Editorial de El Nacional
12 Junio 2010, 7:09 PM
Una Patria agradecida recuerda y conmemora el 51 aniversario de la expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo, que involucró a 225 combatientes de varias nacionalidades, que “llegaron llenos de patriotismo y enamorados del más puro ideal” de liberar a la nación del yugo de la tiranía de Trujillo.
Un día como el de mañana, de 1959, un grupo de 56 expedicionarios, al mando del comandante Enrique Jiménez Moya arribó al aeropuerto de Constanza en un avión tipo C-46 Curtis pilotado por el venezolano Julio César Rodríguez, que de inmediato se dividió en dos columnas, la otra dirigida por el cubano José Delio Ochoa, y ambas se internaron en la Cordillera Central.
El 20 de junio arribó por Maimón la lancha Carmen Elisa, con 121 combatientes y La Tinina, por Estero Hondo, con 48 expedicionarios, que fueron objeto de cruentos bombardeos y cañoneos por unidades de la Marina y la Aviación Militar, lo que conformó un escenario de combate desigual.
A pesar del fracaso militar de la expedición del 14 de junio, puede decirse que esa cruzada patriótica e internacionalista constituyó el principio del fin de la tiranía, decapitada con el magnicidio del 30 de mayo de 1961.
La historia reconoce el valor y martirologio de los expedicionario del 14 de junio, a quienes con justicia los identifica como la Raza Inmortal, porque su sacrificio se inscribe por siempre como el más noble aporte que una generación puede ofrendar en aras de la libertad y de la justicia social.
En efecto, el programa político que se aplicaría tras el derrocamiento de la tiranía incluiría la convocatoria a una constituyente para conformar una Constitución de amplias bases democráticas que garantizara las libertades públicas, impulsara la reforma agraria, el sistema de seguridad social e impusiera la economía social de mercado.
Al sexto día de la expedición, 42 combatientes habían caído en combates y otros muchos hechos prisioneros por el Ejército trujillista, en una historia de tragedia de la que sólo tres expedicionarios pudieron sobrevivir, pues la mayoría de los cautivos fueron torturados y asesinados en las ergástulas del régimen.
El valor de la libertad y de la democracia, que con sus imperfecciones ejercitan los dominicanos, puede aquilatarse en la sangre derramada por esos patriotas que ofrendaron sus vidas por la consecución de un noble ideal.
¡Gloria eterna a los expedicionarios del 14 de junio!
¡Loor a la Raza Inmortal!
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