ Fuego y plomo, candela al tirano/ ¡A las armas, a la revolución!.
El Che no daba crédito a entusiasmo dominicano
En su testimonio, Gómez Ochoa, dijo que Ernesto Che Guevara, reconocido ya en la familia latinoamericana como experto revolucionario y artista de la lucha guerrillera, no daba crédito al optimismo de los patriotas dominicanos, sobre todo porque llevaban mucho tiempo fuera de su patria.
“Los hechos le dieron la razón al Che”, expresó.
Sin embargo, en encuentros previos, quien fuera luego jefe de la guerrilla boliviana, le expresó, todavía con un poco de la entonación característica que le imprimen los argentinos al castellano: “Vas a ser el tipo más feliz sobre la tierra, yo daría cualquier cosa por poder hacerlo”.
Los comandantes Raúl Castro –actual presidente de Cuba- Che Guevara tampoco se mostraban muy convencidos con la idea de que Gómez Ochoa viniera en la expedición, porque acaba de salir de jornadas de combates muy fuertes.
Finalmente, Gómez Ochoa indicó que la decisión de participar en la expedición del 14 de junio de 1959 fue de él, pues desde los tiempos de la guerra en la Sierra Maestra tenía la idea de continuar la lucha revolucionaria contra otras dictaduras que oprimían el continente.
Los líderes del exilio dominicano José Horacio Rodríguez, el doctor Francisco Canto, Luis Aquiles Mejía, Juan Isidro Jimenes Grullón.
Desde finales de febrero de 1959 arribaban a La Habana los compañeros que integrarían la expedición, procedentes de Puerto Rico, los Estados Unidos (Nueva York y Miami), Venezuela y otros países. Los últimos llegaron en mayo.
Al ver el entusiasmo de los dominicanos con la causa, el día de la salida había gran optimismo entre los líderes de la revolución rebelde.
Castro había dispuesto de fondos que le quedaron de Sierra Maestra para organizar la expedición que lucharía contra la tiranía de Trujillo.
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