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domingo, 13 de junio de 2010

Roberto Cassá: “con el fracaso del 1J4 el país se quedó huérfano de una organización de masas”.



Roberto Cassá: “con el fracaso del 1J4 el país se quedó huérfano de una organización de masas”.
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12 Junio 2010, 10:10 PM
ENTREVISTA
1J4: caída prematura de la izquierda local
Escrito por: ÁNGELA PEÑA

El 14 de Junio, surgido en los últimos meses de 1959 a raíz de la expedición de junio desde Cuba, fue un movimiento antitrujillista distinto a los demás pues era revolucionario y sus principales gestores, como Minerva Mirabal, Manolo Tavárez, Luis Gómez, Pipe Faxas, Cayeyo Grisanty y otros, eran izquierdistas.

Roberto Cassá, el historiador que más ha profundizado en el acontecer de esta agrupación política, hace la consideración en el 51º aniversario de la incursión patriótica de Constanza, Maimón y Estero Hondo, que dio origen al nombre del organismo nacido “con el ejemplo de la revolución cubana. La expedición, el Asalto al Cuartel Moncada, la fecha como nombre del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en Cuba… Manolo, Minerva, todos, se inspiraron en el caso cubano”, aunque, por supuesto, “existía gente de derecha pero partía del propósito de que primero había que salir de Trujillo”.

Cassá cita militantes que luego han tenido importante protagonismo en el país, como el cardenal Nicolás López Rodríguez y “decenas de sacerdotes, monjas, seminaristas” que crearon una organización que se fundió con el Movimiento: Acción Clero Cultural. “La generación joven de la iglesia tuvo una alta representación en el 14 de Junio”, significó.

“La propuesta del 1J4 era que no hubiera una salida de Trujillo que continuara las estructuras vigentes, sino un cambio radical en la vida dominicana como lo planteaba el programa de los expedicionarios de junio, redactado por el doctor Juan Isidro Jimenes Grullón, el documento que a instancias de Manolo, Minerva, Pipe Faxas y otros se da como propuesta y es aceptado por todos”, manifestó Cassá.

A su juicio, el 14 de Junio fue “un hecho inédito” en la lucha contra la dictadura porque en pocos meses se alistaron dentro de sus estructuras rigurosamente clandestinas, entre seis y ocho mil personas “cuyo objetivo era la insurrección armada o matar a Trujillo, pero sobre todo, el diseño era una insurrección armada…”.

Tenía como principal virtud, señala, la heterogeneidad, la variedad, “concitó la participación de numerosos tipos de actores: gente de iglesia, hijos de altos dignatarios del régimen, trabajadores, era plural, capaz de aglutinar lo mejor del pueblo”.

Cassá, que no sólo conoce la historia del 1J4 por sus indagaciones publicadas en el libro “Los orígenes del Movimiento 14 de Junio. La izquierda dominicana”, sino porque era miembro del movimiento estudiantil de esa agrupación resume que la misma “fue el producto de una época de bellas ilusiones, fue la organización revolucionaria más potente, de mayores sentimientos y propiedades. Existieron el MPD y el PSP pero no tenían la potencialidad del 14 de Junio, no sólo por la membrecía sino por la motivación, la mística revolucionaria de esa generación de jóvenes en la que además había mucha gente preparada”.

Añade que representó en un momento de emergencia “una nueva generación política, armada con los ideales de una revolución de izquierda que tenía por ejemplo la revolución cubana”.

El fracaso. Refiere el descubrimiento del movimiento por el régimen, los encarcelamientos, torturas, desapariciones y el ajusticiamiento de Trujillo tras el cual se produjo “una lucha interna en que se movieron dos posiciones principales después que se despejó el grupo de derecha vinculado a la Unión Cívica Nacional, cuando casi sólo quedaron izquierdistas: mantener el esquema de un movimiento revolucionario amplio, diverso, a lo sumo de liberación nacional, que trabajara por las vías legales, que fuera a elecciones, y otra que se concretó en la llamada “Infraestructura”, dirigida por Polo Rodríguez Sánchez, que planteó la opción guerrillera como propuesta política, lo que dio lugar a una lucha enconada donde los moderados fueron saliendo paulatinamente”. Agrega que a la insurrección se opusieron muchos y cita a Benjamín Ramos y Máximo Bernal, entre otros.

El 14 de Junio, enfatiza, fue presionado interna y externamente por el grupo de Infraestructura que amenazó con una escisión en caso de que no se produjera la insurrección “y luego por la revolución cubana que consideraba que había llegado el momento de la insurrección y bombardeaba para que se produjera a la mayor brevedad, lo cual fue un error histórico tremendo que, en definitiva, llevó a la destrucción del 14 de Junio”.

Considera que el país no estaba preparado para el alzamiento guerrillero e indica que “Manolo pecó de falta de sentido de liderazgo al haber aceptado la presión de La Infraestructura para que la organización no se dividiera y él, finalmente, asumir este paso tan equivocado”.

“El 14 de Junio fue víctima del auge de una generación que veía la revolución como algo fácil, al doblar de la esquina, que con la varita mágica de la insurrección armada se resolvía y comenzó a ser destruido a raíz de esa derrota militar que se llevó la vida de su líder y de algunos dirigentes, fue un golpe demoledor puesto que el que mantenía la unidad de la organización, el vínculo con el pueblo, era Manolo Tavárez, porque era el líder y en este país, entonces y ahora, la función de liderazgo es crucial. La muerte de Manolo fue producto de una actitud irreflexiva no solamente de los dirigentes de La Infraestructura sino de gran parte de la militancia que presionó para esa salida absolutamente errónea”, manifestó Cassá.

La decisión de Tavárez, dice, fue dolorosa pues “el 14 de junio ofrecía una gran potencialidad revolucionaria para cumplir el papel de cambio de este pueblo, y no lo cumplió por su propia incapacidad global y por el desconocimiento de la teoría marxista. Muerto el líder, el 14 de Junio entró en fases de desmembramiento intestino, de peleas terribles entre transformistas y no transformistas, consecuentes y no consecuentes que lo que hicieron fue mostrar la incapacidad global de lo que quedó de la organización, cada vez más segmentada, más alejada del pueblo y más proclive a locuras insurreccionales”.

El país, concluye, “quedó huérfano de una organización de masas que tuviera la juventud detrás de ella, como la tuvo el 14 de Junio. Su fracaso dejó un vacío que en ningún momento se pudo llenar”.

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